Debe ser de buen augurio que justo cuando empieza el año, el pueblo dominicano de una demostración contundente de que sigue vivo. Que los casos de corrupción y la impunidad latente que se respiran en el país no han logrado anestesiar a ningún dominicano que aún guarda esperanzas en su patria. Así quedó demostrado en la marcha de este domingo convocada por la misma sociedad civil y grupos de activistas que se mantienen constantes en la lucha a favor del clima de paz y justicia del país.
Sin lugar a dudas, la marcha fue todo un éxito. El mar de gente y la muestra de civismo que se escenificó allí así lo demuestran. Dejan ver claramente que la voluntad del pueblo no es sólo reclamar lo que por derecho justo le asiste, sino también demostrar al gobierno de turno que los ojos de los dominicanos están puestos sobre ellos, atentos ante cualquier intento de venderles gato por liebre.
Muestras de apoyo de todo el país; gente de todas las edades que vino a la capital desde todos los rincones del país; grupos de dominicanos en el mundo entero que se reunieron para desde lejos apoyar a su patria; madres con sus hijos; hijos empujando la silla de rueda de sus padres y sus abuelos; gente joven y de toda clase social también dejaron claro que sus reclamos no sólo se remiten a la comodidad de una publicación en redes sociales y salieron a marchar bajo el candente sol del domingo en la mañana.
Sin imposición, sin recursos, sin carácter obligatorio, movidos únicamente por la voluntad de un pueblo que quiere que las cosas se hagan bien.
Ojalá sea éste el nuevo despertar de los dominicanos, en el que se pongan a prueba el respeto al derecho ajeno y que por primera vez se unan todos los sectores en paz para lograr encaminar a esta islita, que ha sabido siempre dar la talla cuando se trata de echar el pleito y que en su tierra habita tanta gente de buena voluntad.
Que en lo adelante, la corrupción y la impunidad ocupen el mismo lugar en la lista de preocupaciones que ocupan la delincuencia y la inseguridad ciudadana, que sigan reclamando lo que por derecho corresponde y que las autoridades sepan, con hechos contundentes como la marcha del domingo, que los dominicanos no son tan pendejos, que el pueblo dominicano está vivo y de qué forma.