El siete (7) de julio de 2019 inició la precampaña electoral en la República Dominicana. Nos preparamos para las elecciones generales de 2020. Los dominicanos saben que este anuncio de la Junta Central Electoral (JCE) es un hecho desde que el Presidente de la República toma posesión; aquí no hay tregua.

La precampaña y la campaña -cuya diferencia es difícil de distinguir-, se desarrollan los trescientos sesenta y cinco (365) días del año. Pero, formalmente, la JCE marca un período determinado para el inicio y la clausura de estas actividades. Todo queda en la formalidad, porque los partidos políticos y los candidatos independientes no tienen ni aceptación ni regulación alguna. Por esto y por otras razones que son conocidas, iniciamos un período complejo para la salud ciudadana, para la convivencia social y para la calidad de la democracia. Interesa que los diferentes sectores sociales se preocupen y se ocupen de aportar para que el período de la precampaña electoral se convierta en un espacio de humanización, de fortalecimiento del sistema democrático; y para la construcción de una cultura política que supere la mediocridad y la carencia de imaginación creadora. Nuestro aporte se orienta a proponerles a los candidatos y organizaciones políticas líneas de acción comprometidas con la vida de las personas, de la sociedad y de la democracia.

Los aspectos sustantivos de estas líneas subrayan, en el compromiso con la vida de las personas, el desarrollo de las actividades políticas con un tono propositivo y dialógico que elimina la denostación de los demás candidatos. Asimismo, han de poner cuidado y respeto al medioambiente, de tal modo que los ruidos no afecten a las personas ni a las comunidades. Los candidatos han de asumir que la contaminación por ruidos, basura y violencia verbal, coloca la salud personal y social en situación de riesgo. De igual modo, han de desarrollar la capacidad creativa para organizar una precampaña electoral que incentive los valores que potencian la vida presente y futura de los dominicanos. Para ello han de trabajar a partir de la realidad, evitando promesas que muestran las grietas y los vacíos que la integran. Han de pensar la precampaña para superar la superficialidad y la autorreferencialidad permanente. Es necesario que avancen hacia una precampaña que opta por una vida más digna y justa para los dominicanos. Han de escoger una posición de mesura y de equilibrio para superar la esquizofrenia política que vuelve inútil la precampaña y que crea un clima de agresión verbal e involución política.

De igual manera, la precampaña ha de potenciar la vida de la sociedad; y para ello los candidatos han de motivar la participación ciudadana en el proceso electoral aportándole informaciones veraces y útiles para su formación y acción. Además, han de mostrar un comportamiento ético que se fundamente en experiencias marcadas por la transparencia y la rendición de cuentas. De igual modo, los candidatos han de estar abiertos a las interpelaciones de la sociedad, para que su liderazgo responda a las expectativas de sus comunidades; y su actuación sea más coherente con el discurso que proclaman y con lo que ofertan a sus seguidores. Los candidatos han de prepararse de forma sistemática y con rigor, para que aporten al país oportunidades de educación que contribuyan a la superación de la ignorancia que afecta a muchos ciudadanos por las dificultades que han tenido para acceder a procesos de formación escolarizados e informales. Asimismo, han de gestionar con austeridad los recursos que el Estado Dominicano y sectores particulares ponen al servicio de la precampaña. No pueden olvidar la crisis que está generando el cambio climático, lo cual demanda coherencia para no acentuar sus efectos en el contexto dominicano.

La calidad de la democracia dominicana ha de ser fortalecida por los candidatos y simpatizantes; para ello es necesario superar la languidez que la afecta en esta coyuntura histórica. Desde esta perspectiva, los protagonistas de la precampaña han de promover una práctica política orientada al fortalecimiento de los valores democráticos que le confieren consistencia a la organización social y política de la nación. Además, han de poner en ejercicio un liderazgo comprometido con el desarrollo y la estabilidad de la sociedad dominicana. También han de despertar en todos los que se movilicen un sentido de pertenencia que se traduzca en una participación social activa y en un compromiso explícito con los sectores más vulnerables. Asimismo, han de procurar que la precampaña sea un escenario para que las personas se constituyan como sujetos y superen la dependencia y el servilismo que supone pérdida de identidad y de autonomía. Del mismo modo, han de respetar las leyes; han de aplicarlas con la responsabilidad debida para un mayor fortalecimiento de la institucionalidad y de la democracia.

Los candidatos han de llenar de contenido su rol y su misión para dejar de estar entre aquellos que instrumentalizan la democracia y pasar a ser parte de los que contribuyen con su fortalecimiento cualitativo. La República Dominicana no puede retroceder en la búsqueda de valores y prácticas que potencien sus capacidades; y redimensionen su compromiso con una democracia más creíble.