“Una multitud de agentes policiales (rasos, cabos, sargentos y tenientes) se presentó al Palacio de la Policía Nacional para reclamar que los asciendan, porque llevan más de cinco años en sus rangos…Alegan, con documentos en mano, que sus superiores no los tomaron en cuenta para incluirlos en los ascensos publicados el pasado fin de semana”. Con esto quedan fehacientemente demostradas dos cosas: 1) Que los policías (y soldados) también son ciudadanos, aunque les nieguen su derecho al voto y a la protesta, y 2) Que en este país del mordiente Caribe insular nada, absolutamente nada, es insólito.