El que estemos hablando de la necesidad de definir el Perfil y las Competencias de las personas que han de seleccionar para conformar la junta Central Electoral, la Cámara de Cuentas, el Tribunal Superior Electoral, nos muestra la sempiterna tautología de nuestra sociedad. Nos dice la gran miseria humana de la elite que domina el escenario político. Es probable que conformemos el ranking mayor en la configuración, donde los distintos actores sociales organizados, tienen que empujar para que la Clase Política cumpla con las leyes que ellos mismos han creado.

Aquí, en la sociedad dominicana, los ciudadanos tienen que asumir la defensa en los territorios públicos de lo que los funcionarios han de internalizar como su modus vivendi y modus operandi de su vida cotidiana. Sin embargo, no es así en la práctica. Es que “sin darnos cuenta” hemos permitido en el mismo escenario la construcción de diferentes ciudadanos. Unos amparados en los resortes del poder, se han orquestado en una arquitectura institucional diseñada para revestirse de una casta especial. La nómina pública lo visibiliza en un contorno que deriva la única movilidad social expansiva que verificamos en los últimos 12 años: “U$714 millones de dólares en el 2004; U$1,702 millones de dólares en el 2008; U$2,234 millones de dólares en el 2012, y U$3,395 millones de dólares en el 2015”. La razón fundamental para “gobernar” es para utilizar el Estado como fuente primigenia de acumulación, dadivando, como consecuencia, el clientelismo, el patrimonialismo, el padrinazgo, el nepotismo y la captura del mismo.

Damos vuelta y lejos de superar esos lastres atávicos del pretérito, los recreamos en el presente en una fase más intensiva y extensiva. Es en esa perspectiva en que nos encontramos exigiendo que los posibles árbitros sean independientes e imparciales, a través de la definición de los perfiles y las competencias. Hablar de ello es penoso y pone en el horizonte la pobre calidad de los actores políticos. Sencillamente increíble, horriblemente una desvergüenza.

Ahora bien, la mayoría de los actores tanto de la Sociedad Civil como de la Sociedad Política hablan de la definición de un Perfil, como que éste entraña, automáticamente, las competencias. Es como el Reclutamiento y la Selección del Personal. El Reclutamiento es cómo atraemos lo mejor del Talento Humano que hay en el mercado. Este termina tan pronto los solicitantes llevan su currículo al área definida para ello. Entonces comienza el proceso de Selección que conlleva por lo menos 7 pasos. Lo que estamos diciendo es que el Reclutamiento y la Selección constituyen dos partes de un proceso que conllevan mecanismos diferentes.

Para ello, buscamos perfiles, que es por así decirlo en el lenguaje de los legos: Rasgos, características, cualidades, personalidad, adorno que ha de tener una persona para ocupar un puesto determinado. Es si se quiere la Especificación del Cargo que configura la educación, la experiencia, que ha de tener una persona determinada para ocupar un determinado puesto. Una persona puede tener el perfil, no obstante, no tener las Competencias. Las Competencias atañen a la pericia, a la aptitud, a la idoneidad para realizar algo de una manera eficiente y eficaz. La Competencia implica el arte para hacer que las cosas ocurran, priorizando en función del contexto y del objetivo común que se tiene en la organización.

Desde la Gestión del Talento Humano, Perfil y Competencias no son las mismas cosas, aunque un Capital Humano pertinente ha de tener las dos categorías. Se puede tener el perfil y no tener las competencias y viceversa, se pueden tener las competencias y no tener el perfil. Tener personas no significa tener necesariamente Talento. Talento son las personas dotadas de competencia. Las competencias ameritan de 4 condiciones:

  • Conocimiento (que es saber);
  • Habilidad (saber hacer);
  • Juicio (pensar y crear);
  • Actitud (buena disposición y trabajar con la diversidad, con tolerancia, respetando la diferencia).

El perfil del puesto significa pues, la identificación del cargo, la posición del mismo en la organización, en la sociedad, donde está ubicado el cargo; la misión del puesto; las principales responsabilidades o funciones que requiere el puesto, que es lo que se denomina también Tareas Típicas, cuáles son los retos del puesto, cuáles son las relaciones internas y externas que trae consigo el mismo. Esto quiere decir que el perfil desde Recursos Humanos es el conjunto de tareas/funciones que conlleva un cargo determinado. El perfil es, la descripción del puesto.

Luego, viene la Competencia, que se denomina la Especificación del Puesto, que significa el conjunto de condiciones que tiene que tener una persona para ocupar un cargo determinado, tales como: Formación académica, experiencia laboral; conocimientos y habilidades necesarias para el puesto; cualidades humanas, como inteligencia emocional e inteligencia social y capacidad para enfrentarse a riesgos con éxitos, así como competencias actitudinales pertinentes.

En el mundo coloquial, no técnico, a veces se cree que una persona que tiene amplias cualidades personales: académico brillante, intelectual, prestigio social y profesional, puede ocupar cualquier puesto. No es así. Incluso, hay personas que pueden tener las competencias técnicas de un cargo y no tener las cualidades blandas del mismo: no saber trabajar en equipo, no sabe gestionar los conflictos, no sabe conducir los cambios; vale decir, no tiene el perfil psicográfico y social emocional para el mismo. Su grado de interactuación social con los demás es gris, opaco; de aquellos que se subvierten en la sombra y no expresan lo que piensan. O, de aquellos que se erigen como si ellos fueran la razón primordial de la organización. Hay personas que tienen competencias, pero tienen una personalidad tóxica y llevan sobre sus hombros profundos trastornos.

Análisis y Descripción del puesto, que son los requisitos que el cargo exige, llamado si se quiere Perfil y las Especificaciones del Puesto, que constituye las competencias deseadas. En esta dimensión categorial, un árbitro ha de tener el carácter de firmeza mirando los intereses principales de la organización, de la sociedad. Tiene que saber dibujar los intereses en función del compromiso con la sociedad, con los valores cónsonos de la democracia. Ha de ser una persona íntegra que exprese congruencia para generar confiabilidad e irradie confianza en todos los actores. Sus palabras son, por decirlo así, sagradas. Es la concatenación entre lo que decimos y hacemos, viviendo a plenitud con los principios que enarbolamos.

Cuentan, según David Fischman, que un musulmán estaba rezando cuando una mujer pasó delante de él. Muy molesto, le grito “mujer atrevida, como osas pasar delante cuando rezo. Eso está prohibido”. Ella contestó: “Y cuando rezas, ¿en quién piensas?” El respondió: “En Dios; cuando rezo me uno con Dios, me fundo con Dios”. “Que raro, respondió la mujer. Yo estaba pensando en mi novio. Por eso no vi que estabas allí. Pero si tú piensas en Dios de esa forma, ¿Cómo pudiste verme?” Es la verdadera mirada que tenemos que hacer en la sociedad.