Aunque nadie me conoce como feminista, en el sentido en que suele ser entendido el termino, el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo ganó este año el Sello de Oro de Igualdad de Género que otorga el Ministerio de la Mujer conjuntamente con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. El mismo fue compartido con el Gabinete de Coordinación de las Políticas Sociales.

Y digo que feminista en el sentido en que suele ser entendido el termino porque mucha gente cree que preocuparse por la equidad de género se traduce en decir o escribir “las ciudadanas y los ciudadanos, las economistas y los economistos”, cosa que nunca he hecho, porque pienso que equivale a afear el lenguaje hasta niveles intolerablemente ridículos.

Supongo que entre los factores tomados en cuenta para el galardón los que evaluaron las distintas instituciones consideraron, además del clima de respeto a la condición de la mujer que se respira en las instituciones y la preocupación por la equidad en el acceso a los puestos de trabajo y las remuneraciones, el trabajo llevado a cabo por el equipo de profesionales de la institución.

Independientemente de la motivación personal de un ministro, entre las responsabilidades que tiene el Ministerio de Economía juega un rol primordial impulsar el cumplimiento de los objetivos planteados en la Estrategia Nacional de Desarrollo y, concomitantemente, coordinar la puesta en vigencia de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de cuyos avances el Estado Dominicano tiene la obligación de periódicamente rendir cuentas frente a la comunidad internacional.

Ambas cosas nos imponían el deber de impulsar una serie de políticas que, sin corresponder estrictamente a lo que sería una agenda feminista, coinciden con muchas de sus reivindicaciones.

En tal sentido, entre las primeras tareas que debimos abordar, nos correspondió convocar a los ministros de Salud, Educación, la Mujer y la Juventud, así como al Gabinete de Coordinación de las Políticas Sociales, que dirige el Despacho de la Dra. Margarita Cedeño, Vicepresidente de la República, a fin de que trabajáramos conjuntamente en el impulso y la aplicación de instrumentos encaminados a bajar los elevados índices que acusa el país en los siguientes aspectos:

  • La mortalidad materna
  • La violencia de género y su manifestación más desgarrante, los feminicidios
  • El matrimonio infantil y la unión temprana
  • El embarazo adolescente
  • Las violaciones sexuales

Posiblemente no tuvimos todo el éxito que esperábamos, pero los ministros se involucraron, con mayor o menos entusiasmo, y muy particularmente el Despacho de la Vicepresidente de la República y el Gabinete de Coordinación de las Políticas Sociales, en su rol de Coordinador de la Subcomisión “Personas” de los ODS.

En este esfuerzo sí contamos con el apoyo del Sistema de las Naciones Unidas, y cada vez que nos tocaba asistir a informar sobre los avances del país en la Agenda 2030, expresábamos claramente que, pese a la satisfacción por los grandes éxitos que exhibe la República Dominicana en una serie de aspectos, incluyendo el crecimiento económico, la reducción de la pobreza y el hambre, en esos aspectos no nos sentíamos nada orgullosos, sino profundamente avergonzados.

Una parte de estos fenómenos están muy vinculados entre sí, pero cada uno constituye un problema social serio. Es cierto que las principales interesadas son las mujeres, pero no son problemas solo de las mujeres. Cualquier episodio que se presente en cualquiera de ellos constituye un trauma para toda la familia, la comunidad y el país.

Por ejemplo, la unión temprana suele inducir a la violencia de género y también al embarazo adolescente. Y esto conduce a profundizar una gran variedad de problemas sociales, entre ellos el abandono escolar, la salud y mortalidad materna e infantil, la pérdida de oportunidades futuras de empleo de calidad y generación de ingresos, la pobreza extrema y la desigualdad social, con todas sus implicaciones. Por tanto, más que ser problemas femeninos, son problemas que nos conciernen a todos.

Por eso me pareció tan chocante la oposición que surgió en algunos sectores fundamentalistas a la Orden Departamental 33-19 del Ministerio de Educación, que pretende educar a las futuras generaciones en torno a una mayor equidad de género.