Alejado del mundanal ruido de la selva de cemento en que vivo, estoy en San Cristóbal, muy cercano a Cambita, en la casa de un grande, de un patriota, de un revolucionario pero, sobre todo de un hombre único, que al pasar de los años su impronta se hace cada vez más inmensa e importante, mi padre, José Francisco Peña Gómez.

Estoy pasando unos días de asueto navideño en esta su última morada, reconociendo porque él amo tanto la naturaleza, pues necesito del silencio cómplice de la nocturnidad, para en su casi rural asiento tomar decisiones transcendentales, siempre poniendo a su partido y al país primero, qué tiempos aquellos, donde el sueño quimérico de un cambio se convirtió en sueños truncados, producto de la confluencia de intereses de los que entendían no les convenía que un ser de esa talla llegara a ser inquilino de la mansión de Gazcue.

Penosamente esa ha sido nuestra nación, y lo es todavía, una finca de una oligarquía derechista, blanca y voraz que lo desea todo para sí solo, dejándole los huesos de su apetitoso manjar al pueblo, igual que ayer, pobre, negro y mulato, sin oportunidad así lo creen ellos, de hacer conciencia algún día y decidirse a cambiar las cosas, ese mismo dejavú que siento a cada paso de este hogar, donde veo imágenes siempre frescas de quién fue sin lugar a dudas el mayor exponente de la honestidad, negritud y dignidad que ha parido esta tierra, adocenada pero, no perdida aún propiedad de una minúscula minoría racial que se creen que por herencia les pertenecemos.

Hoy nadie piensa en el país, todos piensan en las próximas elecciones, que sacarán de estas, si mantenerse o volver al poder, ese es el único “le motive” que acompaña a los dirigentes de hoy, prácticos hasta la saciedad solo desean hacerse de la presidencia y más nada, solo cumplir con el ego de lograr sus sueños, lo que no sabemos a ciencia exacta con que verdadera intención, porque para juzgar los hechos habrá que esperar los resultados visto desde una óptica imparcial, cosa esta que solo necesita prudencia y tiempo para adquirir.

Hay quimeras que no podemos olvidar, porque hoy se compran los puestos electivos, todos sin excepción, no hay liderazgo que nazca únicamente de las entrañas mismas del pueblo, porque hoy para llegar solo hay que ser un artículo de la mercadotecnia, para lograr claro con mucho dinero invertido en publicidad, crearle un perfil adaptado a las demandas pendulares del momento y llamar a los incautos electores a consumir el producto vendido por los gurúes del marketing electoral.

Aquí respiro el aire limpio de las luchas por ideales, y sin odios, el mismo que tanto acusa a nuestras digitales sociedades, hoy donde la malquerencia se ha hecho presa del escarnio público, que busca cebarse en el adversario y destruirlo, somos una nación de desenfrenados, que solo buscamos posicionamiento electoral, insuflando odios en la base social de un pueblo que asqueado y problematizado por la diaria supervivencia buscan un culpable en cual desatar sus iras y sus proverbiales desencantos, y son usados como carne de cañón para fracturar más un país que tanto necesita del consenso y la unidad de propósitos para avanzar, cosa que veo imposible de lograr de momento, porque el deseo irrefrenable de venganza hacia el futuro inmediato lo impedirá.

Mientras me quedo con mis recuerdos y con ese deseo de patria grande que nos enseñó el inmenso padre que tengo, y digo tengo, porque sus enseñanzas están más vivas que nunca, ya que esta lucha recién empieza, y la semilla de la liberación está ahí y germinará en cualquier negro o mulato que en mayoría y con la verdad en la mano nos guié a un poder que le sirva verdaderamente a la gente simple no a las élites, que todavía nos gobiernan pero, que esperamos que un mesías llegue recogiendo el legado de Peña Gómez, nos conduzca a un verdadero cambio, aquel que le entregue el poder de decisión a las mayorías y no al apartheid en que vivimos pero, que esperamos que no sea por mucho tiempo más, para que los cambios estructurales lleguen de manos de la Paz y no de la violencia, porque no lo duden, como quiera llegará aunque mis ojos no puedan verlos y otras generaciones les toque hacerlas realidad, la historia no se equivoca sin duda llegará.

Sé que muchos entienden una ilusión la unidad y el consenso para dirigir los destinos de la nación pero, lo creo firmemente, porque no existe ideología alguna que tenga las auténticas soluciones por sí sola para resolver los problemas de nuestros pueblos, los dogmas y el sectarismo nos divide pero, el consenso nos une y por eso abogó que ese sea el mecanismo de solución a los conflictos, sin imponer decisiones particulares que solo logran confrontar a nuestros ciudadanos, para que estos se peleen abajo mientras los de arriba se engullen el país.

No creo ni ayer ni hoy en la política de promover odios, las acciones deben ser justas y no politiqueras, para ser correctas deben ser pacientes y sobre todo responsable al respetarle los derechos constitucionales a cada ciudadano, no importando el litoral electoral al que pertenezca, todo porque hoy se hace más necesaria la frase de un gran presidente mexicano, Benito Juárez “El respeto al derecho ajeno es la Paz”, por eso no creo en circos mediáticos que dividirán tanto a nuestro país, que el interés que vendrá más que político será de retaliación, lo que moverá a unos a buscar venganzas sobre otros en un círculo demencial de la revancha.

Con este artículo cierro la serie de reflexiones en el cambio, porque el mismo se instaló hace más de un año en la casona de la Dr. Báez, y todos conocemos los criterios con que llegó el presidente Abinader, solo resta esperar los resultados y desearle suerte, porque la necesitará ante los graves desafíos que le tocará lidiar, los problemas sanitarios, sociales y económicos, que como secuela le dejará la pandemia del Covid 19.

En esta especie de proceso de desintoxicación física y mental que llevó a cabo en la Casa del Recuerdo, solo llega a mi mente el carrusel de desquite, y posterior represalia que se está inoculando en el país, y que producto del mismo vendrán tiempos difíciles y de gravosas tensiones, de la cual se podrán beneficiar a futuro los que hoy tienen el papel de clavos pero, está más que claro que en el ayer fueron martillos y que piensan regresar como mandarria, para cobrarse una a una a modo de ajuste o vendetta todo lo que ellos entienden como persecución, por lo mal llevados criterios con que se maneja la justicia, siempre genuflexa a los que detentan el poder.

Esas políticas odiadoras no dejarán nada bueno y penosamente lo veremos, por eso me mantengo alejado totalmente de los que la promueven de lado y lado, porque no le serviré a los propósitos de dañar a nadie, que actúe la justicia con la razón y la integridad propia del respeto a los derechos de la gente.

En reflexión viendo las cosas desde una óptica humana, no electorera, porque no creo que eso lleve a la nación a ningún lado, por eso confirmo mi interés de servirle a la clase política y a mi país desde una visión de nación y de unidad en la diversidad, nadie logrará ensañar mi corazón contra otros, simple, porque no conozco el resentimiento y mucho menos el odio.

Desde este paraíso terrenal, hago votos por la unidad nacional, para sacar al país de la pandemia que tiene a las naciones hasta las desarrolladas, a escala planetaria patas arriba y con la preocupación que no se le ve el final inmediato a este mortal virus, que socava los cimientos de nuestra estabilidad económica y que podría hacer peligrar nuestra paz social si se agravan las condiciones exógenas para nuestro país, esperamos que no sea así, aunque los pronósticos no son muy halagüeños.

Aquí auténtico, satisfecho de saberme amigos de todos y enemigo de nadie, solo me importa mi pueblo y los tintes electorales no me harán cambiar mi convicción, de que solo unidos sacamos al país de la crisis, nadie solo lo logrará, y lo veremos.

Trabajo para complacer a varios que me lo han pedido en publicar mis artículos, creo que para febrero verá la luz dos tomos, porque recopilando los mismos me he dado cuenta que he escrito mucho en muy poco tiempo, les pido excusas a los que han soportado mis verdades y la forma en que las digo, eso si desprovista de interés alguno en hacerle daño a nadie, claro en guerra solo con los sectores que en su voracidad piensan que somos sus peones.

Mientras cuidémonos, no le bajemos la guardia al Covid pero, disfrutemos en familia del espíritu navideño, pese a mi buenas libras de más, pienso hacerlo tal vez, dándome otro baile como el que vi en las redes hace un tiempecito, y creo que me hace falta ser más yo, solo pido a los inquietos del Ministerio Público que dejen las cosas para enero, igualmente a los políticos se olviden de promoverse, y dejemos que el pueblo disfrute, gracias a Dios somos un pueblo noble y cherchoso que nada ni nadie nos dañara nuestra navidad.