Dar este giro a devolución del 30% en títulos valores, en vez de efectivo, a los dueños de las cuentas de capitalización individual (CCI) que administran las AFP, es la tabla de salvación para todo el que quiera encontrarse con un peso en efectivo o un portafolio de títulos.

Insisto que la devolución en efectivo es una tomadura de pelo. Se usó esa forma de entregar fondos para fines electorales por congresistas saben que proyecto no iba a caminar. Vender el 30% de un inventario hasta de oro es posible si se organiza un baratillo, con rebajas sustanciales de precio.  Si de 100 pesos en valores, segrego 30 para vender al por mayor pueden suceder dos cosas: a) Por los 30 pesos en bonos voy a recibir 20 pesos en efectivo; o b) Para entregar los 30 en efectivo tengo que usar 40 de bonos.

En una opción recibo menos efectivo del que originalmente se prometió y, en la otra, para entregar lo prometido la cuenta de CCI, que seguirá administrando el oligopolio de las AFP, debe reducirse en 40%, no en el 30% que me hablaron. Es una matemática simple de colmado que ha sido adornada por decenas de argumentos técnicos que concluyen en lo mismo o algo similar.

Esa es la verdadera razón que, de aprobarse el proyecto como está, provocará una irritación popular, principalmente cuando se descubra quienes se aprovecharon de la compra al por mayor de títulos a descuento.  Hay liquidez de sobra en grandes jugadores para hacer ese remate, propia o de financiamiento privado, que no escapará a un cuestionamiento serio sobre el monto de la rebaja para cuadrar el negocio.

La prudencia del “No todo el dinero se gana” es lo que creo reunifica fuerzas para torpedear el proyecto. También lo que provoca el apocalíptico comunicado ad verecundiam con que se pretende marcar el fin de los debates.  A lo Franco De Vita, “No Basta”.  El 30% ha llegado para quedarse y con una devolución en títulos valores es posible acomodar todos los intereses de los afiliados sin “daños colaterales” de importancia.

Con devolución en títulos valores, cada afiliado recibe el 30% del monto que tiene en su AFP en un portafolio con la misma distribución que ve todos los meses en su Estado de Cuenta.  Por ejemplo, quien recibe la información de que su CCI se divide como en la imagen adjunta con 70% en bonos y títulos de deuda pública, 20% en bonos privados, 9% en otros valores y un 1% en certificados de depósito, pasará a ser dueño de un portafolio en esa misma proporción, en una cuenta de valores o de corretaje creada a su nombre. 

Desagregar no es complicado porque los títulos son ahora desmaterializados, no son obligaciones de deuda impresas en cartón de seguridad, en múltiplos de mil, al portador y acompañadas de 5 hojas de cartones de cupones separados por una línea perforada de agujeros para facilitar despegarlos y cobrar los intereses.  La propiedad de bonos ahora está en los registros de la base de datos que tiene la compañía encargada del depósito y custodia de los valores. 

La Central de Valores Dominicana, CEVALDOM, es la fuente de la constancia sin valor comercial donde los propietarios de valores saben el monto que tienen en cada título. Estas personas que adquieren bonos en el mercado secundario lo hacen creando una cuenta de corretaje en un intermediario de valores que sirve de asesor en las transacciones de compra y venta de títulos.  El proceso para realizar esa desagregación y crear nuevas cuentes es un paseo en el malecón para CEVALDOM. Recordemos que esa empresa tuvo la osadía de lanzarse y terminar con éxito el desarrollo de un software propio para la custodia de valores.   

De manera que no hay complicaciones técnicas para que cada afiliado tenga su cuenta CCI con 70% de lo que tenía antes del proyecto y una cuenta de corretaje de valores (CCV) con el 30% para su libre disposición a partir del séptimo día que se haga la desagregación.  ¿Cómo la usará? Explicamos mañana.