Con el turismo de capa caída en todo el mundo y la industria de aviación repleta de aviones -nuevos y usados- que no puede vender porque nadie los compra ¿Quién en su sano juicio espera que -en un paisito medio perdido- alguien vaya a poner 200 millones de dólares para construir un aeropuerto, justo al lado de otro ya existente y exitoso?

Que un grupo de artistas y artesanos de la zona de Miches se hayan hecho la ilusión de beneficiarse, vendiendo cosas a los turistas que vendrían por ese aeropuerto, no es culpa de ellos.

Que no existe en la actualidad ni un solo funcionario del gobierno que, ante el descrédito y las denuncias reiteradas de fraude e irregularidades en la emisión de un permiso al vapor, se atreva a ponerle la mano al tema del supuesto aeropuerto internacional de Bávaro, también es comprensible y sabido.

Que la famosa licencia ambiental cocinada en olla de presión, el inexistente permiso del ayuntamiento de Higüey sobre uso de suelo y la clandestina sesión de “vistas públicas” donde debieron conocerse y debatirse los méritos o ausencia de éstos -del supuesto aeropuerto- es también conocido. Sin embargo, nada de lo anterior expone y desnuda toda la verdad en relación al tema, de cuya toxicidad también sabemos.

ABRISA y el supuesto Aeropuerto Internacional de Bávaro, justo al lado del existente Aeropuerto Internacional de Punta Cana, fue un proyecto político de Danilo Medina y su grupo, que descansaba en la creencia de que él permanecería en el poder y -desde allí- serviría los intereses de dicho proyecto, condición desde entonces y siempre indispensable para que pudiera tener vida.

El proyecto AIB colapsó desde el mismo instante en que Danilo Medina no pudo garantizar su continuidad en el poder, ni a nombre propio ni con el Penco.

Sin embargo, los personajes detrás de AIB, aún sabiendo que hoy Danilo Medina es tóxico, creen tener opciones. En presencia de una hipotética reactivación del turismo y del tráfico aéreo, que nadie sabe cuándo ni con qué intensidad se produciría, ellos creen que podrían vender el permiso a un inversionista extranjero, por varias decenas de millones de dólares, pero podrían también sentarse -agachados y al acecho- a esperar algunos años por el olvido, por el perdón y/o por un cambio político favorable.

Punta Catalina, tanto como el supuesto Aeropuerto Internacional de Bávaro son proyectos del danilismo asociados a su imposible supervivencia política, a perentorias necesidades de lavado y marcados por la condición penal a la que el Sr. Medina trata de arrastrar a los escombros del PLD.

Es verdad que una parte de la cúpula peledeista está vital y penalmente comprometida con delitos graves contra la sociedad y la nación dominicana, pero el grueso de los peledeistas, incluyendo la mayoría de sus legisladores, aunque beneficiarios y aprovechadores de privilegios, canonjías y posiciones saben que ellos no jugaron en las grandes ligas de la corrupción, saben que no serán perseguidos penalmente y no tienen motivos para acompañar a Danilo Medina que se apresta a fragilizar al gobierno de Luis Abinader provocando enfrentamientos y conflictos derivados del estado calamitoso en que ellos mismos dejaron la economía, la gobernabilidad y el estado moral de la patria.

Otra opción desagradable para el equipo PLD-ABRISA, es que esas esperanzas se vengan abajo si prospera -como puede suceder con este y otros casos – que grupos e instituciones de la sociedad civil acudan a la Ley 107-13 artículos 57 al 60, que prevee que los funcionarios son individualmente responsables de los daños que sus decisiones puedan causar a terceros por lo que pueden ser enjuiciados penalmente.

Si los dominicanos aprenden a usar esta ley y dicho uso conduce a penalidades económicas a los firmantes de abusos y latrocinios podemos esperar que, a futuro, los funcionarios se lo piensen dos veces antes de firmar atrocidades como la de este aeropuerto, Punta Catalina y la bonificación del Banreservas a favor de un administrador y otros fraudes y estafas perpetrados por el danilismo.