Ahora que se agitan los tambores de la campaña política por la Presidencia de Estados Unidos y a cargos en el Congreso federal y en Estados de la Unión para las elecciones del martes ocho de noviembre, entre Republicanos y Demócratas, ha dado inicio un tenue movimiento de aspirantes norteamericanos de origen dominicano que podría ser preámbulo de un futuro prometedor para esa comunidad en términos políticos.

Así como otras etnias de inmigrantes han sentado precedentes para asumir una cuota de poder económico y político en el llamado “melting pot” estadounidense, entre ellas judíos, italianos, mexicanos, puertorriqueños, cubanos, haitianos y de otras latitudes, la comunidad de inmigrantes dominicanos que se ha naturalizado ciudadanos de esa gran nación aumenta con el paso de los años y cada vez crece más la necesidad de decir presente en el gran banquete de la toma de decisiones políticas a nivel local, estatal y federal.

El caso más reciente ha sido la decisión del veterano legislador afroamericano Charles Rangel, del distrito 13 de Nueva York, de renunciar a reelegirse tras más de cuatro décadas en el Congreso, para dar paso a otro veterano de su partido Demócrata y aspirante dominicano, Adriano Espaillat, ampliamente conocido dentro de la comunidad quisqueyana en esa gran urbe.

Los dominicanos podrán estar de acuerdo o no con Espaillat por su trayectoria política en la ciudad de Nueva York, en el ejercicio pleno de su derecho que garantiza la Constitución estadounidense, y pueden ejercer su prerrogativa de votar a favor o en contra de él o de otros candidatos que consideren con mayor o mejores posibilidades para representarlos. Lo esencial es ejercer el derecho al sufragio y elegir a quienes mejor puedan representar no sólo a su distrito, sino también a los intereses de la diáspora.

Otros aspirantes de origen dominicano, con méritos suficientes y con una amplia hoja de servicio profesional, social y comunitaria en este caso en la Florida, son la doctora Daisy Báez, veterana del Ejército, quien aspira a un escaño de representante en el Distrito 114 que incluye a Coral Gables y el sur de Miami, así como su compatriota Digna Cabral, candidata a la alcaldía del pujante distrito de Doral, en el noroeste del condado, epicentro de la creciente comunidad venezolana en el sur de la península.

En términos similares, un dominico-estadounidense sobresaliente que aspira a un escaño de representante estatal en el Capitolio estatal en Tallahassee, capital de la Florida, es el licenciado Patricio Moreno, un profesional competente, veterano especialista en bienes raíces, nacido en Monte Plata, y cuya máxima aspiración es servir a su comunidad y en particular a la diáspora, por entender que los dominicanos necesitan poder no sólo económico, sino también poder político, con la adecuada representación productiva y efectiva para avanzar en cualquiera de los 50 estados de la Unión americana.

Otro aspirante excepcional es Manny Rodríguez, un joven prometedor que aspira a Concejal por el Distrito 3 del Condado de Osceola, en la zona norcentral de la Florida. Oriundo de San Cristóbal, con amplios conocimientos y experiencia académica y administrativa que anhela poner al servicio de sus constituyentes.

Además ciudadanos dominico-estadounidenses meritorios también participan en contiendas electorales por cargos públicos en condados de los estados de Colorado, Arizona y Texas, en un esfuerzo encomiable por retribuir con sus talentos, conocimientos y experiencias a una sociedad que les ha dado la oportunidad de hacer realidad sus sueños, y contribuir con su aporte por un mundo mejor en cualquier esquina de los Estados Unidos.

Estos ejemplos, entre otros menos conocidos, confirman que un segmento de los dominicanos ya dejaron atrás el estigma de ser emigrantes económicos para convertirse en entes productivos, que aportan con su dedicada labor y el pago de impuestos a mejorar la calidad de vida en su entorno, integrándose cada día al “main street” de la sociedad estadounidense.

De ahí el interés de los principales partidos políticos de los Estados Unidos por una mayor participación de los dominicanos naturalizados en la política nacional y en la toma de decisiones.

El poder político potencial de la diáspora de la República Dominicana en territorio norteamericano está latente en cada uno de sus ciudadanos. Necesitan el respaldo de todos. No basta con hacer realidad el sueño americano desde el punto de vista económico. Es necesario renunciar a la división y al sectarismo. Abrirse a lo nuevo. Participar en la política estadounidense, ser parte de ella, aportar, contribuir en esa gran nación que recibe a todos con los brazos abiertos sin preguntar si eres blanco, negro, amarillo, criollo, mulato o mestizo.

Sólo así se puede garantizar un futuro promisorio para sus hijos y nietos, quienes sí serán norteamericanos nativos, gracias a los esfuerzos y a la decisión que dominicanos excepcionales de la diáspora tomaron un día para asumir el control de su destino en una nación donde, como única esperanza del mundo, se dan todas las condiciones para salir adelante con esfuerzo, educación y dedicación.