Rabindranath Tagores (Thakur), nació en Calcuta, 1861 y murió en Santiniketan en 1941. Es el más prestigioso escritor indio de comienzos del siglo XX. De origen noble, era el último de los catorce hijos de una familia consagrada a la renovación espiritual de Bengala, y se educó junto a su padre en el retiro que éste tenía en Santiniketan. En 1878 fue enviado a Gran Bretaña, donde estudió literatura y música.
Evocó este viaje en Cartas de un viajero (1881), que publicó en el periódico literario Bharati, fundado por dos de sus hermanos en 1876. De la misma época son los dramas musicales El genio de Valmiki (1882) y Los cantos del crepúsculo (1882), y la novela histórica La feria de la reina recién casada (1883).
En 1882, unas experiencias místicas le llevaron a escribir los Cantos de la aurora (1883). En este mismo año casó con una joven de dieciséis años, y a partir de entonces se dedicó a administrar los bienes de la familia de su esposa y a viajar por toda Bengala. En 1890 realizó un segundo viaje a Gran Bretaña. De este período son las colecciones poéticas Citra (1896) y El libro de los cumpleaños (1900).
En 1901 fundó una escuela en Santiniketan (Hogar de la Paz), en la que estructuró un sistema pedagógico que defendía la libertad intelectual del ser humano. En 1904 publicó el ensayo político El movimiento nacional, en el que se pronuncia en favor de la independencia de su país. En 1910 apareció La ofrenda lírica, una de sus obras más conocidas.
En sus últimos años se dedicó casi por completo a la administración de su centro de estudios, que a fines de 1921 se convirtió en universidad internacional con el nombre de Visva Bharati, y fue declarado universidad estatal en 1951.
De su extensa producción literaria cabe citar además los dramas Kacha y Devayani (1894), El cartero del rey (1913), Ciclo de la primavera (1916) y La máquina (1922); las novelas Gora (1910) y La casa y el mundo (1916); los poemarios La luna nueva (1913), El jardinero (1913) y La fugitiva (1918), y algunas colecciones de sus conferencias, como Sadhana (1912) y La religión del hombre (1930). Recibió el premio Nobel de Literatura en 1913.
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Poemas de Rabindranath Tagore
En mi cielo al crepúsculo
En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eras mía, eres mía, mujer de labios dulces
y viven en tu vida mis infinitos sueños.
La lámpara de mi alma te sonrosa los pies,
el agrio vino mío es más dulce en tus labios,
oh segadora de mi canción de atardecer,
cómo te sienten mía mis sueños solitarios!
Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
de la tarde, y el viento arrastra mi voz viuda.
Cazadora del fondo de mis ojos, tu robo
estanca como el agua tu mirada nocturna.
En la red de mi música estás presa, amor mío,
y mis redes de música son anchas como el cielo.
Mi alma nace a la orilla de tus ojos de luto.
En tus ojos de luto comienza el país del sueño.
Canción 3
A la rama que suavemente roza mi ventana como un anhelo vago, o una caricia, o un pensamiento,
¿qué aliento la mueve?
El agua que rueda y canta, por el sol, por la luna, ¿qué boca sedienta busca?
La luz que está como un ramo sobre la mesa en que escribo, ¿de qué corazón, de qué mirada
enamorada viene?
Y con esa voz que casi no es y como que me nombra, pasando en breve ráfaga por la calle
solitaria de la media noche, ¿cuál entre mis muertos queridos me nombra?
El camino
Allí donde existen los caminos, pierdo mi camino.
En el ancho mar, en lo azul del vasto cielo nadie trazó rutas jamás.
Las alas de los pájaros y su canto, la llamita de las estrellas, las flores en ronda de las
estaciones, ocultan el sendero.
Y he preguntado a mi corazón: ¿Acaso tu sangre, el paso de la sangre, no conoce el camino
invisible?
El brazalete
Veloz y límpido, el Jumna corría por el valle precipitándose entre sus orillas escarpadas.
En torno se agrupaban las boscosas colinas surcadas por las torrenteras.
Govinda, el gran predicador, estaba sentado sobre una roca y leía las escrituras, cuando
Raghunath, su discípulo, orgulloso de sus riquezas, se inclinó ante él diciendo:
"Te traigo mi humilde presente, indigno de ser aceptado."
Y depositó a los pies del santo un par de brazaletes de oro ornados con piedras de mucho
precio.
El maestro tomó uno, lo hizo voltear en torno a su dedo y los diamantes despidieron su
resplandor insigne.
De pronto el brazalete, deslizándose de su mano rodó por la pendiente orilla y fue a caer
al río.
"¡Ay!", exclamó Raghunath, y se lanzó a la corriente.
El maestro continuó su lectura, y el agua, escondiendo el tesoro arrebatado, siguió su curso.
Caía la tarde cuando Raghunath regresó cansado y aterido.
Casi sin aliento dijo al santo: -"Podría encontrarlo con que me dijeras tan sólo el sitio en
donde cayó."
Entonces el maestro alzando el otro brazalete, lo arrojó al río diciendo: "Está allí".
¡Luz! ¿Dónde está la luz?
¡Luz! ¿Dónde está la luz?
¡Enciéndela, ardor brillante del deseo!
Aquí está la lámpara, pero ¿y el aleteo de la llama? ¿Es éste tu destino, corazón? ¡Ay, cuánto mejor fuera la muerte!
La miseria llama a tu puerta, y te dice que tu señor está desvelado, que te llama en cita de amor, entre la sombra de la noche.
Los nubarrones cubren el cielo, la lluvia no para. ¡No sé qué es esto que se mueve en mí, no sé qué quiere decir esto que siento!
El resplandor momentáneo del relámpago me arrolla una sombra más profunda sobre los ojos.
Mi corazón busca a ciegas por el camino que va adonde la música de la noche me está llamando.
¡Luz! ¡Ay!, ¿dónde está la luz? ¡Enciéndela, ardor brillante del deseo!
-Truena, y el viento se abalanza clamoroso, y la noche está negra como la pizarra.
-¡No dejes que pasen las horas en la sombra! ¡Enciende la lámpara del amor con tu vida!
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LA FOTOGRAFIA