El hombre propone y Dios dispone decía mi madre. Luis Abinader pudo haber soñado con una presidencia apacible, conciliadora, progresista, moderna y limpia como refleja claramente la composición de su primer gabinete. Sin embargo, le ha tocado una Presidencia confrontacional, turbulenta, pandémica y peligrosa.
El presidente de la República, normalmente, es el protagonista principal de la vida política del país. No en este caso cuando la vida nacional y la sociedad están definidas por la gestión del Ministerio Público más que por las otras acciones del Gobierno.
El enfrentamiento del Ministerio Público a los acusados de corrupción pone del mismo lado por afinidades y complicidades a una parte del gran empresariado, el generalato y las maquinarias políticas tradicionales incluyendo los exfuncionarios de Medina. Estos sectores tienen conciencia plena de lo que está en juego.
Los trabajadores, estudiantes, profesionales, clases medias en general y la mayoría del empresariado son las grandes víctimas de la corrupción y como tal están vitalmente interesadas en sanear la justicia para el saneamiento de la administración pública pero, a diferencia de empresarios, generales y políticos, estos otros sectores no tienen plena consciencia de lo que está en juego. Ni siquiera tienen como comparar porque, en este país, nunca ha prevalecido un régimen de derecho. Nunca se ha hecho justicia.
Cada cual parece vivir su presente sin percatarse de que, la batalla que ahora enfrenta el Ministerio Público con los acusados de corrupción no es una batalla cualquiera sino la mas importante y decisiva que se haya librado jamás en este país.
Lo que se está haciendo o intentando hacer en este país ahora, generalmente se ha alcanzado en otros países por medio de revoluciones sangrientas o tras largos procesos de maduración de las luchas políticas que a veces duraron décadas y hasta siglos. Por lo tanto, los dominicanos estamos frente a:
1.- La oportunidad de refundar la república sin derramamiento de sangre y de hecho evitando gran parte de los traumas y sacudidas que suelen dar a luz estos procesos.
2.- El triunfo del pasado, la prevalencia de los vicios y el camino de regreso a mas de lo mismo pero agravado por el fracaso de esa esperanza.
Políticos, generales y empresarios no quieren justicia; están empeñados en forzar al presidente Abinader a deshacerse de doña Miriam, forzarla a renunciar o incluso, los más temerarios y los más comprometidos planeando deshacerse del propio presidente si este insiste en rehusar la destitución de aquella.
Ahora bien, lo que no saben o prefieren no saber por ahora esos empresarios, políticos y generales es que, lo que no se haga ahora por las buenas, tendrá lugar como quiera por las malas y ahí tienen a Colombia, Chile, Bolivia y México por solo citar algunos casos. Añádase a esto que, nuestra geografía alberga unos 20 millones de negros, mulatos, mestizos y blancos en 73 mil Kms2.y aunque seamos repúblicas distintas la frontera es penetrable y ya hay mas de un millón dentro. Saquen su propia cuenta.
No creo que Luis Abinader buscara conscientemente provocar este enfrentamiento. Pero ya está planteado. Es un hecho. Acaso no fue una iniciativa del poder político sino una exigencia de la sociedad civil pero lo cierto es que ha desarticulado por completo el panorama político nacional desplazando temporalmente la importancia relativa del propio presidente, pero a la vez creando las condiciones para erigir la suya en la mas trascendental de las presidencias que haya tenido la república.
La ruta para el presidente Abinader es pues de conflicto algo para lo cual no se le conoce vocación, sin embargo, el sabe bien que, si cediera a las presiones de esos generales, políticos y empresarios el día siguiente de la destitución de doña Miriam su legitimidad colapsa, su gobernabilidad se pierde y el pasa a la historia como otro de nuestros grandes fracasos: la antesala de la catástrofe.
Si el presidente Abinader destituyera a doña Miriam, todo el mundo sabría que no fue por falta alguna de ella sino porque él cedió a las presiones de los que no quieren que se haga justicia lo cual lo posicionaría como un presidente débil que rehuyó un pleito ganable donde se jugaba el destino de la nación Después de eso, es el acabose. ¿Quién que se respete aceptaría el cargo de procurador? ¿Quién tendría credibilidad y autoridad moral para ejercer ese cargo?
Durante los dos últimos años de Danilo Medina el país no se rompió en 20 pedazos porque la gente esperaba las elecciones y el cambio. Eso bastó para mantener la paz. Ahora, si el cambio se revelara como un fracaso, ¿qué queda? ¿Qué hay más allá?
Hay mucha gente que no entiende que el presidente Abinader, incluso si fuera a pesar suyo, encarna y representa, en esta coyuntura la gloria de la justicia o la catástrofe de la impunidad. No espero que destituya a doña Miriam como reclaman los que siempre traicionaron la patria y, como muchos otros, estamos listos para salir a defender al Ministerio Público, al presidente y la Constitución ante cualquier amenaza.