La calidad de la educación es preocupación y compromiso nacional. El interés por esta problemática, podría augurar, de parte de las autoridades educativas, mayor y mejor atención al desarrollo intelectual de los profesores; a la necesidad de estructuras de apoyo que tiene el profesorado; a la carencia de investigación educativa en la escuela; a la falta de autonomía y descentralización real de los centros educativos; al limitado respeto a la Ley 66-97. Además, podría suponer, que tanto la política de acompañamiento a la práctica educativa del profesorado, como el deterioro ético y pedagógico, provocado por los partidos políticos en los centros educativos serán atendidos y superados con celeridad y transparencia.
De igual modo, la intensidad de esta preocupación, podría instar a las autoridades educativas a trabajar para que la evaluación del profesorado se realice con la periodicidad que indica la ley y no coyunturalmente; a que la carrera y certificación docente no sea privilegio de una minoría y que el salario del profesorado será coherente con la cantidad de tareas que se le asigna y con la eficiencia requerida. Si es así, ningún miembro del partido de turno en el poder, tendrá trato especial. Se ajustará a los dictámenes de la legislación educativa y a las disposiciones emanadas del Consejo Nacional de Educación. Si se dan pasos concretos en esta dirección, estaríamos en disposición de celebrar y apoyar significativamente, el período escolar 2016-2017, que se iniciará el próximo 22 de agosto.
El jueves 28 de julio del año en curso, el Ministro de Educación, indicó según la publicación del periódico El Día (En la sección Nacionales: 16) que las deficiencias del sistema educativo se deben a que los docentes han estado desfasados y no han llenado ni cubierto las expectativas en términos de enseñanza. Esta información nos hace pensar que cada vez más, cobra más fuerza, la culpabilización del profesorado de lo que pasa en educación. Se concibe al profesorado como el único culpable de la baja calidad de la educación en el país.
Reconocemos que el profesorado tiene un alto porcentaje de responsabilidad en el deterioro de la educación dominicana pero ratificamos de nuevo, que no es el único culpable, y que son múltiples los factores que inciden en la poca o ninguna efectividad del sistema educativo dominicano. Culpabilizar al profesorado del problema en la enseñanza, podría indicar que se quiere obviar la complejidad del sistema educativo nuestro y sociedad dominicana; se quiere ocultar además, el contexto social y político en el que se ejerce la profesión docente (corrupción, pobreza, impunidad, tráfico de influencias, desvalorización del conocimiento y degradación sistemática de los profesores). Asimismo, parecería que se quiere soslayar, la responsabilidad que tienen los líderes del Sistema Educativo; los centros de formación de educadores, las universidades, la Asociación de Profesores y los partidos políticos que lideran procesos, políticas y acciones al interior de este Sistema, haciéndolo cada día más vulnerable y precario.
Ante el problema de la educación dominicana, tenemos que hablar de responsabilidad compartida. Por ello, es importante que alguna vez se plantee la necesidad de evaluar el trabajo que realizan los dirigentes de la educación dominicana en el campo de la formación y del desempeño docente. También es deseable que se evalúen las instituciones formadoras de docentes y particularmente, que se realice una evaluación profunda de las condiciones estructurales en las que trabaja la mayoría de los docentes. De igual manera, convendría ponerle fin a la marginación de los profesores e involucrarlos de verdad en la solución de los problemas educativos.
Si asumimos que la responsabilidad del problema involucra al docente y a otros, entonces la mirada, la actitud, el enfoque, el lenguaje y las tesis sobre el desempeño docente, responderán a una perspectiva más global, compleja y realista. No tendrá como foco exclusivo, la actuación de un sujeto determinado, tomará en cuenta el desempeño de la diversidad de actores corresponsables. Sin duda, que todas y todos deseamos una educación dominicana en primera línea, por su calidad y efectividad; por sus aportaciones para alcanzar una sociedad educada, trabajadora y con una ética incuestionable.
Proponemos que se implemente una evaluación educativa integral a nivel nacional, que priorice el desempeño de los profesores y el desempeño de los dirigentes del Sistema Educativo Dominicano, de las instituciones formadoras de profesores, de las Facultades de educación de las universidades del país y de la Asociación Dominicana de Profesores, como actores corresponsables del desempeño docente. Asimismo, que se evalúen con el rigor científico necesario, las condiciones de trabajo, de salud del profesorado y su salario, focalizando la cantidad y diversidad de tareas que se le asigna. Urge pasar, de la penalización, al respeto crítico y motivador del profesorado dominicano. Urge además, la puesta en acción de la cultura de la autocrítica, como política personal-institucional y social. Así, podremos avanzar hacia un Sistema Educativo que tenga como cimientos: la justicia, la humanización y la sabiduría que brota de la ciencia.