El Presidente Danilo Medina cumpliendo una de las promesas de campaña, finalmente ha decidido iniciar los trabajos para una reforma de nuestro Código Laboral.

La gran novedad de la comisión especial recién designada es que enfoca el reto acertadamente, como un tema legal, social y económico, por esto a diferencia de la comisión redactora del Código vigente de 1992, la misma no está compuesta únicamente de juristas, sino también de economistas.

Y es que como lo señala claramente el propio decreto que crea la Comisión, esta legislación tiene consecuencias importantes sobre nuestra economía, que muestra una marcada tendencia “hacia el aumento del desempleo y la informalidad laboral, dejando fuera del alcance de la protección laboral a la gran mayoría de la población nacional”.

Ese aserto retrata la delicada y paradójica contraposición de ideas que genera este controvertido tema: defender a ultranza los derechos de los trabajadores que tienen empleos formales y gozan de protección laboral que cada vez son menos, o abrir los ojos a la realidad y tratar de revertir la perniciosa tendencia que ha  dejado en desamparo cada vez a más trabajadores.

Ese es el gran dilema que debemos enfrentar, reformar para modernizar y flexibilizar la legislación laboral y lograr que más trabajadores gocen de protección y seguridad social, creando condiciones propicias para la generación de empleos privados formales o, so pretexto de ceder a ninguna conquista anterior, beneficiar a cada vez menos personas.

La necesidad de transformar la legislación laboral no es un caso aislado de la República Dominicana, ni un capricho del empresariado.  La crisis económica mundial puso en evidencia lo que muchos sospechábamos desde hacía tiempo, el modelo de protección social de algunos países europeos es insostenible y sin flexibilizar la legislación laboral era imposible no solamente crear más empleos, sino crecer para poder salir de la crisis.  Es lo que ha acontecido en España y Francia, países en que a pesar de las reformas a sus respectivas leyes laborales, no han podido conseguir la esperada competitividad de las empresas dada la timidez y tardanza de las  mismas.

Y es que la competitividad  que aquí muchos recelan, es un factor indispensable para la subsistencia de las empresas  y por ende, para el mantenimiento de las plazas de trabajo  y la creación de nuevos empleos.

Aunque la discusión de este tema divide, genera pasiones y a veces nubla  la razón, los datos  son indiscutibles.  El decrecimiento del empleo formal privado en los últimos 10 años es alarmante y la sostenibilidad del Sistema  de Seguridad Social y de los propios ingresos fiscales está en riesgo, si la tendencia a la informalidad continúa su vertiginoso ritmo.

Defender a los trabajadores no es oponerse a cualquier reforma y mirar con ojeriza a los empleadores.  Si de verdad queremos mejores condiciones para los trabajadores dominicanos debemos admitir las distorsiones  de nuestro mercado laboral para, despojados de prejuicios, haciendo uso de la razón y entendiendo las perspectivas  internacionales, abrazarnos a una reforma de  consenso, que  construya un mejor futuro para todos los trabajadores.