“Aquel que es incapaz de vivir en sociedad, o bien no necesita de ésta porque se basta a sí mismo, ha de ser una bestia o un dios”.( Aristóteles).
En el Partido de la Liberación Dominicana, no hay duda, hay conflictos, empero, conflictos disfuncionales, pues en su naturaleza, allí donde hay seres humanos, es normal, cuasi natural, su existencia, por la multiplicidad y altos niveles de interrelaciones que convergen en la dinámica de intereses, de percepciones, posiciones y personalidades. Lo importante, entonces, es detectar las fuentes del conflicto: Problemas u oportunidades, de personalidad, de intereses, de posiciones, de percepciones diferentes sobre una misma realidad o un mismo hecho, de misión y visión de la organización, de análisis diferentes de la táctica y estrategia, de prioridades en una coyuntura, en un contexto determinado.
Si las fuentes de los conflictos, en este caso del PLD, tiene una multiplicidad de factores, lo más importante es acudir al marco institucional del Partido; esto es, lo que le da la apoyatura e instrumentalización de la institucionalidad, que trasciende los egos de personalidad de los principales actores que inciden en el mismo. Para que esos conflictos disfuncionales no deriven en su ocaso a mediano plazo, es ir a las reglas que representa la sombrilla de su existencia en el futuro. En el referido partido, su Declaración de Principios, que abarca 30 letras, condensado en 30 párrafos, no hay ninguno que se cumpla.
En los Estatutos es poco lo que realmente se está ejecutando, cumpliendo. Para la modificación del mismo, el Artículo 12, letra c, señala claramente que, solo el Congreso es el Órgano llamado a modificarlo. Taxativamente, la letra c, esboza “aprobar o modificar los Estatutos del Partido”. En el Partido de la Liberación Dominicana no existen diferencias y por lo tanto, los conflictos no dimanan por posiciones ideológicas; no hay en lo macro, en lo nodal, fundamento de una cosmovisión distinta entre Leonel y Danilo. Las ideas traducidas en políticas públicas, en la praxis social, no se advierten, no guardan desproporción.
La conformación de la elaboración de los presupuestos de los últimos 12 años atestigua éste aserto, con la sola diferencia de la inversión en Educación. Los problemas estructurales de la sociedad dominicana, en estos 22 años, esperan lacerantemente en un grito de miseria. Todos los estudios de percepción de los principales problemas tienen un grado de confiabilidad extraordinario: Inseguridad ciudadanía, desempleo, alto costo de la vida, hipercorrupción, energía eléctrica, salud, sueldo mínimo espantoso, crisis de la justicia, debilidad y fragilidad institucional, que se valida en una profunda falta de confianza en las instituciones.
En el caso de Leonel Fernández, en los dos momentos más álgidos: 2015 y ahora, en el 2018, ha enarbolado diferencias de principios de las normativas constitucionales, del respeto al debido proceso de las leyes y estatutaria. Lo hizo en el 2015 con un discurso a la Nación para erigirse en el defensor de la Constitución, en el guardián de la misma. Tres días después se abocaba a la adaptación. Ahora, el 26 de Octubre, un día antes de la reunión del Comité Central de su Partido, escribiría un enjundioso artículo acerca de las primarias abiertas con argumentaciones sólidas. 24 horas después aparecía levantando manos, a través de la Transigencia.
En política, el modus vivendi y el modus operandi es el consenso permanente que se expresa en la búsqueda de soluciones. Esas soluciones se anidan en como encontramos las respuestas al conflicto. El abordar el camino para seguir trabajando juntos, en como construimos el puente que nos permita viabilizarnos. Las asunciones ciegan, las hipótesis guían. Por ello la negociación es el núcleo de la validez humana. El consenso es legitimidad que se obtiene en la democracia, en el reconocimiento de los demás, a través del disenso que produce la diversidad. Por ello encontramos soluciones por: a) Competencia; b) Adaptación; c) Evasión; d) Transigir, y, e) Ganador/ Ganador, que es la estrategia de la máxima colaboración.
En el PLD en términos de visibilidad, hubo forma de consenso de la estrategia: Ganador / Ganador, que es la colaboración, desde el 1996 (primer gobierno, hasta propiamente el 2007). Como la política es relaciones de poder y su acceso a la construcción del consenso, es parte consustancial, inherente, a esas relaciones, donde confluyen intereses y posiciones divergentes. Consenso tiene como sinónimos: Consentimiento, conformidad, acuerdo, aprobación, autorización, anuencia, beneplácito, asentimiento. Para Rodrigo Borja, en su Enciclopedia de la Política nos dice “Es una manera de tomar resoluciones en un cuerpo colegiado, con base en el asentimiento general pero sin someter el asunto a votación formal. Usualmente este sistema se emplea cuando es claro que hay una mayoría a favor de una tesis y se desea no dejar en evidencia a la minoría o no someter al elegido, cuando de una elección se trata, al desaire de votos contrarios”.
Lo normal, pues, en una democracia y sobre todo en política, es el consenso, no importando la forma de negociación. El consenso no se produce allí donde hay una dictadura abierta, donde el miedo prevalece, por temor a la cárcel o a la muerte. Se pierde así “las diferencias” e impera “la unanimidad”. No hay el respeto a la minoría ni a nadie. La hegemonía se establece en base a la coerción, en todas sus dimensiones y modalidades.
En política sí existe el consenso. Lo que ocurre es que aquí se produce mayoritariamente en las estrategias de: Competencia, adaptación, evitación y transigir. Cada una de ellas no transforman el conflicto; los posponen. Esas postergaciones serán recurrentes en el seno del Partido de la Liberación Dominicana porque ninguno de sus dos dirigentes más conspicuos juega a la institucionalidad de su Partido ni de la sociedad. Los intereses, marco pronunciado de diferenciación, está determinado en quien maneja los recursos del Estado, como fuente de acumulación y fortalecimiento de la burguesía burocrática, construida para la dominación.
Ambos dirigentes, demuestran en la práctica una ambición de poder desmedido; y, en el caso de Danilo Medina, no tiene parangón. No por el tiempo en el poder, sino por las varias veces que ha hablado en público acerca de la reelección. ¡Lo importante es que se pusieran de acuerdo, por lo menos un día, en pose de Estadistas y alzaran sus brazos por la alternabilidad y la institucionalidad, para evitar una crisis de GOBERNABILIDAD¡