El 9 de mayo se conmemoró el décimo aniversario de la entrada en vigencia de la Ley 87-01 que creó el Sistema Dominicano de Seguridad Social (SDSS), y más allá de las celebraciones formales debemos realizar una sincera reflexión sobre cuáles han sido las conquistas y los numerosos retos.
Aunque los tres seguros contemplados por la Ley han estado en vigencia durante el tiempo suficiente para poder ser evaluados con objetividad, lamentablemente el debate sigue dominado por el populismo ideológico, que lejos de identificar los verdaderos problemas y proponer soluciones a los mismos, se pierde en discusiones estériles.
Por el cortoplacismo que nos caracteriza, el debate se concentra en el tema de la salud, dejando olvidado el Seguro de Vejez, Discapacidad y Sobrevivencia, que tiene 8 años de haber entrado en vigencia y tiene múltiples retos, algunos de los cuales si no enfrentamos con urgencia, podrían no tener solución. Y es que las autoridades se han concentrado en presentar como un logro las recaudaciones de más de 120 mil millones de pesos acumuladas sin que se esté enfrentando el problema de que la totalidad de esos fondos están invertidos en pesos sujetos al impacto devaluatorio y sin la debida diversificación. A este ritmo las pensiones que recibirán los afiliados serán totalmente insuficientes para asegurar su retiro.
El Seguro de Riesgos Laborales por el que cotizan en un 100% los empleadores, en siete años ha dejado demostrado como lo evidencian recientes estudios actuariales que su cotización es excesiva aunque se tripliquen las reclamaciones al mismo, por lo que deberían reducirse a la mitad. También que el monopolio estatal de su gestión ha sido tan ineficiente, como incompletas son las disposiciones de la Ley sobre el mismo.
El Seguro de Salud a casi 4 años de su inicio, no ha logrado que la discusión se enfoque en los aspectos medulares que afectan su funcionamiento: violación a la ley, por no cumplirse con el nivel de atención primaria como puerta de acceso al Sistema, lo que ha incrementado los costos de salud hasta poner en peligro la estabilidad financiera de este Seguro; y por no haberse establecido la red pública de salud.
Estos y no otros son los verdaderos retos del Sistema, por eso más allá de la constante amenaza de modificar la ley para asuntos que harían más daño que bien, lo que procede es un análisis racional de los hechos fundamentados en las estadísticas acumuladas; para que se empiece a cumplir con todo aquello que no se ha cumplido y a consensuar qué sería necesario modificar para que el Sistema funcione mejor. Sólo si estamos conscientes de qué y cuánto nos resta por hacer podremos seguir construyendo un Sistema que sirva a los dominicanos y no apostar a un nuevo fracaso como lo fue el IDSS.