Pregunta usted, pregunto yo, pregunta él, pregunta ella, preguntamos todos con más que justificada rabia; desde Cabo Engaño hasta la última jurunela de la frontera; desde la Capital hasta las lomas de Puerto Plata; desde el tutumpote hasta el asalariado: ¿Por qué diablos tenemos que darles a los partidos políticos, de nuestros impuestos, 67 millones de pesos cada mes? ¿En qué gastan todos estos zánganos tanto dinero del erario? ¿Qué nos dan a cambio? En fin, ¿por qué debemos pagar a tan alto precio esta democracia de tan mala calidad?