En unas recientes declaraciones el ministro de Interior y policía, José Ramón Fadul, preguntado sobre el tema de la delincuencia que afecta a todos los sectores del país señaló que ésta ha bajado considerablemente en los últimos años; que los datos de investigaciones recientes señalan que hay menos niveles de delincuencia en República Dominicana que en países como Puerto Rico, Venezuela y Colombia y “que la percepción es mucho más elevada que la realidad”. Cuestionado por los periodistas sobre las bases de su declaración, señaló sin más: “parece que andamos por calles distintas, porque la realidad que yo veo es otra” (Diario Libre, 2-2-16, http://www.diariolibre.com/noticias/fadul-dice-que-la-delincuencia-es-mas-percepcion-que-realidad-ND2612285).

Estamos de acuerdo con José Ramón Fadul en que él y la mayor parte de los altos funcionarios del gobierno así como los líderes y lideresas de las corporaciones económico-partidarias pareciera que “andan por calles distintas” a las de las personas comunes. Y es que, según señaló un amigo, “la cabeza piensa según por donde anden los pies”. Pues quienes detentan el poder económico y partidario difícilmente pueden entender lo que les sucede a las y los débiles. La realidad es que a quienes se han enriquecido, a costa del dinero público, les cuesta entender lo que es ser madre o padre de familia y pasar calamidades y estrecheces con la alimentación o la salud de sus hijos o hijas,. Por otro lado, para los hijos o hijas de las y los funcionarios y para un grupo de las élites económicas y empresariales del país es difícil entender lo que sienten y viven las y los más de 800,000 jóvenes llamados “nini”;  desempleados y sin oportunidades de estudio.

¿Podríamos preguntarnos sobre qué es una percepción? Además, ¿qué articulación podemos establecer entre una percepción y una realidad? Según el diccionario de la Real Academia Española, “Percepción”, término proveniente del antiguo idioma latín (perceptio, onis) “es una sensación interior que resulta de una impresión material hecha en nuestros sentidos”. Y define el verbo percibir como: “Captar por uno de los sentidos las imágenes, impresiones o sensaciones externas”. En cambio define “realidad” como, “existencia real y efectiva de algo”.

En la última entrega de la encuesta Gallup de este mes de Febrero, cuando se preguntó a las personas sobre los tres principales problemas que hay en el país, señalaron, en este orden: la delincuencia (56.2%), la inflación y alza del costo de la vida (54%), y la escasez de trabajo y desempleo (41.4%). Aunque se pueda disentir de esta clasificación, la verdad es que la gente percibe estos tres problemas interconectados. Evidentemente la combinación de delincuencia, falta de trabajo digno y alto costo de la vida se convierten en una tríada generadora de pobreza, exclusión y muerte.

No es la primera vez que los funcionarios y líderes de los gobiernos peledeístas hacen declaraciones públicas, señalando que ciertas realidades nacionales son más percepciones personales o colectivas que verdaderos hechos y realidades. En una ocasión se le achacó a Leonel Fernández declarar, con relación al tema de la corrupción gubernamental, que ésta era más “percepción que realidad”. Por su lado, en una ocasión, en noviembre del 2014, el senador de Pedernales, Dionis Sánchez, refiriéndose a los resultados de una encuesta que señaló a los gobiernos presididos por Leonel Fernández, como los más corruptos de la historia del país, señaló que se trataba solo de una falsa percepción.

La percepción de la realidad, tanto en su dimensión personal como colectiva, puede ser inducida, manejada, manipulada. Por eso, se da un bombardeo diario de las conciencias del pueblo, generalmente orientado a inducir conductas y comportamientos que favorecen los intereses económicos, partidarios y corporativos de los grupos del poder económico, empresarial y banquero. Por eso, según acaba de denunciar Participación Ciudadana, el gobierno gasta más de $10 millones de pesos diarios en publicidad. En definitiva, utiliza los fondos públicos para convencernos de hechos y acciones y verdades a medias, que si fueran completamente ciertos no sería necesario malgastar el dinero del contribuyente en crear la percepción de una realidad que evidentemente no existe a los niveles que se plantea.

La percepción de la realidad tiene que ver con la sensibilidad que se genera al interior de la persona, mediada por los sentidos, fundamentalmente de la vista y del oído. Esa sensibilidad tiene que estar conectada con la razón y la voluntad de transformación de una realidad dolorosa que tiene que ser cambiada. Y los tres aspectos están relacionados con el tema del desarrollo de la conciencia ética y política de la persona. Por eso el maestro Eugenio M. de Hostos señaló que la conciencia es “esa fuerza que nace de las que juntas tienen la sensibilidad, la razón y la voluntad”.

El actual período electoral es una buena oportunidad para analizar como perciben la realidad quienes se presentan como líderes partidarios de corporaciones económico-partidarias, (PRSC,PRD y PLD) que están detentando el poder desde hace 50 años (1966-2016). y sobre todo qué propuestas tienen para contribuir al cambio de una realidad que ellos mismos se han encargado de crear y mantener. Y eso   no es solo una evidente percepción. Es, sobre todo, una dura realidad  que necesita ser transformada.

El sector educativo consciente, las y los comunicadores comprometidos, las y los líderes comunitarios, generadores de conciencia crítica y social tenemos un gran reto: se trata de ayudar a nuestro pueblo, sobre todo a las y los más débiles, a fortalecer su conciencia y su práctica transformadora ante las realidades que pasan. Eso conlleva a no dejarse manipular por las declaraciones que intentan confundir, ni por la propaganda falaz, de “quienes andan por calles distintas” a las del pueblo común.