El PLD y el gobierno no ofrecen respuestas pertinentes, responden por la tangente, o no responden. Decidieron “renunciar al desmentido”, como explica  en uno de sus artículos el sociólogo Melvin Mañón. Evaden el tema de la corrupción. Aspiran a  que la  propaganda y la retórica se ocupen de diluirlo y  que todo siga igual que antes. O mejor…

Con una intensidad apabullante, la propaganda oficial detalla día y noche las proezas administrativas del presidente Danilo Medina: logros económicos, obras de infraestructura, atención al campo, etc. Pero, sucede que nadie está preguntando sobre obras del gobierno.

Las protestas no tratan sobre el desarrollo, nadie que marcha en las calles duda de la macroeconomía; no exhiben pancartas negando el beneficio de  las pymes. La gente protesta por la  impunidad y la corrupción, exigen respuestas sobre esa realidad. El oficialismo evita darlas, andándose  por las  ramas, escabulléndose.

El aparato de propaganda palaciego se enfrasca en un diálogo de locos teatralizado a través de los medios, evade maliciosamente el escándalo, manipula, desquicia, y distrae. Despliega un discurso irrelevante, pródigo en exaltaciones personales que llegan a extremos preocupantes.

La ciencia de la comunicación explica lo que es un dialogo tangencial: aquel en que las respuestas de uno de los interlocutores no se corresponde con la pregunta del otro. Ejemplo: Pregunta – “¿A qué hora se acostó usted anoche?  Respuesta – “A mi me gusta comer tostones.” De ese intercambio, sólo puede surgir una conversación de locos, de cómicos, o con intención de confundir al otro.

Si preguntamos por Odebrecht, inauguran hoteles; si hablamos de Punta Catalina, detallan las reformas educativas;  si preguntamos por Rondón,  señalan  números de  inversión extranjera. Y si nos quejamos del clientelismo, sacan a colación sus  “organismos reguladores”. Cantinflas tenía que haber sido director de  propaganda o  vocero del palacio. 

Y las exaltaciones personales, parte del  mercadeo desbocado, han llegado a extremos preocupantes. Recientemente, Reynaldo Pared Pérez afirmó que en Danilo Medina tenemos “un nuevo redentor”.  ¡Mira qué bien! Y hasta podría ser verdad – al menos entre quienes lo acompañan que, antes pobres, hoy son ricos. Pero es que tampoco interesa la divinidad del jefe, el problema es otro: su casi segura participación en las contrataciones dolosas con Odebretch

Otro senador del PLD se  disparó con una lambida descomunal, diciendo que Danilo brilla más que el sol. “¡Ey  diablo!” A ese también se le olvidó que a este país le tiene sin cuidado la fotometría del mandatario, pues lo que interesa es medir el monto de las sobreevaluaciones, y cuantificar el desfalco  perpetrado por el PLD.

Más clara no puede estar la gente: quiere desenterrar sospechosos, enjuiciar ladrones, y encarcelar corruptos. El tema es el saqueo del Estado. Nos tiene sin cuidado “la grandiosa obra de gobierno”

¿Se atreverá alguna vez nuestro presidente a sentarse en una mesa redonda, frente a periodistas y ciudadanos independientes, y comenzar a contestar las preguntas que debió haber contestado hace mucho tiempo? Por supuesto que no. Su plan es seguir escondido detrás de las  tangentes.