El Estado dominicano vivió aislado de los esquemas comerciales de integración en la mayor parte del siglo XX. Desde el fin de la segunda guerra mundial ocurrieron procesos internacionales que tendían hacia una mayor apertura de los mercados al comercio internacional. En las cenizas de la Segunda Guerra mundial, el poder dominante que emergió del conflicto, los Estados Unidos, empujó varios procesos paralelos que quedaron expresados en las llamadas “Instituciones de Bretton Woods”. El Fondo Monetario Internacional, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (Grupo Banco Mundial), y el intento de crear una Organización Mundial del Comercio, que se firmó en 1946 pero no se puso ejecución entonces por ser rechazada por el Congreso de los EEUU. Esas fueron las más importantes expresiones de ese proceso.
La OMC quedó por tanto reducida a sucesivas rondas de negociaciones comerciales parciales, llamadas Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT por sus siglas en inglés). Desde 1947 hasta la última ronda de negociaciones iniciada en 1986 y que concluyó en 1994 con la firma del Acuerdo de Marrakech para la fundación de la Actual OMC y el llamado GATT 94. A pesar de que nuestro país fue parte del GATT desde sus inicios en 1947, la participación dominicana fue más que discreta, casi secreta. Básicamente buscando privilegios en el mercado de los Estados Unidos con cuotas preferenciales, cuotas azucareras y cuotas textiles posteriormente.
En los años 80, la administración de Ronald Reagan puso en ejecución la llamada “Iniciativa de la Cuenca del Caribe”, un programa unilateral de EEUU destinado a parar la onda expansiva de la revolución sandinista de 1979 y la revolución granadina del mismo año en Centroamérica y El Caribe. La Iniciativa Reagan, como también se le llamó, además de sus aspectos contrainsurgentes, contuvo preferencias comerciales unilaterales de EEUU hacia los países de la región –América Central y las islas del Caribe-, y por tanto a la República Dominicana, en la que su fundamentó el desarrollo de las zonas francas de la región y del pais. Pero desde 1947 hasta 1994 nunca tuvimos una política internacional comercial pro-activa de integración a esquemas subregionales o regionales o mundiales de comercio, y menos en las negociaciones de los distintos GATT. La disolución de la Unión Sovietica y del llamado campo socialista en 1991, facilitó a los EEUU y las economías capitalistas mayores avanzar en políticas neoliberales mas agresivas, entre ellas en la parte comercial.
En América Latina y el Caribe se llevó a cabo desde los años 60 un intenso proceso de negociaciones para establecer esquemas regionales comerciales y de integración. Uno de los más importantes y antiguos fue el surgimiento del Mercado Común Centroamericano suscrito el 31 de diciembre de 1960. También el llamado Pacto Andino, acordado por Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile en 1969. Y finalmente, mediante el llamado Pacto de Chaguaramas, los países del Caribe inglés establecieron otro esquema de integración conocido como Comunidad del Caribe (CARICOM) en julio de 1973. En ninguno de ellos se interesó el gobierno dominicano desde el fin de la dictadura de Trujillo en 1961 hasta mediados de los años 90. Participamos en la Cumbre de Marrakech en 1994 sin ningún debate previo o participación de partes interesadas, al punto que el país, representado entonces por el Secretariado Técnico de la Presidencia presentó una oferta arancelaria no consensuada con nadie y que abría de forma violenta la economía. Consolidar un arancel máximo de 40% para todo el universo arancelario….cosas del neoliberalismo. Fue en ese momento que los empresarios dominicanos despertaron asustados por las posibles consecuencias de la aplicación del arancel propuesto por República Dominicana ante la OMC.
Se organizó una delegación pública y privada para tratar de “rectificar” la consolidación del arancel único del 40%, y aunque se quiso presentar como “Rectificación Técnica”, que no lo era, se aceptó por la OMC un cambio para 8 productos agropecuarios considerados claves: azúcar, arroz, ajo, habichuelas, leche, maíz, pollo y cerdo, con contingentes de volumen y arancel fuera de cuota de 56% a 99% en su última actualización.
Paralelamente en diciembre de 1994 los Estados Unidos tomó la iniciativa de asegurar su mercado en el continente americano, y propuso la creación de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en base a una liberalización asimétrica, que mantenía los subsidios a sus productos de exportación, fundamentalmente agrícolas y no abría el mercado interno de EEUU -y Canadá- a la exportaciones más competitivas de los países del sur. El debate se centró entre ALCA u OMC, negociaciones regionales o negociaciones mundiales, desmontar subsidios o no. Brasil fue el portavoz de las aspiraciones de América Latina y El Caribe como co-presidente del Comité del ALCA junto a EEUU. La cerrazón de la política comercial norteamericana en ceder a la apertura de su mercado hizo colapsar el ALCA, en un largo proceso de negociaciones y Cumbres de las Américas, que terminó en Mar del Plata, Argentina, en noviembre del 2003, con el fin de las negociaciones.
Los Estados Unidos abandonan la aspiración de una negociación global para toda América, y pasan a negociar tratados de libre comercio bilaterales, como el NAFTA con México y Canadá que entró en vigor en 1994, el TLC con Chile en 2003 y el CAFTA entre los países centroamericanos en 2004. La República Dominicana, de forma rápida y sin participar en las negociaciones se “adhiere” al CAFTA ese mismo año con el argumento de “salvar las zonas francas” y entra en vigor en 2006. Igualmente, tanto los Estados Unidos como la Unión Europea un poco después, abandonan los tratos unilaterales de preferencias comercial a los países del Sur, contenidos en la Iniciativa Reagan y en el Acuerdo de Cotonou, y proponen cambiar por “acuerdos” de liberalización de doble vía.
Entre tiempo, con el primer gobierno de Leonel Fernández, se inicia entre 1996 y 2000 la primera política comercial pro-activa buscando firmar sendos tratados de libre comercio con Centroamérica y otro con el CARICOM. Esa década de mediados de los 90 hasta mediados de los 2000 fue la más activa en términos de política comercial de nuestro pais. El último de dichos acuerdos fue la negociación del llamado Acuerdo de Asociación Económica entre los países de CARICOM+RD con la Unión Europea en el marco de Acuerdo de Cotonou, conocido como EPA por sus siglas en inglés. El EPA es un acuerdo más flexible que el CAFTA y más apegado a ciertos elementos contenidos en los acuerdos de la OMC.
Posteriormente el empresariado nacional quedó convencido que más acuerdos de libre comercio eran desfavorables para sus intereses. Por ello, la iniciativa de negociaciones comerciales con México y con Canadá quedó frustrada por esas presiones. Recientemente el bloque de países al cual pertenecemos en América Central, el Sistema de Integración Centro Americana (SICA) negoció y firmó con Corea del Sur un tratado de libre comercio, firmado en febrero de 2018 y del cual en el país, a pesar de ser miembro de pleno derecho del SICA ni se mencionó, y mucho menos fue considerado por los hacedores de política comercial del Estado. ¿Por cuál razón el Estado dominicano ha boicoteado y rechazado continuar con la política comercial expansiva? ¿Es esta política conveniente para el país o las argumentaciones del empresariado es puro proteccionismo y mercantilismo? La actualización del TLC con CARICOM está durmiendo el sueño eterno. ¿Se ha decidido dejar nuestro mercado para los productores de Estados Unidos, la Unión Europea y América Central? ¿Nos conviene cerrar o abrir el mercado a otros proveedores, como Corea del Sur, Japón, China, Brasil, Argentina, Chile, Australia, Canadá o México, entre otros? Inclusive en años atrás se habló de un tratado de libre comercio con Taiwán. ¿En que quedó eso? ¿Nos conviene entrar de pleno derecho a la Asociación Latinoamericana de Integración ALADI, de la cual somos miembros de los acuerdos financieros, para poder negociar acuerdos de alcance parcial con otros países de la región? ¿Cuál política debemos seguir hacia los países del MERCOSUR, de CARICOM, con Chile, o con el Pacto Andino…? La política comercial dominicana fue paralizada después del EPA en 2008 y nunca más se ha vuelto hablar al respecto. Es tiempo de repensar nuestra política comercial.