Dicen y hacen de todo (creo que hasta van a la gallera y juegan loto). No hay nada mundano de lo que no hable un arzobispo, obispo, reverendo o predicador de “la palabra del Señor” (sin precisar qué Señor en realidad es que citan). En las coyunturas electorales hacen mítines hasta en grandes estadios. Se organizan como órganos periféricos de partidos y defienden sus candidatos. Generalmente se alinean con los gobiernos y pocas veces con la oposición. No pagan impuestos, aunque se benefician generosamente de los nuestros. (Por lo visto, para estos señores “mi reino no es de este mundo” es un chiste de mal gusto).