Los cambios en la fecundidad y en la conducta reproductiva

El generalizado y sostenido descenso en el número de hijos tenidos por las mujeres impulsado principalmente por los cambios en el comportamiento y prácticas reproductivas es el cambio demográfico más significativo que se ha operado en la sociedad dominicana en las últimas seis décadas. Al igual que en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, el sostenido descenso de la fecundidad en RD a lo largo de las ultimas 5 décadas comienza a manifestarse en la segunda mitad de los años 60 del siglo XX. En promedio una mujer nacida en RD tenía hasta principios de la década de los años 60 poco más de siete hijos (7.35), pero ya a fines de los 70 este promedio había bajado a menos de 5 (4.76), y al final de los años 80 se redujo a menos de 4 hijos (3.65).

Es a fines de la década de los años 60 y en los años 70 cuando se produce el mayor descenso de la fecundidad en RD. El decenio de los años 70 fue el de mayor intensidad o velocidad del descenso de la fecundidad. Si bien continúa declinando en los años 80, comienza a menguar significativamente el ritmo de descenso a fines de esa década y se ha ralentiza desde el decenio de los 90. En los últimos diez años se ha detenido el descenso de la fecundidad, toda vez que el promedio de hijos por mujer se ha mantenido en 2.5, de acuerdo con la última Encuesta Demográfica y de Salud (ENDESA) de 2013. Las proyecciones nacionales de población indican que actualmente las mujeres tienen en promedio 2.4 hijos, una tasa cercana al nivel de reemplazo generacional. 

Pese al descenso de la fecundidad, como resultado de la alta fecundidad pre transicional y la reducción de la mortalidad desde los años 50, el número de nacimientos anuales se incrementó de 139,858 en 1950-1955 a 190,231 en 1970-1975, alcanzado su volumen máximo en 1990-1995 (213,980); comienza a declinar desde el segundo quinquenio de los 90 hasta retornar a los 195,000 en el actual quinquenio 2015-2020.

Si bien el descenso de la fecundidad se ha verificado en toda América Latina y el Caribe, el descenso del nivel de fecundidad en República Dominicana -medido por la Tasa Global de Fecundidad (el promedio de hijos por mujer)- ha sido uno de los más acelerados de la región, por encima del promedio de la región, superando la magnitud del descenso de la mayoría de países de la región. En el período 1960-65 y 1980-85 sólo fue superada por Cuba (85.6%), Colombia (40.3%), Costa Rica (39.6%), Chile (38.6%) y México (38.2%). En la década de los 90 en relación con la de los 80 sólo ecuador (34.3%) y México (33.3%) superaron el 31% de reducción de la fecundidad en RD.

También se cumple en RD el patrón de difusión de fecundidad baja que se verifica en ALC. Son las mujeres residentes urbanas las pioneras en la reducción del número de hijos, y son ellas las responsables del inicio de la transición en la fecundidad. Por el contrario, las mujeres residentes en áreas rurales inician la transición de la fecundidad con un rezago de al menos un quinquenio. Estas últimas mantenían una fecundidad semejante a un régimen natural al inicio de la transición, con un promedio de algo más de ocho hijos, mientras que las mujeres urbanas ya tenían cerca de dos hijos menos, o sea, poco más de 6 hijos en promedio.

La reducción de la fecundidad en RD se ha verificado en todas las edades, aunque con diferencias en la velocidad del descenso. Son las mujeres entre los 20 y 29 años las que más han reducido su descendencia. El descenso ha sido menor en las cohortes más jóvenes, sobre todo en las adolescentes de 15-19 años, como muestran los datos de las ENDESA. Incluso, en los años 90 se verificó un aumento de la tasa de fecundidad en adolescentes de 15-19 e indicios de un cierto estancamiento en los últimos años. Además de que este comportamiento de la reproducción en la adolescencia está incidiendo en el estancamiento que se observa en los últimos 10 años en el descenso de la fecundidad a nivel global, el embarazo adolescente es en sí mismo o per se una problemática social y de salud que afecta sobre todo a ese segmento más joven de las mujeres en edad fértil y a sus hijos. En el contexto latinoamericano, RD se sitúa como el quinto país con mayor fecundidad y embarazo adolescente, lo que implica un importante reto para las políticas de población y salud.

El cambio en la fecundidad en RD ha implicado no sólo que las mujeres y hombres tienen menos hijos, sino además que los tienen a edades más tempranas. Las diversas velocidades de descenso según la edad de las mujeres han producido a su vez cambios significativos en la estructura general por edad de la fecundidad, el más importante de los cuales es la mayor concentración de la fecundidad en las mujeres en edades de 20 a 24, lo que ha implicado una reducción de tres años en la media de la fecundidad, un mayor aporte porcentual de la fecundidad adolescente y uno menor de las mujeres en edades avanzadas.

En cuanto a las perspectivas de evolución futura de la fecundidad en RD, dos interrogantes son claves: ¿Es el lento descenso o estancamiento de la fecundidad en los años recientes, que se verificó en varios países de la región cuando alcanzaron un nivel entre 2 y 3 hijos, un indicio de un descenso persistente, lento pero seguro hacia niveles muy bajos o es, por el contrario, un indicador de una estabilización cercana al nivel de reemplazo?  y ¿cuál de esos dos probables escenarios futuros de fecundidad conviene más al desarrollo sostenible de la RD?.

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