La reciente declaración del Dr. Waldo Suero, presidente del Colegio Medico Dominicano, de desconfianza en la eficacia de la vacuna AstraZeneca y su sugerencia de que República Dominicana compre más bien la vacuna producida por PfizerBioNtech, o eventualmente la de Moderna, presentadas sin ambigüedad en el propio sitio Web del CDM, han sido matizadas, no podemos decir si en reacción, pero de todos modos después, de sendas declaraciones de la Viceministra de Salud y del Dr. Amado Báez, ex-Director Ejecutivo del Comité COVID19 CEGES, a las cuales se pueden añadir las entrevista del Listín Diario al infectólogo Dr. Jesús Feris y de Hoy Digital al Dr. José Joaquín Puello.
El tema merece una discusión también a la luz de las últimas aclaraciones del Dr. Suero.
La decisión de qué vacuna comprar ha sido tomada por muchos países ya hace algunos meses. Los que no lo hicieron y solamente ahora están negociando difícilmente podrán poner en marcha un plan de vacunación antes del segundo trimestre de este año. Por esta razón, no podemos compartir la consideración de que, en el caso de República Dominicana, la decisión, aparentemente favorecida por una donación privada que permitió el compromiso de adquirir dos millones de dosis, anunciada en octubre y perfeccionada en noviembre haya sido apresurada. Si lo fue, no fue apresurada la declaración del CMD, que llega dos meses y medio después, aunque los elementos subyacentes fuesen de dominio público, cuando ya como veremos contestando tres preguntas: ¿Hubiera sido posible hacerlo con Pfizer como han hecho otros países latinoamericanos? ¿Cuál sería el resultado? ¿Es posible hacerlo ahora?, poco se puede hacer.
Éstas son solamente algunas de las preguntas que sugiere un problema de una complejidad tal que limitarse a comparar una vacuna con otra con base en su eficacia o la frecuencia de presentación de situaciones adversas, menospreciando en primer lugar la importancia de asegurar un umbral de eficacia que no necesita ser del 100%, pero también aspectos como la capacidad de producción de las empresas, los problemas de distribución física (transporte y almacenamiento) y cuantitativa, la duración de la inmunidad, la eficacia en caso de mutaciones, la política de aplicación local y de categoría, es demasiado reductivo.
Un aspecto fundamental es justamente el de la producción, al cual está asociado el de una distribución equitativa entre los países que no penalice los países de menor ingresos. Hoy la OMS hizo otro llamado de atención al hecho de que solamente en 42 países se ha empezado a vacunar, y no debería hacer falta subrayar que entre ellos solamente seis son de ingresos medios y los demás todos de altos ingresos.
Recordando las declaraciones del G20 en Abu Dhabi, pienso en Malherbe: Ellas son “del mundo, donde las cosas más lindas tienen el peor destino y viven lo que viven las rosas, el espacio de una mañana”.
Miremos a Pfizer, su producción en 2020 ha sido de 50 M de dosis, y 1300 M son previstos para 2021. Y tiene compradores por mucho más de su producción. La Unión Europea, que ya tenía previsto comprar 300 M de dosis, hoy amplió esa cantidad hasta 600 M. Estados Unidos, que compró 100 M, tiene una opción por 500 M más. Canada 79 M (suficientes para vacunar cuatro veces y media su población), China 100 M, Reino Unido 40 M y podríamos seguir.
Es cierto, como afirma el Dr. Suero, que algunos países latinoamericanos han optado por esta vacuna, aunque, valga la aclaración, como una de las vacunas escogidas. Algunos como Argentina y Bolivia están en una etapa preliminar de negociación, Brasil, en una más avanzada por 70 M de dosis, otros han cerrado contratos: México por 34 M, Colombia que prevé recibir 10M, Perú 9 M, o Costa Rica y Panamá que esperan recibir 3M cada uno y Chile 1.6 M. Y a esto hay que agregar que el trecho entre comprar y vacunar es largo.
En lo referente a Moderna (vacuna recordamos bastante más cara), su producción 2021 esperada es de 600M de dosis y Unión Europea y Estados Unidos ya se han asegurado 160M y 100M, respectivamente.
Los primeros datos de vacunación no son muy halagadores. Hasta la fecha han sido vacunadas alrededor de 17 M de personas, poco considerando las producciones anunciadas para 2020, ni todas con la vacuna de Pfizer por supuesto. En América Latina: México ha tenido poco menos de 60000 vacunados, Argentina 40000, Chile 10700, Costa Rica 2500.
Excelente noticia la de las gestiones del gobierno dominicano, anunciadas en una conferencia de prensa por el presidente Abinader y la vicepresidenta Peña. Según una noticia reciente en enero se esperan 25000 dosis de Pfizer. Esto no cambia el carácter marginal de la participación de Pfizer en el proceso de vacunación en el país.
Si se analiza las políticas de compra de los países latinoamericanos, también aquellos que están usando Pfizer, recurrirán ampliamente a AstraZeneca. Las razones principales son conocidas: menos problemas de almacenamiento, costo menor, posibilidad de acceso al programa COVAX. En una de las entrevistas recordadas al comienzo, el Dr. Puello observa que es mejor inmunizar el 90% de un país que el 50%.
En una tal situación la preocupación del CMD parece incomprensible y la referencia al resto de América Latina no convence.
Sin embargo, el mensaje implícito no deja de ser preocupante. Ya se observó que de todas formas AstraZeneca será la vacuna mayormente utilizada en el país. Destacar su posible menor eficacia, y recordamos que parece que la eficacia, en caso de una doble vacunación siendo la primera de media dosis es del 90%., comparable con la de las otras vacunas, puede tener un efecto desalentador, cuyas consecuencias para la salud pública son peores que las causadas por el mero hecho de una menor eficacia.
El Dr. Báez pidió que el CMD retractara sus afirmaciones. Las aclaraciones hechas explican como un malentendido manipulado, la interpretación de que el CMD haya prohibido recurrir a AstraZeneca. Es cierto que no hay ninguna prohibición, pero subrayar que hay médicos que no aplicarían esa vacuna y sobre todo afirmar el derecho de vacunarse usando la vacuna que se considere más conveniente es preocupante. Las vacunas son disponibles en cantidades limitadas. La política de aplicación debe responder a criterios de utilidad y salud pública. Fomentar la idea de que exista un libre mercado de la vacuna es peligrosísimo. En Internet ya hay ofertas de este tipo, y es éste un mercado que no se puede dejar descontrolado o peor controlado por quien logre hacerlo.
En conclusión, lo que sí es urgente es que empiece el proceso de vacunación. Los datos crecientes de presión sobre el sistema hospitalario, y las unidades de cuidado intensivo no permiten debates académicos sobre qué vacuna es mejor. Mucho más importante es planificar el proceso de vacunación, para que sea eficaz con relación a la difusión del contagio y las exigencias de proteger grupos de alto riesgo.