Ayer, como todos los días, conduje mi auto durante dos horas de tapones, y me dediqué a contar las violaciones de la ley o leyes (aquí siempre sobran leyes) dispuestas para regular el tránsito y ser cumplidas por todos los conductores (y para hacerse cumplir, por supuesto). Al regresar a mi casa había contado, créanlo, 143 violaciones (sin incluir motores) sólo en dos capítulos: pasarse el rojo y circular en vía contraria. Ah, y conté 14 policías de AMET absolutamente indiferentes. Al final sólo pensé lo que no piensa nuestra alta burocracia: ¿Qué pensarán de esta barbarie los extranjeros que nos visitan? (¡Qué vergüenza!)