La violencia en los centros educativos públicos y privados del país  es un fenómeno que ha ido creciendo y sus manifestaciones son cada vez más preocupantes.

A los muchos casos de violencia escenificados las escuelas dominicanas  viene a sumarse un estudio reciente realizado por la Ryerson University de Canadá conjuntamente con instituciones y profesionales nacionales, que nos da una nueva voz de alerta. Dicho estudio destaca que el 25% de estudiantes de las escuelas públicas entre 13 y 15 años ha sido víctima de violencia en la escuela.

La preocupación es mayor cuando  el citado reporte se lee entre líneas: “de cada cuatro estudiantes uno ha sufrido violencia en el presente año, lo que expresado en cifras da unos 402,329 estudiantes, de los cuales 316,501 pertenecen al ámbito urbano y unos 85,000 al ámbito rural”. A esto hay que sumarle el número de “abusadores”  y de “espectadores”, que como actores activos en la “cadena  del abuso escolar” preocupan de igual manera que las víctimas.

¿Qué soluciones? Hay diversas. Debemos buscarlas, analizarlas y aplicarlas. En esta búsqueda habremos de poner la mirada en la herramienta elaborada y recomendada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO,  publicada con el título:  “Poner fin a la violencia en la escuela: Guía para docentes” (unesdoc.unesco.org).

Esta Guía se elaboró para generar transformaciones considerables ayudando a las comunidades escolares y a la comunidad internacional en general a reaccionar ante la violencia escolar y a aplicar medidas efectivas para prevenirla. Es el fruto del esfuerzo concertado de un amplio número de expertos, educadores, partes interesadas e instituciones competentes con miras a ese fin.

La Guía examina varias formas de violencia que se producen en la escuela y aporta sugerencias prácticas sobre lo que los docentes pueden hacer para prevenirlas. Se proponen diez esferas de acción y en cada una de ellas se dan ejemplos concretos que los profesores pueden replicar para afrontar y prevenir la violencia.

La Guía se proporciona también un punto de partida fundamental para que la comunidad internacional tome medidas. “El hecho de no tomarlas tiene graves consecuencias, ya que las repercusiones de la violencia siguen afectando a los niños a lo largo de toda su vida, lo cual influye negativamente en su desarrollo emocional y cognoscitivo, su salud, su comportamiento y, en última instancia, en la sociedad en general. Ninguna forma de violencia se justifica y toda violencia se puede evitar”.

A pesar de que los docentes desempeñan un papel fundamental para poner fin a la violencia en la escuela, ellos solos no pueden afrontar el problema. Hay que tomar medidas que abarquen múltiples aspectos e involucren a todos los miembros de la comunidad escolar de manera integral: profesores, estudiantes, padres de familia, personal técnico y administrativo, de vigilancia  y líderes comunitarios.

Conviene destacar que las medidas que se proponen en esta Guía alcanzarán su máxima eficacia cuando se adopten en el contexto de un planteamiento holístico que contemple la participación de todos los miembros de la comunidad escolar.

El planteamiento holístico de la escuela se fundamenta en un enfoque de la educación basado en los derechos humanos. En él se contempla el derecho de toda persona a una educación de calidad y el respeto de los derechos humanos. Un enfoque basado en los derechos fomenta el acceso a la enseñanza y la participación en ella, pues favorece la integración, la diversidad, la igualdad de oportunidades y la no discriminación.

Dicho enfoque también mejora la calidad de la educación, al promover prácticas pedagógicas centradas en el estudiante y participativas, y al crear un entorno de aprendizaje seguro, dos elementos fundamentales para que tenga lugar el aprendizaje significativo.

El respeto de los derechos humanos propicia el desarrollo social y emocional del niño garantizando su dignidad humana y sus libertades fundamentales, que son necesarias para que los estudiantes desarrollen todo su potencial. Además, el respeto de los derechos humanos sienta las bases para una cultura de paz al fomentar el respeto de las diferencias, que es vital para prevenir la violencia y promover la convivencia pacífica.

En el marco de la filosofía  educativa de “una escuela que aprende”, saquemos el mejor provecho a esta Guía para poner fin de la violencia en la escuela.  Es de sabios el “dejarse guiar” para llegar a puerto seguro. Hagamos un acto de inteligencia. ¡Dejémonos guiar por esta Guía!