La palabra crisis viene de un vocablo latín y griego que significa ruptura. La crisis provoca inestabilidad, movimiento, vacío y cuando  se toma lo que brota de ella,  se genera un hijo de esta que se llama revolución. La historia de la humanidad se ha visto sacudida por grandes crisis sociales, algunas han dejado nuevas cosas.

Así, las personas hemos vivido crisis de todo tipo, pero la vida se compone de eso, y en medio de esas crisis no falta quienes dicen, las crisis hacen crecer, y yo renacida muchas  crisis, estoy consciente de que es pura verdad, lo que pasa es que cuando se está en medio del alboroto que esta provoca una solo tiene ojos para verla a ella y a nada más.

Hoy día, estamos al borde de una crisis cada día, y bien no acaba de pasar una cuando la otra está en fila esperando sin que nadie la vea, hasta que estalla; a veces, no se si te ha pasado, pero a mí me sucede,  y es que me sale un grito y digo: vacaciones de crisis, malas noticias y reportajes depresivos y que va, ahí es que vienen los más fuertes. Al suceder eso, las personas, las familias y la sociedad entera se lastima, llora, gime, desesperada busca un aliciente donde encontrar un oasis en medio de tanto desierto, y creo que es  justo y hasta necesario.

Entonces me conecto de nuevo con la esperanza y me digo a mi misma, no es posible que esto sea el final de esta película, no es posible que no haya otro mensaje, otro cuento, otro canto, otras palabras, noticias, otras lecciones para aprender y emprender, y es ahí donde sueño y despierto con un aliento nuevo, con el deseo de seguir adelante, de seguir sembrando nuevas semillas, de encender nuevos faroles, de abrir otras puertas, en fin, de apostar de nuevo al corazón humano, en el cual Dios sigue habitando todavía. Desde ahí es posible sembrar valores y hacer un vivero de distribución.

Es posible proponer valores hoy?

Si, pues creo que en lo más profundo del corazón humano se siente esa necesidad, ese deseo, esa esperanza de un mundo, región, nación, familia y persona diferentes. En la profundidad del alma se añora la falta de esos valores que hacen de la humanidad un ente lógico, razonable y al mismo tiempo, y muy importante,  amoroso.

Ese semillero de valores hay que hacerlo en el conuco de la familia, de la persona y esto impactará en la sociedad, esto así,  porque somos los humanos los que necesitamos valores ya que ni el mundo animal, vegetal o mineral, necesitan ese código para vivir, pero hasta ellos se ven favorecidos cuando los humanos vivimos con un sistema de valores. 

De pequeños hay dos escuelas que nos enseñan y proponen valores, estas son la familia y la escuela, luego al ir creciendo vamos encontrado otros grupos sociales o instituciones que también deben modelarnos valores. Entonces, siendo así, creo que amen de los diferentes tipos de familias que puedan existir hoy día, es urgente volver a sacar de antaño el librito de los valores, esos valores que nos permiten ser seres civilizados, educados, adecuados, integrales, sanos, cuerdos, esos que nos enseñan a saber que si no es mío es porque pertenece a otro, que si a mí me duele al otro también,  que si a mí no me gusta de seguro que tampoco al otro, que existen límites, que si quiero buen trato eso debo ofrecer, en fin, esos valores que nos enseñan a ser humanos y sobre todo a ser gente. 

La familia, no importa de cuantos miembros estén formadas tenemos el compromiso de suplir a la sociedad de seres humanos saludables de forma integral, es decir, sanos físico, mental, emocional y espiritualmente. No podemos dejar a no se sabe quién esa tarea pues hay que recordar que el puente que construyo hoy es por ese que caminaré mañana, y si  éste es falso, qué pasará conmigo?

Finalmente, es posible, necesario y urgente empezar a proporcionar, modelar, sembrar y construir valores en tiempos de crisis, así para cuando la crisis pase tenemos la nueva cosecha.