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Abril es el mes más cruel
Quizás para nosotros en cierto modo hace 53 años lo fue: no podemos separarlo de la revolución y de la guerra. Empero, el aserto no tiene que ver con ello sino con T S Eliot el poeta que en su Tierra Baldía (The waste land) comienza: Abril es el mes más cruel:/ engendra lilas de la tierra muerta/ mezcla recuerdos y anhelos,/ despierta inertes raíces con lluvias primaverales”. Es decir, nos retorna a lo que empezamos a fines de enero, al mundo de la poesía. Durante este mes no nos circunscribiremos al amor, va a ser también el de la Feria dedicada a Guatemala y a Lupo Hernández Rueda y en cierto modo a su Generación del 48, aunque tengo la debilidad de dar a conocer también algunos clásicos: Empiezo con Petrarca.
Se me ha metido en la vejez el deseo de que se lea y se disfrute la poesía en estos tiempos y no importa la temática o la época de la canción, la poesía es eterna y será siempre la misma, no importa quién ni dónde la escriba, con tal que sintamos esa vibración única que ella desparrama en nuestro ser.
Hijo del notario Pietro (Petracco) di Ser Parenzo, pasó su infancia en el pueblo de Incisa in Valle del Arno, cerca de Florencia. Su padre había sido desterrado de Florencia por los güelfos negros en 1302 a causa de sus relaciones políticas con Dante, que era güelfo blanco. El notario y su familia marcharon luego a Pisa y a Marsella. Los exiliados llegaron a Aviñón en 1312 y Francesco se instaló en Carpentras donde aprendió humanidades con el profesor toscano Convenevole da Prato. Pasó toda su juventud en la Provenza, asimilando la lírica trovadoresca, y empezó a estudiar Derecho en Montpellier a comienzos del otoño de 1316; allí conoció a varios miembros de la familia Colonna, y luego pasó a la Universidad de Bolonia; manifestando un gran amor por la literatura latina clásica, en especial por Cicerón; pero su padre, enemigo de esas lecturas, que veía poco provechosas, arrojó esos libros al fuego en 1320; la leyenda cuenta que la desesperación de Petrarca fue tal que tuvo que sacar lo que quedaba de ellos de la chimenea.
Tras la muerte de su padre regresó a Provenza e hizo los votos eclesiásticos menores. El 6 de abril de 1327, viernes santo, vio por primera vez a Laura, la mujer que idealizaría en sus poemas, en Aviñón. Poco se sabe de ella, aunque es muy posible que fuese la dama Laure de Noves, casada con un antepasado del marqués de Sade, y, por tanto, llamada tras su matrimonio Laure de Sade (1310-1348). Por ella sintió una pasión pura y constante, como la que Dante Alighieri había sentido por Beatrice Portinari, la Bice de La Divina Comedia.
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Amor lloraba, y yo con él gemía…
Amor lloraba, y yo con él gemía,
del cual mis pasos nunca andan lejanos,
viendo, por los efectos inhumanos,
que vuestra alma sus nudos deshacía.
Ahora que al buen camino Dios os guía,
con fervor alzo al cielo mis dos manos
y doy gracias al ver que los humanos
ruegos justos escucha, y gracia envía.
Y si, tornando a la amorosa vida,
por alejaros del deseo hermoso,
foso o lomas halláis en el sendero,
es para demostrar que es espinoso,
y que es alpestre y dura la subida
que conduce hacia el bien más verdadero.
Fue el día en que del sol palidecieron…
Fue el día en que del sol palidecieron
los rayos, de su autor compadecido,
cuando, hallándome yo desprevenido,
vuestros ojos, señora, me prendieron.
En tal tiempo, los míos no entendieron
defenderse de Amor: que protegido
me juzgaba; y mi pena y mi gemido
principio en el común dolor tuvieron.
Amor me halló del todo desarmado
y abierto al corazón encontró el paso
de mis ojos, del llanto puerta y barco:
pero, a mi parecer, no quedó honrado
hiriéndome de flecha en aquel caso
y a vos, armada, no mostrando el arco.
Los que, en mis rimas sueltas…
Los que, en mis rimas sueltas, el sonido
oís del suspirar que alimentaba
al joven corazón que desvariaba
cuando era otro hombre del que luego he sido;
del vario estilo con que me he dolido
cuando a esperanzas vanas me entregaba,
si alguno de saber de amor se alaba,
tanta piedad como perdón le pido.
Que anduve en boca de la gente siento
mucho tiempo y, así, frecuentemente
me advierto avergonzado y me confundo;
y que es vergüenza, y loco sentimiento,
el fruto de mi amor é claramente,
y breve sueño cuanto place al mundo.
Mis venturas se acercan lentamente…
Mis venturas se acercan lentamente,
dudando espero, el ansia en mí renace,
y aguardar y apartarme me desplace,
pues se van, como el tigre, velozmente.
Ay de mí, nieve habrá negra y caliente,
sierras con peces, mar que olas no hace,
y el sol se acostará por donde nace
Eufrate y Tigris de una misma fuente,
antes que ella una tregua, o paz, me ofrezca,
o Amor otro uso enseñe a mi señora,
que en contra mía ya han pactado alianza:
que si algo hay dulce, tras la amarga hora,
hace el desdén que el gusto desfallezca;
y de sus gracias nada más me alcanza.
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La fotografía