Los plásticos están presentes en nuestras vidas en varios de los productos de uso cotidiano que acompañan nuestro día a día.

En el ámbito de la construcción sucede lo mismo, muchos de los productos que hemos estado viendo en las últimas semanas, resultan de la utilización de algún tipo de polímero de alto peso molecular, como pueden ser elpolicloruro de vinilo (PVC), sobre el que hemos hecho -y seguiremos haciendo- más énfasis, el polietileno (PE), polipropileno (PP), tereftalato de polietileno (PET), poliestireno( PS) y el poliuretano (PU).

El PVC no resulta ser del todo un dechado de virtudes y cuenta con detractores que nos hacen ver muchas de las desventajas sufridas por su utilización.

En publicaciones especializadas sobre el PVC, patrocinadas por la revista Ecohabitar (www.ecohabitar.org), se nos plantea que uno de los componentes de este polímero, específicamente el DCE (dicloro etano), puede llegar a producir gases tóxicos como el VCM( cloruro de vinilo), el cloruro de hidrógeno y el fosgeno. Evidentemente esta potencial situación de emanación de gases tóxicos, debe producirse en condiciones de uso extremas o accidentes (explosiones, vertidos de otras sustancias, etc). Los efectos adversos, como es de esperar, pueden producir patologías tan dramáticas como cáncer.

Con lo planteado por la referida revista, y reproducido por nosotros,  no buscamos alarmar al lector, ciertamente suena todo muy dramático; simplemente servimos de cronistas de la realidad, positiva y negativa, que potencialmente se asocia a la utilización del PVC.

También es bueno señalar que para la fabricación de productos con este tipo de material plástico, hace falta una gran cantidad de energía, lo que supone un agravio comparativo si nos fijamos en los procesos productivos de elementos y productos que llevan como materia prima la madera o  la cerámica entre otros. La liberación o producción de toxinas en los procesos de fabricación y eliminación del policloruro de vinilo, como el propio cloruro de vinilo, las dioxinas, el hexaclorobenceno y los furanos son una realidad disuasoria para cualquier ecologista, a la hora de elegir utilizar PVC u otra alternativa.

Además de todo esto debemos sumar que para la producción del PVC hacen falta una serie de, los denominados, metales pesados como son el plomo, cadmio, arsénico, verilio, cromo y mercurio.  Cada uno de ellos puede llevar consigo enfermedades que van desde una  simple bronquitis, hasta distintas patologías cancerígenas.

Llegados a este punto, el lector habrá notado que quien suscribe sin proponérselo y solo por hacer sonar las dos campanas de la historia de los plásticos, se ha metido en camisa de once varas. Seguiremos desarrollando nuestros análisis, viendo las dos caras de la moneda en torno a estos temas,  y que sea el que nos lee el que pueda sacar sus propias conclusiones.

Hasta la próxima.