El viernes por la noche, después de un inexplicable y prolongado mutismo, el presidente Danilo Medina dirigió una alocución al pueblo dominicano. Grabado, y leído con pobre calidad discursiva y repetidos errores de pronunciación, el mensaje del presidente no llenó las expectativas de los diferentes sectores del país, incluyendo gremios médicos, partidos políticos, empresarios, intelectuales, organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación.
Entre los principales críticos del discurso presidencial está el Colegio Médico Dominicano, cuyo presidente, el doctor Waldo Suero, declaró a la prensa que el discurso del presidente Danilo Medina no deja posibilidades para detener Covid-19. (El Día -18 abril, 2020).
El presidente del Colegio Médico Dominicano reitero que el discurso del presidente Danilo Medina no ofreció nada nuevo y dejó sin respuestas a miles de dominicanos, por lo que el COVID-19 seguirá expandiéndose en el país y consecuentemente aumentará el número de muertes.
El Colegio Médico Dominicano, a través de su presidente, también refutó las declaraciones del presidente Medina, quien afirmara que el nuestro es uno de los países que más rápido actuó y que más eficientemente ha logrado controlar el COVID-19. «Esto no es así. Aquí el gobierno actúo rezagadamente permitiendo la penetración del virus en el país con facilidad y las medidas de aislamiento social que se implementaron además de tardías fueron y son muy tímidas; por lo que el virus se multiplicó muy rápido y seguirá impactando la nación».
Y agregó, «realmente nos quedamos esperando algunas acciones diferentes que logren mejorar el distanciamiento social, sin embargo el presidente dejó todo igual». También refirió que las cifras de las pruebas PCR citadas por el presiente Medina no se corresponden con la verdad.
Todo indica que se trató de un discurso empobrecido, descontextualizado, de bajo impacto sanitario y social, que generó pocas esperanzas y alejado de la situación real de emergencia que se vive en todos los rincones país por la tragedia del COVID-19.
Después de tantos yerros, cabe preguntarse “¿Quién le escribió el discurso al presidente? Independientemente de que el “lector” del discurso tiene responsabilidad por los desatinos, la mayor responsabilidad por los errores exhibidos en el mismo la tiene quien lo escribió.
Por falta de capacidad o por alguna otra razón le hicieron decir al presidente cifras, logros y estrategias incumplidos relacionados con la trágica situación sanitaria, social y económica que vive el país debido a la enfermedad del COVID-19, que ha dejado como secuela más de 200 muertos y miles de afectados entre ciudadanos y personal sanitario. Le escondieron la carencia de pruebas PCR, insumos y equipos. Le exageraron el beneficio de los paliativos económicos dirigidos a los más necesitados. Le escondieron casos de señaladas corrupciones en las compras de materiales e insumos. No le dijeron que las Comisiones no funcionan. ¡Le mintieron!
Ni en situaciones ordinarias ni extraordinarias los discursos presidenciales pueden dejarse a la suerte de la improvisación emotiva, de la demagogia, del “storytelling”, el marketing político y de la propaganda política gubernamental. De lo que se trata es de comunicar con propiedad, claridad, precisión y con apego ético a la verdad de los hechos. Quien no tenga clara conciencia de esto no puede escribir discursos para un presidente sin poner en riesgo su prestigio, la imagen de su gobierno, su capacidad de comunicarse en democracia y el respeto de la ciudadanía.
Queda claro que la sola condición de ser presidente no garantiza la calidad de la acción argumentativa, en tanto la argumentación es el proceso discursivo de persuadir y convencer empleando determinados recursos llamados argumentos y de los ideologemas que son los significantes (palabras, enunciados y tópicos) en los que se concentran las intenciones, y por tanto, las ideologías de los discursos.
Aplicado a nuestra realidad, no es de extrañar, entonces, que un gobierno como el actual, cuyas instituciones han descuidado la calidad de todos los servicios públicos, principalmente los sanitarios, descuide también la calidad de la comunicación que por derecho debe proporcionar a los ciudadanos, sobre todo en momentos de crisis como los que estamos viviendo en todo el país por el COVID-19.
Hay presidentes con escasas competencias gnoseológicas y discursivas. No todos tienen la cultura, los conocimientos y el dominio de la lengua de Bosch, Balaguer, Peña Gómez, García Godoy, Bonnelly, Tapia Espinal, Meriño y Nouel. O de Churchill, Kennedy y Luther King. O de Manuel López Obrador, que escribe sus discursos a mano en un papel.
También hay presidentes y funcionarios que tampoco les interesa cultivarlas mientras puedan sustituirlas con mañas, trucos y simulaciones demagógicas. Eso fue el discurso que le hicieron decir al presidente Medina el pasado viernes, una burda simulación de comunicación sincera con bendiciones incluidas. ¡Culpas a medias de él y culpas a medias de su “speechwriter”.
¿Quién le escribió el discurso al presidente Danilo Medina? Quien fuera, lo hizo quedar muy mal. Lo hizo ver como un presidente poco a tono con la tragedia del COVID-19, con un desbordado optimismo innecesario en un momento de tragedias, sufrimientos y muertes que demandan solidaridades reverentes y medidas efectivas. ¡El presidente Medina no se merecía eso. Ni el país tampoco!