Intentar liquidar la principal fuerza de la oposición, conspirando desde adentro y con la complicidad de órganos judiciales que legalizan lo ilegítimo, es una de las tiradas políticas más temerarias de nuestra historia; tanto, que podría poner en serio peligro la gobernabilidad democrática. Si en aras de Leonel Fernández y su irrefrenable ambición de poder, el Presidente de la Republica, jefe político del Estado que está obligado a ser garante de la paz, no manda a parar ese absurdo, podría terminar gobernando (¡qué triste y lamentable!) en un mar de violencia incontrolable que no merece este país.