Ser mujer trae de por sí sus complicaciones, las propias con las que nos enfrentamos por un asunto de cultura y la falta de equidad. Muy probablemente, siendo justas, ser hombre también traiga consigo sus dificultades y situaciones. Así mismo también como cada quien encuentra y aprovecha sus ventajas en su género. Y está bien.
A las mujeres se nos suma la soltería y todo lo que ese estatus, breve o prolongado, significa y conlleva. La presión social, familiar, del entorno y la más dura de todas, la presión que muchas veces uno mismo se impone por no estar sola.
Por un asunto de cultura, tradiciones y hasta porque sí, las mujeres solteras somos blanco de todo tipo de especulaciones que van atadas tantas veces al físico y al carácter. Especulaciones que, en cambio, no protagonizan los hombres, porque casi nadie cuestiona a un soltero de 40, que no se ha casado y no tiene hijos. Ahora, si la cosa es al revés, una mujer soltera, sin casarse nunca y a veces ni pensando en hijos, todo el mundo, incluyendo desconocidos se siente en derecho no solo de especular, también de opinar.
A esta carga social, difícil por demás, y aún más dura para la divorciada con hijos, anótenle también las citas fallidas, las ilusiones y la tendencia del momento, la falta de tiempo y la agenda complicada. Como para perder el ánimo y terminar uno de entregarse ya al celibato.
¿Cuál de nosotras no ha sido víctima del entusiasmo desmedido de un caballero que empieza bien y de repente como que se le acaba el combustible? ¿Quién no ha sufrido la falta de iniciativa para un encuentro? Bien se sabe que la iniciativa es de parte y parte, que el asunto es mitad y mitad para repartir el interés, pero ¿quién no se cansa de ser siempre quien motive los encuentros? Cualquiera pierde el ánimo si es el único que propone.
Si existe algo necesario en la vida de todo el mundo, hombre o mujer, es un “quiero verte hoy” y hacer ese espacio en su agenda, sí o sí.
Quisiera decirles que la falta de tiempo no existe, pero la verdad es que mi agenda, por temas de trabajo, familia y a veces hasta por cansancio, puede complicarse un día. Pero no siempre. Así, con certeza, les puedo decir que lo que sí existe es la falta de interés.
Y no está mal. El interés no se puede forzar. Usted puede ser el mejor partido, “a real keeper” como dicen los gringos, pero si no hay interés, no hay nada. Lo que sí está mal es propiciar ilusiones, mantenerse rondando, la inestabilidad de un día sí y tres no, si usted ya vio que el otro no le gusta, que no hay futuro o ya se dio cuenta que eso no va a funcionar. Y aplica para todos. Esto no es un asunto exclusivo para mujeres solteras. Los hombres suelen ser víctimas también de estas ilusiones que terminan en nada.
Lo malo es que uno termina cuestionándose bajo la incertidumbre del qué habrá pasado o qué habré dicho descompuesto, cuando la verdad es que esa falta de interés no es culpa de nosotras. Nada más lejos de la realidad y la justicia, que esos inevitables cuestionamientos, porque a fin de cuentas, el problema no es ni uno mismo. Es el otro.
Así que, queridas mujeres, no se dejen vender esa infame idea de la falta de tiempo. Mucho menos se dejen meter miedo con la toxicidad desmedida, cuando ahora todo para todos es tóxico. Cuando a uno le gusta alguien se nota. No hay horario, no hay agenda, no hay mucha planificación, las cosas se dan y si no se dan, pues uno hace que se den.
La vida está hecha para amar bonito. No para complicarse tanto, con todo y siempre.