El insostenible déficit de la Administradora de Riesgos de Salud de los Maestros (SEMMA) es un hecho ampliamente conocido, que recurrentemente amerita de aportes extraordinarios del gobierno para seguir alimentando un pozo sin fondo, dado que nada se ha querido hacer para corregirlo.
El Director Ejecutivo de SEMMA ha hecho una valiosa contribución con un comunicado público que describe responsablemente la crítica situación financiera de dicho Seguro, así como sus causas, señalando entre otras la falta de aplicación de una “cuota moderadora que haga sustentables las operaciones y que racionalice el uso de los servicios por parte de los afiliados”.
La realidad es que SEMMA al igual que otras ARS de auto-gestión, no calificaba conforme las condiciones establecidas en la Ley de Seguridad Social para ser habilitada como tal, pero por razones demagógicas la SISALRIL le otorgó la habilitación.
Y es que no existe una justificación para tener una ARS especial para los maestros con sus propios hospitales, que no sea el poder decidir irracionalmente las prestaciones de servicios, lo que provoca según las cifras publicadas que la relación entre los ingresos recibidos y los servicios ofrecidos sea que por cada RD$100 recibidos los afiliados consuman servicios por valor de RD$127, haciendo que tenga el porcentaje más alto de prestaciones de servicios pagados de todas las ARS, acumulando un enorme déficit que ameritaría la intervención de la misma por la SISALARIL como manda la ley.
No hay justificación para que a apenas dos meses de la firma del Pacto por la Reforma Educativa el 1 de abril pasado, surja nuevamente un debate sobre el déficit del SEMMA, que ha sido sometido a estudio de una comisión.
Cómo puede justificarse que con una situación de déficit histórico la única mención que exista en el referido pacto es la del numeral 7.12 que simplemente habla de “evaluar profundamente”, a partir de “la misión” para la cual fueron creados y de un diagnóstico de las necesidades de los docentes, el funcionamiento de SEMMA, INABIMA y la Cooperativa Nacional de Maestros, con el objetivo de identificar e implementar acciones y procesos que permitan “incrementar el impacto de los mismos” en el bienestar de los docentes.
No cabe duda de que es una irresponsabilidad que un aspecto tan fundamental como este no haya tenido ninguna decisión que hubiera obligado a la búsqueda de soluciones urgentes al alarmante déficit.
Ahora que se avecina la convocatoria para discutir el Pacto por la Reforma del Sector Eléctrico la experiencia del Pacto Educativo debe servirnos de lección. Si queremos realmente arribar a compromisos que puedan aportar soluciones a uno de nuestros problemas fundamentales, debemos alejarnos del modelo seguido para la discusión y aprobación de dicho Pacto, que se convirtió en un circo en el que la toma de decisiones fundamentales no fueron posibles, pues los que ocasionaron en gran parte el desastre de nuestro sistema educativo, eran al mismo tiempo los dueños de ese circo.
Como para muestra basta un botón, esperemos que el Presidente medite sobre esto y evite así, que el Pacto por la Reforma Eléctrica sea, lo que su antecesor, un documento vacuo que no logró consensos para los temas que saltaban a la vista debían ser reformados.