La comunidad gay en el mundo está de plácemes. El triunfo de la mujer barbuda en el festival de la canción europea  Eurovisión 2014 en Copenhague, el sábado 10 de abril, cautivó a los presentes y televidentes  que seguían con curiosidad a Conchita Wurst, la candidata y ganadora del primer lugar y oriunda de Austria.

¿Pero quién es este fenómeno evocador de Boy Georges, Sinnead, y otras figuras polémicamente sexuales de la farándula internacional? ¿Qué hay detrás de esa imagen petit femenina, candidata austríaca que se echó a los europeos en un bolsillo en una noche sin precedentes y en un súper espectáculo de luces,  colores y tecnología visto con poca frecuencia?

Hasta ahí todos los aplausos. Los franceses, italianos, austríacos, alemanes, británicos y otros ciudadanos “liberales y progresistas unidos” del planeta están fascinados con la nueva diva con barbas de la canción moderna, con un mensaje que persigue el respeto y la tolerancia a la comunidad LGBTH y M, y otras modalidades cubiertas bajo la bandera del  ominoso arcoíris terrenal.

Lo cierto es que la Concha o la Conchita europea, con todos sus pelos, podría ser el preludio de una nueva era de un tercer género que oscile entre travesti y transexual

Pero como todas luces tienen sus sombras, resulta que la intérprete de la canción Rise like a Phoenix (Elevarse como un Fénix, evocadora de los temas de la mítica serie de James Bond), también es un hombre austríaco declarado homosexual llamado Tom Neuwirth, de 25 años, connotado defensor de los derechos de la comunidad lésbica, gay, bisexual, transexual, homosexual y metrosexual, entre otras tonalidades rosadas.

Tratar este asunto no es tarea fácil. Porque muchos para estar “políticamente correcto” prefieren no tocarlo con respeto ni con el pétalo de una rosa en este lado del mundo. Pero en Europa, la vieja y decadente Europa, la moral depende de quién o qué institución la dicte, y lo que antes del siglo pasado era considerado una simple desviación de la naturaleza, asunto de “closets” cerrados, ahora  se perfila con ribetes de derechos humanos, legales, económicos, diplomáticos, religiosos y hasta políticos.

De modo que mi vecino Genaro, al igual que Raymond Pozo y Miguel Céspedes, no ocultan su resquemor ante el avance de un género sexual amanerado, no definido, y por demás difícil de explicar a los hijos, que avanza como ciclón anunciado con la amenaza de barrerlo todo y sin ninguna consideración a las buenas costumbres propias de otras épocas, sin que por ello dejen de ser perennes.

Dicen que en Eurovisión 2014 venció la imagen sobre la calidad de los temas. Lo cierto es que la Concha o la Conchita europea, con todos sus pelos, podría ser el preludio de una nueva era de un tercer género que oscile entre travesti (alguien que se viste con ropas del sexo contrario) y transexual (persona que se siente del sexo opuesto, contrario al que ha nacido.).

Dicho ente, con o sin órgano sexual de género definido, aspira a pasearse entre la libertad o el libertinaje por las calles de Cayo Hueso, Florida, el Malecón de La Habana, Soho o Chelsea, en Nueva York, Le Marais, París, San Francisco, Liverpool, Mayagüez, Lavapiés,Maspalomas, Milán, Barcelona, Berlín, San Telmo, y por qué no… ¡Santo Domingo!