PISA es una prueba trienal que evalúa hasta qué punto los estudiantes de 15 años han adquirido los conocimientos y habilidades fundamentales para la participación plena en la sociedad. La evaluación PISA se enfoca en las áreas escolares centrales de Lectura, Matemática y Ciencias. En cada edición se prioriza una. En 2018 fue Comprensión Lectora. La finalidad de PISA no es solo describir la situación de la educación escolar en los países, sino también promover su mejora.
En las pruebas PISA 2018 participaron 10 países de América Latina: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú, República Dominicana y Uruguay, 5 más que en el año 2000, inicio de esta evaluación, y 4 menos que en la edición de 2015. Los resultados confirman que enfrentan crisis de aprendizaje, pues los estudiantes se clasificaron en el nivel 1 y 2 en lectura y ciencias, y nivel 1 en matemática.
Los esultados son señalados como preocupantes, porque el 80% de los alumnos reprobó en compresión lectora y matemática. Pero al mismo tiempo, implican desafíos para la región, pues destacan la crisis de aprendizajes que padecen los países evaluados, pero también sugieren que mejorar los aprendizajes sigue siendo el mayor desafío que enfrentan los sistemas educativos de la región. Confirman, además, la magnitud de los desafíos que enfrenta el aprendizaje, ya que en promedio los estudiantes latinoamericanos de 15 años muestran tres años de rezago en lectura, matemática y ciencia, comparados con los estudiantes de algún país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que realiza estas pruebas y en la que participan los países más desarrollados del mundo. Chile y México son los únicos miembros de Latinoamérica.
Esta situación que afecta la educación latinoamericana preocupa a muchos. Por ejemplo, la directora de la OCDE, Gabriela Ramos, dijo que los resultados son "extremadamente preocupantes" pues sin las competencias básicas, muchos niños y jóvenes van a quedar al margen de la economía global. Y recalca que Latinoamérica es la región con los resultados más desiguales, en los que la variante socioeconómica tiene "un impacto muy negativo" en los jóvenes que se encuentran en los niveles más bajos y en donde "es más complicado" ascender en la escala social.
Por su parte, el filósofo colombiano Francisco Cajiao, estudioso de los sistemas educativos del mundo desde hace décadas, afirma en una entrevista con BBC Mundo: “si el continente no logra producir capital humano de calidad, nunca podrá ser desarrollado”. Y agrega: “En Latinoamérica se ha creído que la incorporación de las nuevas tecnologías consiste en repartir tablets en las escuelas primarias y con eso no hacen nada. El tema es cambiar la mentalidad de un niño para que sea investigador, para que sienta pasión por las cosas, y que se le permita desarrollar desde muy pequeño sus propios intereses”. También afirma “nuestros gobiernos tienen unos problemas muy grandes para poder negociar con los sindicatos. Los sindicatos, en esta materia curricular, son unas fuerzas terriblemente reaccionarias”.
Para Cajiao, en algunos países los profesores son seleccionados entre la población más destacada que concluye la educación secundaria; “muchos de nuestros maestros provienen de los niveles más pobres y las facultades de educación no se destacan por ser las que tienen ni el mejor profesorado ni los mejores planes de estudios. Entonces es un círculo vicioso que se retroalimenta porque no estamos formando maestros para innovar sino para conservar”. Y destaca: “Mientras más desigual es un país, peores serán los resultados. Porque la desigualdad es reproducible en el sistema escolar. El sistema escolar en América Latina no está respondiendo a la transformación social. Claro, esto cambia de unos países a otros”.
En términos regional, Chile y Uruguay continúan liderando el ranking como los mejores sistemas educativos de América Latina, pero su desempeño promedio tiene dos años de retraso, comparado con los estudiantes de la OCDE. Mientras que los puntajes de China o Singapur, confirmaron el predominio educativo asiático y se coronaron, una vez más, como los lugares con mejor educación del mundo.
Las diferencias en el rendimiento entre los países de la región son significativas. Por ejemplo, los estudiantes chilenos rinden en promedio como si estuviesen tres años más de escolaridad que los estudiantes de República Dominicana. Pero, uno de cada dos estudiantes en la región no alcanza el nivel de competencia básico en lectura requerido en PISA, comparado con uno de cada cinco estudiantes en los países de la OCDE. Los estudiantes que no alcanzan el nivel básico de competencia en lectura no pueden identificar la idea principal en un texto, encontrar información basada en criterios explícitos o reflexionar sobre el propósito y forma de los textos. Esto es muy preocupante, ya que los estudiantes que no pueden alcanzar el nivel de competencia básica en lectura no podrán continuar aprendiendo y enfrentan un alto riesgo de abandonar la escuela, expresan las analistas del Banco Mundial Di Gropello, Vargas y Yanez-Pagans (2019).
En la región fueron evaluados siete de cada diez estudiantes en PISA 2018. Esto representa una mejora en la tasa de cobertura regional. Aun así, esta tasa es baja en comparación con los países de la OCDE, donde nueve de cada diez son evaluados. Un estudiante evaluado en PISA 2018 implica que todavía asistía a la escuela a los 15 años. La baja cobertura en PISA implica que una parte importante de los estudiantes latinoamericanos abandona la escuela antes de completar la educación obligatoria. Mientras la evidencia internacional muestra que, en promedio, los estudiantes que abandonan la escuela prematuramente ganarán menos y experimentarán más desafíos sociales y económicos que aquellos que logran completar más años de educación.
Según los análisis, lo más positivo que se puede reflejar es que respecto a los resultados obtenidos desde hace casi 20 años con la primera prueba, es que en los países latinoamericanos ha habido un aumento en la escolaridad y una cobertura más alta para los jóvenes que cursan el último año de educación básica y los primeros de la educación secundaria.
Según algunos analistas, los resultados de PISA 2018 ofrecen una oportunidad para que los países de la región reflexionen sobre su capacidad para transformar sus aportes educativos en un mejor aprendizaje. Y recomiendan que estos resultados no deben usarse para estigmatizar los sistemas educativos que enfrentan desafíos, sino para comprender la magnitud de la crisis de aprendizaje y abogar por un mejor aprendizaje para todos. La medición del aprendizaje es sin duda la base para mejorar los resultados del aprendizaje, porque lo que no se mide, no se puede mejorar. Y, a este respecto, América Latina ciertamente va en la dirección correcta, plantean.
El rendimiento de los estudiantes dominicanos en Matemática y en Ciencia fue similar al obtenido en 2015; en Lectura 16 puntos por debajo de la puntuación en 2015. Y otro dato relevante del país, es que el 44% de los estudiantes informó haber sido víctima de bullying algunas veces al mes, en comparación con el 23% en promedio en los países de la OCDE. Al mismo tiempo, el 77% de los estudiantes estuvo de acuerdo en que es bueno ayudar a los estudiantes que no pueden defenderse por sí mismos, se dice en el Informe.
Más allá de los análisis que se realicen, es necesario tomar decisiones de política educativa para poder revertir estos resultados, que son el efecto de procesos complejos que se han venido produciendo en la región desde hace mucho tiempo. Por tanto, es impostergable enfrentar la crisis de aprendizajes en la región y el país, y de que estos informes cobren vida y se materialicen en propuestas de mejoras concretas. Es hora de avanzar hacia este desafío en cada uno de los países de Latinoamérica, para generar estrategias a corto, mediano y largo plazo que permitan que todos los estudiantes aprendan más y mejor, es la aspiración.