Por el estruendoso silencio que se escucha entendemos que los obispos dominicanos se niegan a expulsar de sus filas a sus curas pederastas, los que todos ellos conocen, los que siguen dando misas como si no fuesen degenerados criminales, profanadores del altar de Cristo al estilo del nuncio Wesolowski.

Parece que a estos obispos no les importa que estos lobos del altar continúen depredando a los niños y las niñas del rebaño. Todo, ante la triste y vergonzosa sumisión de los católicos.

Como buenos chivos locos no les importa la tranquilidad de sus creyentes, se han declarado cómplices del delito, como impenitentes encubridores que permanecen en rotundo silencio apostando al olvido. Docenas de curas pederastas siguen dando la comunión y oficiando misas, como criminales y delincuentes, defendidos en los tribunales por sus colegas curas, organizando manifestaciones.

Muy bien los describe Joan Manuel Serrat en su descarga poética titulada “Los Macarras de la Moral” donde les dice:

<< Sin prisa pero sin pausa, / como el "calabobos", (el coco)/

desde la más tierna infancia/preparan el cebo:/

"Si no te comes la sopa te llevará el coco…"

"Los tocamientos impuros te dejarán ciego…".

Y te acosan de por vida / azuzando el miedo, /pescando en el río turbio /

del pecado y la virtud, / vendiendo gato por liebre/

a costa de un credo/ que fabrica platos rotos/ que acabas pagando tú.

Son la salsa/ de la farsa. El meollo, / del mal rollo.

La mecha/ de la sospecha. La llama/ de la jindama. (miedo y cobardía)

Son el alma/ de la alarma, / del recelo/

y del canguelo.

Los chulapos (chulos)/ del gazapo.

Los macarras (proxenetas)/ de la moral.

Anunciando Apocalipsis/ van de salvadores/ y si les dejas te pierdes/ infaliblemente.

Manipulan nuestros sueños/ y nuestros temores, / sabedores de que el miedo/ nunca es inocente.

Hay que seguirlas a ciegas/ y serles devoto.

Creerles a pies juntillas/ y darles la razón que:

"El que no se quede quieto/ no sale en la foto…"

"Quien se sale del rebaño, / destierro y excomunión".

Sin prisa pero sin pausa, / esos carcamales (viejos anticuados)/

organizan sus cruzadas/ contra el hombre libre/

más o menos responsable/ de todos los males/

porque piensan por su cuenta. Sueñan y lo dicen.

Si no fueran tan temibles/ nos darían risa.

Si no fueran tan dañinos/ nos darían lástima.

Porque como los fantasmas, / sin pausa y sin prisa, /

no son nada si les quitas/ la sábana.>>