(A José Chez Checo, fervoroso heraldo clerical que persiste en negar que “Duarte tuvo problemas con la Iglesia Católica o esta con el patricio,” refutando así a su colega Pérez Memén, afirmando que todo es un invento nuestro). Ver: http://guidoriggio.blogspot.com/2015/04/chez-checo-o-el-fervor-catolico-de-un.html
Sobre cómo el Arzobispo Meriño vigilaba a protestantes y a masones…
Continuemos leyendo fragmentos de algunos de los “Documentos inéditos de Fernando A. de Meriño”, (compilados por José Luis Sáez s. j. y publicados por el AGN en Santo Domingo, 2007, volumen xxviii) para ponernos al tanto de la actitud que asumía la Iglesia ante la presencia de grupos protestantes y masones, en la entonces República Dominicana. Veamos:
D) Carta de Meriño a Fr. Rocco Cocchia sobre su llegada a su nueva parroquia de Puerto Plata ( 5 noviembre 1878) donde habla de una fisonomía social distinta a causa de la presencia protestante que se registra.
“Ahora, Monseñor, como esta parroquia a causa de su población heterogénea y de las sectas protestantes, no tiene la misma fisonomía social que nuestros demás pueblos; como las costumbres ya predominantes aquí son más bien extranjeras que nacionales; por estas y otras razones, desearía que V. E. Ilma. me confiriese algunas facultades especiales para el más expedito desempeño del mi ministerio parroquial ”
E) Sobre la no publicación de encíclica contra la masonería. Carta del administrador Meriño al delegado apostólico Fr. Bernardino di Milia sobre la no publicación de la encíclica de León XIII Humanum genus (Santo Domingo, 10 noviembre 1884), la que refleja claramente la curiosa relación que existe aquí entre masones e Iglesia.
<< Excmo. e Illmo. Señor: Después de maduras reflexiones y no sin tener que contrariar en mucho mi disposición a cumplir siempre lo que el deber de sacerdote y de prelado obediente a la voz del Padre Santo me informe, y lo cual también entiendo me ha recordado V. E. Ilma. preguntándome privadamente el motivo de no haberse publicado en este Arzobispado la encíclica Humanum genus de Su Santidad León XIII y las instrucciones a ella referentes, he resuelto dirigiros la presente que espero merecerá ser dignamente interpretada por el recto e ilustrado criterio de V. E. Ilma. y, en consecuencia, elevadas mis razones por el respetable órgano de V. E. Ilma. a la consideración de Nuestro Beatísimo Padre.
Con motivo de la mencionada encíclica estamos viendo que los afiliados a la francmasonería alzan la voz en varias partes sin comedimiento ni respeto alguno a la venerable autoridad del Soberano Pontífice, con la agravante circunstancia de privar de católicos esos mismos que osan vilipendiar la majestad del Vicario de Jesucristo, Jefe legítimo de la iglesia universal. En esta República, por fortuna hasta hoy sólo un periódico ha transcrito algo de otro extranjero, no habiendo nosotros pasado aún por la pena de que la prensa nacional diga nada sobre tal asunto. Sí, empero, que esto ha dependido en mucha parte de la prudente reserva que me ha parecido conveniente observar por las razones que paso a exponer.
Por todo este país, se han propagado las logias masónicas, como buena y legítima prole de lo que llaman fecunda libertad moderna, y casi puede asegurarse que, con pocas excepciones, tanto esta capital como en las principales localidades de la República, las personas de más representación social y pública se ven figurando en los cuadros de aquellas; siendo de notarse que, como sucede por lo común, los que constituyen el mayor número de adeptos, que son los menos instruidos en los secretos de la secta, son los más fanáticos en ella y, por consiguiente los más aferrados, los voceros más fervorosos y los defensores que con más ardimiento (sic) aparecen prestando apoyo y decidida cooperación a los fines de la sociedad.
Mas, hay que hacerse cargo de una circunstancia especial respecto de la Masonería en este país; y es que no obstante su denominación, vocabulario, prácticas religiosas privadas, etc., todo ello es más de pura fórmula accidental que de fondo sustancial. Los francmasones de aquí van a la iglesia, oyen misa, asisten a los actos religiosos; contribuyen para el culto, piden los sacramentos, no estorban a su familia, si la tienen, el cumplimiento de estos deberes, y, en fin demuestran conservar su fe cristiana sin exceptuar ni los que poseen los más altos grados. Que si es cierto que no por esto pueden ser justificados en su culpable resistencia a someterse a las leyes de la Santa Iglesia, siquiera merecen a mi juicio, ser considerados con menos severidad, porque en su espíritu no hay la perversión que en las sectas propiamente dicho tenebrosas a quienes mueven propósitos criminales.>>
Luego Meriño pasa a destacar la delicada situación política por la que pasa la República, para justificar el porqué no publicó la encíclica contra los masones, argumentando el “cuidado que debe uno tener en no suscitar conflictos” ante el “general enardecimiento de los ánimos” existente en la sociedad dominicana.
Diciendo que:
<< Para mí esto es muy atendible; y aquí cabe comunicar a V. E. Ilma., con las reservas necesarias, que algo impresionados el Señor Presidente de la República y su predecesor general Heureaux, tratándome como me tratan, con la mayor confianza, me han hecho la súplica amistosa de no tocar ese asunto de la francmasonería en consideración del estado actual de las cosas, y comprendiendo además que de esto no se obtendría hoy por hoy en el país sino resultados contraproducentes para los intereses de la religión, y quizás funestos para la paz del Estado.>>
Para luego expresarle su temor a la pública discusión de estas cosas, tocando el periodismo, enfatizando el poco provecho que la Iglesia le sacaría a semejante discusión:
<< Finalmente, Monseñor, la licencia, que no libertad, de que usa el palabrero periodismo del día, que tan fácilmente se desboca y lo atropella y lo vuelca todo sin que le contengan los frenos del respeto, y que sin duda tiene a gallardía encavársele con insolente desdén a cuanto hay de venerable, fuerza a uno a cobrarle miedo a la pública discusión; porque ¿qué vienen a ser al fin a la opaca luz de la moderna racionalista sofistería los principios más sólidos ni los argumentos más incontestables que las garantizan robusteciéndolos, para los que, en puridad de verdad, no discuten sino rechazan? Opino porque nunca se debe discutir sin procurar en ello provecho, y es mi parecer que ninguno sacaríamos hoy de la Masonería en este Arzobispado, y sí podría, tocándose la llaga, aparcebarla sin curarla y dar quizás cabida a graves inconvenientes.>>
Y continuaba:
<< Y al concluir, permítame V. E. Ilma. apelar en abono de cuanto llevo expresado, al conocimiento que ya, por buena suerte, tiene S. E. Ilma. De la índole del país y de sus circunstancias, y que yo haga valer en pro de la publicación de las mencionadas encíclica e instrucciones el que, traducidas e impresas en los periódicos extranjeros, han circulado y circulan lo bastante por todas las localidades principales de esta República pudiendo, por lo tanto ser bien conocidas de todos los francmasones. Y ojalá que no sea en vano, sino que las sabias reflexiones y pastorales exhortaciones del Soberano Pontífice les mueva y atraiga a la obediencia y a la justificación! Aprovecho esta ocasión para reiterar a V. E. Ilma. las seguridades de mi respetuosa consideración.>> El Administrador Apostólico (fdo.) FERNANDO A. DE MERIÑO
F) En 1897, en una Relación del estado de la Iglesia Dominicana, redactada y presentada por el Can. Adolfo Nouel a la Sagrada Congregación del Concilio a nombre del arzobispo Meriño (Roma, 25 octubre 1897), se menciona el protestantismo y la masonería diciendo:
<< En 1822, cuando los haitianos, ya independientes, invadieron la parte sujeta al Rey de España, llegaron a la República muchos emigrantes protestantes de raza negra de la América del Norte, y el gobierno haitiano protegió el establecimiento de sus iglesias, conocidas comúnmente como Church. Algunas progresaron mucho debido a la población negra que emigró de varias islas inglesas del Caribe, pero no hubo adhesión de los dominicanos. Al contrario, muchos de ellos se convirtieron a nuestra fe católica. (…) La Francmasonería se introdujo en el país durante el gobierno haitiano en 1822, y se han extendido ya a casi todas las principales ciudades.
(Nota 2: El ascenso de Meriño al arzobispado se vio incidentado por sectores católicos opuestos que llegaron a enviar un comunicado a la Santa Sede diciendo “Queremos un pastor que no sea político, ni tenga mujeres ni hijos”. Entre muchas otras, se sabe que Meriño acosó y embarazó a la hermana de su colega y amigo, el Padre Billini, quien también fue candidato al arzobispado y su alumno en el seminario. Ver http://hoy.com.do/calles-y-avenidas-profesora-maria-nicolasa-billini/ )
(1) Texto Carta Pastoral citada de 1844 http://guidoriggio.blogspot.com/2013/06/excomunion-de-juan-pablo-duarte.html