Muchos niños y niñas desde antes de nacer, su llegada ha sido planificada por sus progenitores, y eso es un gesto muy bonito; a veces, estos padres se ven reflejados en sus criaturitas, y se ven extendidos en ellos para crear y tener lo que ellos no tuvieron.
Parece que desde que nacemos somos propiedad de alguien, ya para cuando hacemos nuestro primer acercamiento a la vida terrenal, es decir, el día que nuestra madre nos trae al mundo, está casi todo determinado, el nombre, el lugar donde nos recibirán, los padres, la familia que será parte de la herencia, el país de donde te llamarás por su nombre, el ambiente en el que vas a crecer, la historia en que tendrás que compartir, la cultura, la geografía, creencias, valores, mitos, tabúes, pautas familiares, en fin, es como una especia de envoltura que de una forma u otra impacta nuestras vidas en la medida que vamos creciendo y nos hacemos adultos.
Dónde es preciso quemar algunas naves?
A la hora de mirar la película de la vida y al conectar con el deseo de algo nuevo, nos damos cuenta de los avances que hemos hecho, también de las renuncias a todas las creencias, mitos, tabúes, y realidades que desde el primer día de vida recibimos como herencia y cuando puedo ver con claridad aquello con lo que decido quedarme y aquello que entiendo que ya no me sirve más, entonces es un buen momento para hacer el movimiento.
Creo que todas las cosas valiosas aprendidas donde quiera que nos haya tocado desarrollar la vida, son herramientas para vivir, más aun, en el arte de reciclarse es necesario hacer, a veces, esos despojos, renuncias, cierres, y es ahí donde hay que decir adiós, a personas, situaciones o cosas, es como una experiencia de desintoxicación que de seguro salvará nuestra integridad.
Quemar las naves jamás se hace en un momento de confusión, es más bien un ejercicio donde esta acción simbólica o metafórica se convierta en el momento de cierre, para no volver a ese punto de donde he salido buscando nuevas orientaciones de vida, nuevos caminos y nuevos horizontes.
Cada uno sabe cuál ha sido el camino recorrido para llegar al puerto que ha llegado, y también sabe todo lo que ha tenido que dejar, renunciar, soltar para estar donde está, y aquí cabe el ejercicio de los integrantes de alcohólicos anónimos, “un día a la vez, sólo por hoy”, pues la tendencia es a volver a aquel lugar o realidad de donde se ha salido, y no hay que pensar que esto sólo sucede a las personas que viven con alguna adicción, no, también nos sucede a la generalidad de las personas, pues muchas costumbres, actitudes, formas de conducirnos se pueden convertir en adicciones, las cuales nos impiden dar pasos de avance, movernos hacia un puerto más seguro, deseado, y con mejores condiciones.
Pero cuando se toma la decisión de hacer el cambio, de correr tras la meta que sabemos nos impulsará hacia una vida distinta, mejor y con mayores niveles de realización, entonces, es sumamente importante revisar las tentaciones que me pueden hacer volver al punto de origen, y es ahí donde hay que quemar las naves, para no correr el riesgo de retornar de nuevo al mismo lugar.
Si a vino nuevo, odres nuevos (Mc 2, 22), entonces a puerto nuevo, barco nuevo. Y ese poder está sólo en nuestras manos, nadie más lo puede hacer por mí, lo único seguro es, que cuando estreno nueva vida, mi ser, la sociedad, mi mundo serán testigos, pues estoy lista para dar mi mejor esencia, mi mejor fragancia, lo más grande y bello que tengo, que son los tonos más alto de la música del alma, donde todos los oídos se nutren al escucharlo y toda la vida se hace más bonita, plena y humana, es decir, presento la grandeza de persona que existe en mí.
Por tanto, a veces, es necesario quemar las naves para no volver al mismo puerto, pues al final, somos navegantes y existen muchos lagos por recorrer, tú decides.