En estos días se recuerda a un inmortal predicador religioso que nunca hizo una misa, pues no creó ninguna iglesia. Que no acumuló siquiera un peso de riqueza. Que expulsó de un templo judío a comerciantes que promovían las mejores ofertas. Que huía hacia el desierto a comulgar en silencio con la naturaleza. Que, aunque contaba con un montón de revolucionarios dispuestos a jugársela contra los invasores de su país, inexplicablemente se inmoló sin oponer ni mínima resistencia… (Y en él precisamente está la referencia de bondad, solidaridad y vocación de sacrificio de los buenos humanos, sin importar ideas y creencias).