El adelanto de legisladores vinculados al presidente Danilo Medina (2012-2016/2016-2020) de que están preparados para introducir un proyecto de modificación de la Constitución que lo rehabilite de cara a las elecciones de mayo 2020, ha metido en un dilema al mayor partido de oposición, el Revolucionario Moderno (PRM): apoyo o rechazo a la iniciativa.

O intenta agitar más el río morado ya revuelto, para pescar. O se orilla en la fuerte corriente de desacuerdo con una cirugía de última hora a la Carta Magna para habilitar a Medina (más del 70%, según los sondeos de opinión electoral).

En el preelectoral año 2015, el gobernante Partido de la Liberación Dominicana sufrió una grave crisis a causa de una modificación constitucional habilitante del presidente Medina para el período 2016-2020. La solución incluyó la firma de un acuerdo notarial (Comité Político y candidatos) y la inclusión del vigésimo transitorio en la Constitución, que lo inhabilita de por vida. Con el apoyo de Leonel Fernández, Medina ganó las elecciones del año siguiente.

Aunque el presidente y su gobierno registran buena aceptación popular, ahora, diferente a 2015, tendrían que lidiar con factores geopolíticos poderosos (Venezuela, Bolivia, Brasil, Haití) y una fuerte presión social local que podría terminar en violencia. Los riesgos de terminar mal son muy altos. 

Los mensajes manifiestos de la dirigencia perremeista sostienen el rechazo a tal reforma. Las precandidatos presidenciales Hipólito Mejía y Luís Abinader, el senador por Puerto Plata, José Paliza y otros han dicho que los legisladores de su organización no votarán por la iniciativa.

Pero en cuestión de signos, una cosa es el hermoso discurso para la opinión pública, y otra, muy distinta, es la práctica subterránea. Verbalizar un rechazo mediático a la reforma para ganar afectos públicos, mientras, en el Congreso,  “Laissez faire et laissez passer”, es lo que más se parecería a la conducta de la gatita de Mari-Ramos, que “halaga con la cola y araña con las manos”.

La estrategia de sumar sus votos a un proyecto de reforma para habilitar otra vez la repostulación del presidente Medina y, con ello, provocar la división del PLD con el objetivo de colarse hacia Palacio el próximo año, representaría un salto mortal para el presente y futuro de esa joven organización política nacida de la crisis del Partido Revolucionario Dominicano.

Cierto que son aún vagas las posibilidades del PRM de ganarle las elecciones del 20 de mayo de 2020 al partido oficialista. Los resultados de las encuestas electorales no le favorecen. Ante esa realidad, gana adeptos la idea de un aletazo como el de agitar la guerra interna en el partido morado vía la aprobación de la reforma, para socavar su zapata y mandarlo a la ducha en el próximo certamen.

Pero un presidente Medina habilitado, con el poder del Gobierno y sus conocidas agallas de político, se convertiría en una tromba que, primero, sepultaría de un golpe a Hipólito, Abinader, Paliza, Carolina Mejía y otros líderes, y convertiría al PRM en una organización del tamaño de una hormiga, desacreditada ante sus propios seguidores.

En los próximos días se aclararán las aguas y se verá el fondo. La doble moral entraña riesgos mayores. Los saltos mortales no siempre son exitosos.