Mucho se ha escrito sobre el miedo como problema político, como arma utilizada por determinados poderes y/o líderes políticos para erigirse como defensores de la población ante la amenaza de enemigos, generalmente supuestos. En general, en el tratamiento de ese tema se ha privilegiado el aspecto de la incertidumbre que este provoca en las colectividades, descuidando el hecho de que muchas veces esos líderes también lo han interiorizado y consciente o inconscientemente, se convierten en sus amplificadores y potenciadores. Quizás eso podría explicar la coincidencia, en términos de actitudes y hasta de discursos, que manifiestan dirigentes y militantes políticos de matrices ideológicas opuestas frente al miedo que producen los flujos migratorios en la población.

Esa coincidencia, cada día es más generalizada, se ha convertido en una explosiva confluencia de ideología (falsa conciencia) con cálculos electorales, contribuyendo a expandir el miedo, el cual determinadas organizaciones políticas y sus líderes se esfuerzan en aprovechar en términos de expectativa electoral, formando de ese modo una suerte de bomba expansiva del miedo como opio de las sociedades. Es ese uno de los aspectos más grave de este tema, pues se crea una atmósfera política/social donde resulta prácticamente imposible lograr cualquier oportunidad de diálogo para reflexionar sobre la realidad o no de las causas de la incertidumbre, generalizándose una suerte de estado de cruzada en que se busca eliminar todo aquel o aquellos que simboliza o personifica lo que se teme: el diferente, el otro, el que supuestamente amenaza el país. 

Es el estado de ánimo que poco a poco se ha ido creando en nuestro y que se ha exacerbado con el tema del Pacto sobre la Migración recién aprobado por la casi totalidad de los miembros de la ONU, que sin argumentos sustentados en datos sino en supuestos para algunos es una amenaza para la soberanía nacional. Se ha perdido toda racionalidad en el tratamiento del tema migratorio en nuestro país, algo que se reitera en las manifestaciones de intolerancia que muestran algunos sectores irrumpiendo violentamente algunos actos para la discusión del tema, sin importarles lugar ni quienes expondrían sus puntos de vista, como sucedió en la presentación de una revista en la Biblioteca Nacional cuyo contenido era el tema migratorio. El incidente fue exquisita y objetivamente reportado por el escritor Avelino Stanley.

De eso deben tomar nota cualquier dirigente político que se precie de responsable y honesto, los actos de violencia tanto física como verbal en este país son reales, y “cuando una sociedad no se interroga, no conversa el sentido que pueda tener la convivencia actual y futura, quita a la política su razón de ser (…) como esfuerzo colectivo para construir una comunidad de ciudadanos”, Monzalvez Araneda, dijo ciudadanos. En tal sentido, nuestros dirigentes políticos deben hacer un esfuerzo para substraerse del estado de ánimo arriba ejemplificado y tratar de evitar la coincidencia discursiva con los mercaderes del odio e irracionalidad del populismo ultranacionalista. Deben evitar que se siga expandiendo medias verdades sobre el tema migratorio y planteando el tema partiendo de los datos e investigaciones serias que sobre el tema se han realizado en este país y el mundo. No politizándolo.

Hemos llegado a punto de difícil retorno, es comprensible que muchos reaccionen de manera irracional, pues es innegable que la incertidumbre en que los malos gobiernos que hemos tenido provoquen miedo en la población, pero esos estados de ánimo no se superan a través de la violencia ni con medidas simplemente administrativas, tampoco con prejuicios simplistas de que “todos somos iguales” o que “somos diferentes”. Es pues un imperativo crear un ambiente que facilite el dialogo entre todas partes de alguna manera involucradas en el tema, tanto dentro como fuera del país. De lo contrario, desafortunadamente, podría producirse lo que muchos auguran: que el clima de intolerancia sobre tema migratorio que existe en el mundo puede conducir hacia una catástrofe de dimensión mundial. Puede producirse en cualquier parte, y de eso no puede decirse que estamos libres.

Estos días de navidad y fin de año podría contribuir a que algunos, a pesar de la lastimosa línea argumental que utilizan, hagan conciencia de esta circunstancia y que actúen en consecuencia. De esos podría esperarse, de otros: imposible.