Ciertamente que la pandemia del corona virus nos ha distraído de muchas cosas, de muchos asuntos importantes, en este caso, de un asunto de importancia vital en todos los aspectos: el agua. Recién miramos a donde nunca hemos tenido que dejar de tener la vista pendiente y vigilante, esto es, hacia el recurso agua.

Hace unos años me llamó la atención un señor, que yendo junto a mí en la cama de una camioneta de viaje desde el sur profundo, esperó con una botella plástica de agua vacía en la mano, y solo hasta llegar al cruce del río, entonces la lanzó al agua para que se la llevara. Cuando tiramos los desperdicios, el tubo de la cocina de la casa, todo va dirigido hacia la cuneta. El tubo de los desechos del baño siempre sale hacia la cañada más cercana. Pero es por eso, porque el agua, sea de lluvia o del río, la llevará lejos de nosotros. No sabemos dónde, pero ya no la tendremos cerca.

¿Qué es lo que ha pasado que antes lo hacíamos y no ocurría nada? Los ríos han sido convertidos en cloacas, ha manifestado el ingeniero Gilberto Reynoso, director ejecutivo del Gabinete Presidencial del Sector Agua, en una reunión de Mesa de Trabajo “Diagnóstico y Soluciones para el Sector Agua en la República Dominicana”. Y el embajador de Francia en nuestro país Eric Fournier agregaba, “la crisis mundial del agua no es un fenómeno por venir, ya está aquí”.

Al parecer no nos dimos cuenta de que ya no somos tan pocos, o de que nos hemos aglomerado en un solo sitio, o que no hemos planificado ni organizado cómo establecer nuestras viviendas. Ensuciamos nuestra agua, tenemos poca. Depredamos todo a nuestro paso. Y continuamos viviendo como si nada pasara. Producir, consumir y desechar es todo lo que importa. Vivimos el día a día. Hasta un día. Por eso y para eso es que no nos enseñan biología ni ecología en la escuela. Ojalá que cuando nos demos cuenta de para qué debíamos estudiarlas, no sea demasiado tarde.