La Asociación Dominicana de Profesores ha realizado elecciones en fecha reciente. El proceso eleccionario se realizó con organización y paz en el gremio. Los docentes afiliados a este gremio expresaron su voluntad y resultó triunfador el profesor Eduardo Hidalgo. Este asume la dirección de la ADP por segunda vez, por tal motivo es una persona que conoce los avances y las falencias de la Asociación. En esta ocasión, las elecciones de la ADP casi pasaron desapercibidas. No contaron con el seguimiento sistemático y la publicidad ardiente de otros años. Diversas razones pueden provocar semejante silencio ante un gremio con una membrecía tan amplia, con tanta historia y lucha. Es verdad que estas elecciones acontecieron en medio de la sentencia Odebrecht, juicio que concita la atención de toda la sociedad por la curiosidad que despiertan las posibles sentencias.

Casi todos los medios de comunicación asocian las elecciones de la ADP a la acción de partidos políticos, pues cada corriente magisterial responde a las directrices y consignas de un partido político. Este es uno de los factores que reduce al mínimo la creatividad y el trabajo sostenido del gremio a favor de la calidad y de la equidad de la educación. Por ello nos preguntamos con nueva fuerza qué nos trae la Asociación Dominicana de profesores. Es una pregunta que da vuelta en el aire y resuena cargada de inquietudes. Estamos decididos a desarrollar un trabajo que nos ayude a salir de los efectos de la COVID-19 en la educación. Para ello necesitamos que todas las organizaciones y plataformas sociales asuman de forma corresponsable una acción a favor del desarrollo y de la calidad integral de la educación.

No hay espacio para la lucha reivindicativa sin más. Sólo hay oportunidades y tiempos para trabajar por una mejora significativa de la formación de los maestros y de la eficiencia del sistema educativo dominicano. Desconocemos el programa presentado que le mereció el triunfo al señor Hidalgo. Nos imaginamos que, en su propuesta para hacer avanzar la Asociación, una de sus prioridades es retomar la formación académica y ética de sus afiliados; además de recuperar la voz plural y fundamentada de unos maestros que cada día pierden más prestigio y participación social. Pensamos, también, que una de sus ofertas se relaciona con el desarrollo de una estrategia de diálogo y de construcción compartida con el Ministerio de Educación de la República Dominicana para que el ingreso de los maestros al sistema sea conforme a las directrices de la Ley 66-97 y para que el concurso de oposición no se contamine con la manipulación política de ninguno de los partidos. Esperamos que otro de los factores influyentes para convertirlo en triunfador de las elecciones esté relacionado con la necesidad de convertir la ADP en una organización cada vez más actualizada, con un pensamiento y una práctica coherentes con los avances científico-tecnológicos y con los desafíos de una educación integral e inclusiva.

La pregunta sobre lo que nos trae la ADP resuena y se convierte en un grito que espera respuesta eficiente y eficaz. La sociedad se ha debilitado por el impacto de la COVID-19 y sus efectos son evidentes en diversos órdenes, especialmente en el campo de la educación. Por ello, la organización social no aprobará que la ADP recurra a prácticas obsoletas y expresivas del retroceso que prohíja la obediencia a los dictados de un partido, antes que a las necesidades prioritarias de la sociedad y de la educación. La sociedad ha cambiado y tiene una convicción más clara de lo que se ha de esperar y de lo que se le ha de exigir a esta Asociación. Sus posibilidades son múltiples, pero no sabemos si hay voluntad política para actuar a partir de las necesidades nacionales o desde los caprichos partidarios. Vamos a esperar con una postura vigilante, puesto que la educación del país ya no resiste más deterioro ni más cuestionamientos éticos. De igual manera, la ADP no resiste más involución y desprestigio. Es el momento de pensar y de actuar con inteligencia estratégica para aportarle de manera significativa a la nación y para generar una cultura transformadora en la ADP. Mientras esta aspiración se cumple, nos mantendremos expectantes y con los mejores deseos de que algo bueno nazca en el período que se inicia a partir de este mes de octubre del 2021.