Juan Carlos Jiménez, nació en San Pedro de Macorís el 24 de noviembre de 1929 y falleció trágicamente, asesinado por la dictadura trujillista el 24 de agosto de 1960. Su nombre real era Juan Manuel Jiménez, pero encontraba poco eufónico el Manuel y se lo cambió por Carlos.
Era un hombre triste y solitario, frustrado políticamente, al extremo de que intentó asilarse y en el intento fue capturado por los esbirros de la tiranía. Con él la poesía dominicana perdió no solo a un trabajador meticuloso, sino a un adicto a la literatura. Le conocí poco antes de su muerte por recomendación de Juan Alberto Peña Lebrón y la sensación que tuve fue la de un monje del verso. Nunca había conocido a nadie que tomara tan en serio, tan profundamente el oficio de poeta. Su ejemplo me impactó tanto que si en mis últimos años vivo solitario consagrado a la literatura, en cierto modo se lo debo a ese, que según su amigo en el prólogo a su único libro, dijo: “Espíritu solitario y soñador, vive un espacio cerrado donde las pasiones, los sentimientos y los anhelos combaten entre sí por establecer su dominio. No se trata de un recurso para escapar a la realidad, sino de cómo un hombre joven siente e interpreta el problema de su existencia”. Creo que podríamos decir que fue el primer existencialista de nuestra poesía. Hay quien diga en el poema Balada, está la premonición de su propia muerte.
En 1953 publicó su único libro: Edad hacia la vida, con el prólogo, como dijimos de Peña Lebrón.
2
Poemas de Juan Carlos Jiménez
Balada
Este joven ha muerto.
Ha muerto dulcemente en un encantamiento.
Ha muerto porque, a veces, un hombre también muere.
*
Iba por los caminos
llevando un libro entre las manos,
a veces se detenía para leer,
a veces se detenía para llorar.
¿Quién cerró sus ojos a la última luz del crepúsculo?
Cada tarde le vieron los pastores y las nubes
asechar un lucero cuando caía el silencio,
aspirar intensamente el fino aire
hasta dejar lívidos sus labios
y mirando el cielo entre sollozos suspiraba.
*
Este joven ha muerto.
Hay en su corazón una rosa,
una rosa que vibra bajo la luz
en el aire sereno de un desierto,
una rosa qu sangra y está como cantando,
cantando para siempre en inviolable soledad.
Tránsito
Oh, amor,
hazte niebla, llanto, compensada angustia
como una piadosa sombra
arrodíllate en mis lágrimas;
sorpréndeme en la vida
como en la muerte me sorprendes
con una hora en que tu muerte
colma la eternidad de la vida.
Imagen
Llegas de una ciudad de no sé de qué mundo.
*
Presencia que te acerca a las cosas
y llenándolas de amor y silencio
las dejas identidades de tu extraña soledad.
La vida te toma y la vida te devuelve
con la quietud de un paisaje detenido en el tiempo.
*
Estás ahí, en la inmensa avenida de tu mirada celeste,
detenida por los cielos en el viaje impiadoso que te aleja,
por la luz gris y devastada
en que nace la ternura como un ala.
¿Qué habitación en realidad te encierra
en círculos de espanto,
qué vuelos te desprenden de mis visiones
perdidas en agónicos atardeceres?
*
Atada con los ramos del silencio,
inmóvil a la luz de lilas que se irisan
y alear de palomas en azulados sueños.
Un aura de plenitudes Orlando la alta frente,
un canto, una esperanza, en la mirada,,
y estos cabellos, desprendidos, al ocaso,
en cascadas de ámbar en mi recuerdo.
*
Flama undívaga que como descansado galopa,
y descansada y desnuda el crepúsculo abraza.
Y retornas intocadas, quietamente al amor
que te dio un nombre y su dolor lejano.
Invitación
Estos cantos nacidos de los lirios
que ascienden y humedecen la ternura fatigada,
perfumarán tu triste corazón adormecido.
Los campos empezarán llenando las cosas.
Un florecer ya preludia la sinfonía de otros estíos
y avanza en alas de un día
aun más tiernamente dulcificado.
*
Siento deambular tus plegarias por la casa
y un soplo con hálito de esperanza
levanta las cortinas y busca tu difícil huella
y el polvo que hilas en las vueltas de olvido.
*
–Recuérdame,
recuérdame apoyado en el tejado,
constantemente al campanario de las trinitarios,
socavando el alero a la asamblea de los pájaros.
*
Recuérdame hoy,
que este canto se espiga y se adelgaza.
Si quitaras tus ojos de los pájaros oscuros
que giran entorpecidos
allí donde tu voz nos coronaba el corazón,
si volvieras de tus inclinaciones hacia el recuerdo
y te asomaras a esta ventana de donde miro
un cielo de esperanzas que arrastra mis ojos,
sentirías esta llamada, este cálido eco,
palpitar en tu silencio recomenzando tu amor excelso.
*
¿Ves?.
la antigua senda avanza verdegueando
con el mismo vestido que da la paz a los caminos,
y los árboles se van alzando, alzando,
espigándose dulcemente,
hasta tocar con sus copas la noble arquitectura de tu casa.
3
La fotografía