“Mas de 90% de los pacientes en nuestras UCI tomaron ivermectina. Entonces significa que esta no es capaz de hacer lo que se promete.” – Marise Reis

Al mismo tiempo que en la República Dominicana, de muy buena fe, una fundación privada gasta sus chelitos en donar kits medicinales conteniendo ivermectina a un hospital público para curar a los enfermos de la Covid-19, Perú anuncia que desiste del uso del fármaco antiparasitario para ese propósito. 

Después de dispensar muchos millones de dosis del antiparasitario “milagroso”, Perú sigue sin detener el avance del coronavirus, siendo actualmente el país latinoamericano con la más alta tasa de mortalidad. Desde abril del año pasado, la ivermectina se dispensaba agresivamente para casos ambulatorios y leves de Covid-19, e incluso como medicina preventiva, a pesar de tempranos llamados a la cordura de parte de investigadores responsables. En octubre se había dejado de recetar la ivermectina a los pacientes internos, al comprobarse en ensayos clínicos que no tenía ningún efecto curativo en los casos moderados y severos requiriendo hospitalización. Bajo fuerte presión de los promotores de la milagrosa ivermectina para curar la Covid-19, en ese momento se limitó la prescripción a “pacientes leves con factores de riesgo que se encuentren en los primeros días de la enfermedad”, pues los peruanos no encontraron evidencia inequívoca de la inutilidad del fármaco en pacientes ambulatorios. Los ensayos clínicos en pacientes externos son mucho más difíciles y costosos de hacer con toda rigurosidad científica, y por eso han tardado más los datos necesarios para evaluar la eficacia del medicamento comparado con un placebo en pacientes con Covid-19 ligero a moderado.

Durante demasiado tiempo los peruanos siguieron gastando en “medicamentos milagrosos”, en lugar de comprar el oxígeno imprescindible para la supervivencia de muchos enfermos en etapa crítica de insuficiencia respiratoria. “Un estudio publicado en la Revista Acta Médica a mediados del 2020 demostró que 2 de 3 peruanos con Covid-19 habían tomado ivermectina. Además, las revisiones de historias clínicas de los fallecidos en el hospital regional de Loreto y en el hospital Virgen de Fátima de Piura realizadas por el investigador Alfredo Espinoza demostraron que el 90% y el 75% de pacientes, respectivamente, había tomado esta medicina.” El país que hizo el uso más agresivo de la ivermectina para combatir la Covid-19 en el mundo tenía, al 27 de marzo en curso, 160.17 muertes por 100,000 habitantes, más de 5 veces la mortalidad reportada en la República Dominicana, que se mantiene ligeramente por debajo del promedio mundial. Lamentablemente, la ivermectina no ha servido de escudo para prevenir la enfermedad severa y la muerte de los que se contagian en Perú, como habían apostado las autoridades sanitarias de esa nación. 

El anuncio del Ministerio de Salud peruano (MINSA) se produce en la misma semana que la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) desaconsejó utilizar la ivermectina para los casos de Covid-19 por falta de evidencia científica sobre "la eficacia y la inocuidad del producto", a pesar de que en Europa no se ha recetado el antiparasitario para curar enfermos de Covid-19 en ningún momento. No sorprende la decisión peruana, pero sí el momento del anuncio, pues la OMS ha prometido dar la semana próxima su veredicto sobre la utilidad de la ivermectina en el tratamiento de la enfermedad viral, basándose en la evidencia de los ensayos clínicos que se han publicado hasta la fecha. ¿Es el anuncio del MINSA peruano un presagio de la recomendación sobre el uso de la ivermectina que dará a conocer la OMS en la última semana de marzo?

Las noticias provenientes de la Agencia Europea de Medicamentos y el MINSA peruano sugieren que la recomendación de la Organización Mundial de la Salud no será favorable al uso de la ivermectina para prevenir y curar la Covid-19, pues la OMS analiza la misma evidencia clínica que las agencias reguladoras de medicamentos que ya se han pronunciado al respecto. El 5 de marzo en curso, la FDA estadounidense advirtió de nuevo, en una circular titulada, Por qué no debe utilizar ivermectina para tratar o prevenir el COVID-19, sobre el peligro de tomar ivermectina para prevenir o curar la Covid-19 fuera de un ensayo clínico, pues el antiparasitario no ha sido aprobado para ese uso. La empresa farmacéutica Merck o MSD, propietaria original de la patente de la ivermectina hasta su vencimiento hace unos años, y mercader del medicamento bajo la marca STROMECTOL, advirtió a principios de febrero 2021 que no había indicios de la eficacia del fármaco para curar la Covid-19 y desaconsejó su consumo para esos fines. 

Por otro lado, en Brasil la fiebre por la prevención y cura de la Covid-19 con ivermectina y otros medicamentos sin eficacia comprobada sigue en su apogeo, sin lograr atenuar la epidemia que en los últimos días se cobra diariamente más de tres mil vidas. De continuar al ritmo actual, Brasil desplazará a EE. UU. como la nación con el mayor número absoluto de muertes por Covid-19 en el mundo antes de fin de año. Brasil aún no ha acatado la recomendación de la OMS, que data de julio 2020, de eliminar la hidroxicloroquina del tratamiento contra la Covid-19 en todas las etapas de la enfermedad. Todavía en marzo 2021, según El País, en la práctica “los cócteles de medicamentos que reciben pacientes incluso negativos de coronavirus incluyen hidroxicloroquina, ivermectina y prednisona, de ineficacia probada contra el virus”, basándose  en el respeto a “la autonomía de los médicos en la prescripción de medicamentos, ya que son ellos los que deben valorar la necesidad de utilizar cada remedio para el tratamiento de la enfermedad”. La ivermectina incluso figura en el protocolo oficial de las autoridades federales de salud y es comprada con fondos públicos para su distribución masiva en muchos estados y municipios donde más grave es la pandemia, aunque hay reportes de pacientes con hepatitis medicamentosa a consecuencia de la excesiva ingesta de ivermectina y azitromicina como tratamiento precoz de Covid-19.

La ironía de la tragedia brasileña es que, a pesar de ser la nación con mayor capacidad de investigación científica en América Latina, es la que menos ha basado su política sanitaria de lucha contra la Covid-19 en la evidencia científica. Un estudio de científicos brasileños sugiere incluso que el tratamiento precoz de la Covid-19 con fármacos sin eficacia comprobada (curas milagrosas) en Manaos, epicentro de la pandemia en Brasil y donde surgió la peligrosa variante P.1, ha contribuido a aumentar los contagios y su severidad, atribuible a la falsa confianza en la efectividad del medicamento para prevenir la Covid-19.  Por su lado, Natália Pasternak, microbióloga en São Paulo, resume magistralmente los sucesivos errores de la política sanitaria brasileña: El gobierno inicialmente desestimó la amenaza de la pandemia, luego la necesidad de medidas preventivas y luego se lanzó contra la ciencia al promover las curas milagrosas. Eso confunde a la población, lo que hace que la gente se siente segura al salir a la calle”. 

La gran mayoría de los pacientes que han tomado ivermectina se ha curado de la Covid-19 sin graves consecuencias de salud. ¿Significa en consecuencia que la ivermectina es segura y eficaz contra el coronavirus? También se recuperaron casi todos los que ingirieron hidroxicloroquina, kutuki y azitromicina. Sin embargo, en lugares donde mucha gente ha tomado ivermectina, como Brasil y Perú, la mayoría de los que terminan en la UCI han tomado el antiparasitario antes de ser hospitalizados. 

Perú se ha anticipado a la recomendación de la OMS con la eliminación de la ivermectina como tratamiento precoz contra la Covid-19 porque sus gobernantes han comprobado que las curas milagrosas no han salvado vidas como esperaban. Ya antes habían acertadamente eliminado la hidroxicloroquina y la azitromicina. 

¿Cuánto tiempo les tomará a los gobernantes brasileños, y otros que siguen sus pasos, descartar los medicamentos sin eficacia comprobada de su botiquín para prevenir o curar la Covid-19? 

Post hoc ergo propter hoc.