Un grupo de panelistas de la Escuela de Comunicaciones de la Universidad de Harvard ponderó hace poco algunos aspectos del nuevo fenómeno de las noticias falsas, al señalar que los lectores han perdido la fe en la credibilidad de los principales medios de prensa de los Estados Unidos, mientras abundan las fuentes que alimentan nociones preconcebidas y cada vez más resulta difícil separar el grano de la verdad de la paja de la mentira.

Los académicos advierten que ya no hay dudas de que “las noticias falsas” constituyen un elemento dañino y peligroso en el campo de las comunicaciones. Y peor aún, está sujeto a debates porque nadie tiene una idea de cómo responder de manera efectiva y práctica a un término cuya definición no tiene sentido lógico ni objetivo por su nivel de alcance tan vasto en la audiencia y en la era del mundo digital, el metadato y la “mass media.”

Para el profesor Jonathan Zittrain, de la Escuela Internacional de Leyes y cofundador del Centro Berkman Klein, la definición de “las noticias falsas” es lo que se promueve a sabiendas de que es engañoso; lo que se traduce en la realidad, al hecho de difundir una historia “de la persona que dijo algo o repitió algo conocido como falso o aquellos que son indiferentes a la falsedad o la mentira.”

Como muchos conocen, la propaganda ha estado actualizada desde siempre. Sin embargo, mucho de lo que ahora se conoce como “las noticias falsas” resulta algo complicado porque la misma suele incluir una pequeña dosis de verdad. Ello ocurre cuando se consulta algún tema en el buscador de Google se asume por lógica cultural que su contenido resulta atractivo y verdadero para cierto tipo de audiencia.

Para la académica An Xiao Mina es necesario comprender cómo se propagan “las noticias falsas.” Subraya que con frecuencia no se trata de propagar la verdad o la mentira, sino de afirmar o reafirmar un postulado que algunas personas buscan como válido y la valoración que de ello se suele tener.

Lo que es noticia ahora tiene distinto significado para los jóvenes si se compara con lo que ello representaba para los adultos hace algún tiempo. Y más aún si se analiza desde el contexto histórico y en términos de qué leen y creen los primeros. Según el profesor Zittrain ese cambio histórico en el contexto de las noticias se registró hace una década cuando el público asumía que existía una fuente consistente de información con credibilidad, la denominada “prensa influyente.”

Ese modelo se ha desintegrado hoy día, al punto de que por más datos que se recopilen resulta complicado diferenciar lo que es confiable de lo que no lo es. Para las organizaciones de noticias resulta urgente fortalecer sus prácticas y la confianza de sus lectores con una mayor transparencia en términos de la credibilidad de sus contenidos.

Una forma sería adoptar la plataforma de verificación asociada como Check para filtrar los medios digitales, y la cual es utilizada por instituciones como ProPublica o Amnistía Internacional, lo que permitiría educar a una nueva generación de lectores sobre la ética y la recopilación de datos.

No obstante, los panelistas de la Universidad de Harvard advierten que el amor ciego de la sociedad con la magia de hacer “click” sobre un teclado continuará desafiando las complejidades de las noticias, ya que resulta desalentador tener un millón de visitas en un portal, y apenas dos “likes”.

El reto actual es que no existe un botón para hacer “click” que indique: “Creo que he cambiado de opinión”, cuando se trata de propalar “las noticias falsas”, enlodar la honra ajena, impedir la libre expresión, manchar reputaciones, violentar la privacidad, negar la presunción de inocencia o pisotear el Estado de Derecho.