De los últimos 22 años, 18, en el asiento del Palacio Nacional han sido conducidos por dos personas de la Generación Baby Boomer, esto es, aquellos que nacieron en el interregno del 1946-1964, y que hoy están entre 50 a 68 años. Hipólito Mejía, nació el 22 de Febrero de 1941, esto es, tiene 77 años, perteneciendo a la Generación Silenciosa, que son aquellos que nacieron entre 1926-1945. Las generaciones constituyen expresiones de los acontecimientos históricos sociales, de las necesidades, expectativas y realidades de un contexto determinado, de una época. Las sociedades producen los hombres y mujeres que la contiene.

En el plano de la sociedad dominicana, con el tiranicidio a Rafael Trujillo Molina, los dos gobernantes de la Generación Baby Boomer, tenían 9 y 7 años, respectivamente. Niños absorbiendo, como unas esponjas a través del proceso de socialización, la época férrea de la más cruel dictadura del continente (1930-1961). ¡Que tanto incubaron y al mismo tiempo que tanto trascendieron en la oruga que regurgitaría en una culebra anaconda! No lo sabemos.

Lo que sí sabemos es que en los primeros años de su juventud se educaron políticamente con don Juan Bosch. Pertenecían a la categoría social definida por ese ilustre Maestro, como la baja pequeña burguesía pobre y muy pobre. Después de Plejanov, nadie habló y escribió tanto como el laureado escritor de cuentos, de lo que significaban en el nivel económico y político estas categorías sociales.

La pobreza es la peor violencia que le puede ocurrir a un ser humano. Se inocula no solo en el plano de sus condiciones materiales de existencia, en su materialidad, si no, en su espiritualidad, en su interior. ¡Cuando se trasciende y logra articularse, todo su accionar discurre en la guía de la solidaridad, de la conexión, de la asunción de proyectos colectivos, de la honestidad, más allá de las relaciones de poder. Mira su pasado para coadyuvar con más seres humanos, para desterrar las causas económicas, sociales e institucionales que degradan la vida humana, su calidad de vida y bienestar! Cuando no hemos logrado superar la pobreza el poder y el dinero se convierten en un fin en sí mismo. ¡Se vive del poder y se glorifica en él con lo que genera la privatización de la política!

Los acontecimientos políticos, sociales y económicos, generan y demandan desafíos. Así, para el profesor Juan Bosch el reto medular era que en su gobierno no pereciera la libertad. Toda una sociedad, todo un pueblo, una nación, se vio arrinconada por 31 años, sin el más mínimo resquicio de libertad de expresión y de libertad política. 7 meses, pero cumplió. Don Antonio Guzmán, asumió el estandarte del momento: Libertad de los presos políticos, el retorno de los exiliados y la despolitización de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. ¡Lo cumplió! Salvador Jorge Blanco, plantearía la democracia económica, porque habíamos avanzado en el plano político. ¡No lo cumplió! Hipólito Mejía, basó su campaña en: mejorar la salud, la educación, servicios sociales y aumento de la seguridad ciudadana. ¡No lo cumplió!

¿Cuáles eran los elementos vitales que mi generación debió de afrontar para una Gobernanza efectiva y una gobernabilidad democrática?

  1. La pobreza;
  2. La desigualdad;
  3. La violencia social;
  4. La Seguridad ciudadana;
  5. El Imperio de la ley;
  6. El control de la corrupción;
  7. Igualdad de Género;
  8. El respeto a la diversidad.

Constituyen problemas estructurales, empero, van más allá, por ejemplo: que el problema eléctrico, el transporte y su monopolio, los combustibles, la falta de agua potable en una parte del territorio. Es la mirada no solo de las relaciones de poder, sino del grado del compromiso cierto con la sociedad, con la visión del país y los intereses societales, con políticas públicas audaces; con la hilvanación de una agenda de país cristalizada en el conjunto de la nación.

Sin embargo, los exponentes más exitosos políticamente de la Generación Baby Boomer, a partir, sobre todo del año 2004, se empinaron no en el aura que glorifica la antorcha de la historia, que es servir a su sociedad de manera transparente, honesta, honrada, decente; sino en el obituario, sin más signo que el poder para servirse, viviendo del poder y la pomposidad que de él dimana.

La privatización de la política genera riqueza, distinción social, status, y, en ella se recrea, socialmente, todo el Sistema Político, a través del Clientelismo, el Nepotismo, el Padrinazgo, la Captura del Estado. No hay nada que más destruya a una sociedad, cuando desde el Estado, una gran parte de sus funcionarios, sus acciones y decisiones, que abordan problemática financiera, la escenifiquen en donde “ esta lo mío”.

No se concibe que el Capital Institucional (Efectividad Gubernamental, la Calidad Regulatoria del Estado, el Imperio de la Ley y el Control de la Corrupción) sea tan pírrico, tan en retroceso. Es lo que hace que el crecimiento económico no se dibuje armónicamente y con la misma intensidad, en la dinámica de la distribución de la riqueza, de la equidad; de una búsqueda de equilibrio más esperanzador.

Es esa privatización de la política, que nos mantiene sin Ley de Partidos Políticos desde el 2002, cuando se introdujo por primera vez en el Congreso. Es la que hace posible que teniendo una Constitución del 2010, que demandaba ipso facto una nueva Ley Electoral, hoy Lunes 14 de Mayo del 2018, esto es, 8 años, 3 meses y 18 días, han transcurrido sin esa necesaria reforma. ¡Ni siquiera la han adecuado!

La privatización de la política, anula en su accionar, todo aquello que signifique Regulación, Control, Rendición de cuentas, Respeto a las normas. La privatización de la política descansa en la discrecionalidad, la discriminación, la opacidad y el “poder” para hacer lo que a los demás le está vedado. Ella demanda el poder sin institucionalización. La privatización de la política concilia de manera mancomunada hasta con la aprobación de las leyes, pero sin legalidad, con la creación de instituciones, sin institucionalidad., con su inobservancia y su degradación.

¡La privatización de la política que encierra la corporativización, ese estado enervado del populismo secular, del autoritarismo sempiterno y la razón sin límites de la frontera. La Generación Baby Boomer no puede sentirse orgulloso en sus exponentes más visibilizado en el poder!.