Continuando con Richard Rogers, veamos algunos postulados más sobre su modelo de planificación urbana.

Muchas de las urbes de nuestra postmodernidad son ciudades con un movimiento económico importante. De hecho siguen siendo, contrario a muchas teorizaciones para revertir este flujo, el destino de los que emigran desde los emplazamientos rurales, buscando la prosperidad que no encuentran en sus localidades de origen.

Ese “ímpetu” económico no se puede confundir con riqueza. La riqueza que predica Rogers y que muchos seguimos y aspiramos para nuestras ciudades es otra. Una riqueza donde prime el capital natural puesto en valor; y dicho capital natural no es otra cosa que el aire limpio y puro, el agua potable y disponible de manera racional, la flora adecuada – incluso la fauna- el litoral conservado, etc. Para todo esto existe un concepto muy manoseado: sostenibilidad.

Este enfoque se corresponde con otra aspiración planteada por Rogers y por muchos otros como IanMcharg, convertir a la ciudad, o mejor dicho asumirla en los proyectos de planificación, en un ecosistema; uno en el que los ciudadanos que la habitan se sientan comprometidos.

Ejemplos

Un ejemplo práctico de esto sería el caso de un terreno baldío, o descampado, incluso con una antigua edificación abandonada, sea de la naturaleza que sea. En este terreno la naturaleza silvestre se abre paso, los matorrales crecen por doquier y buscan la vida en cuanto se les presenta la oportunidad. Este espacio en abandono puede ser potenciado (si es que no existe un proyecto de consolidación o derribo de la posible edificación del ejemplo, al cual hay que atenerse sí o sí), acondicionado para el uso del ciudadano concienciado.

Un ejemplo que nos llega, rápidamente, a la mente es el de El Matadero de Madrid, cuyo uso anterior – el de matadero de la ciudad insertado en el Madrid metropolitano y “a la vera” del río Manzanares- cambió a un uso cultural (ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Matadero_Madrid).

Otro ejemplo muy interesante es el del Parque Duisburg Norte (ver: https://www.latzundpartner.de/en/projekte/postindustrielle-landschaften/landschaftspark-duisburg-nord-de/). En esta antigua fábrica siderúrgica fue reconvertida en un parque urbano integrado a la vida de la ciudad de Duisburg en Alemania.

Utopía realizable

Este término nos gusta mucho y lo solemos utilizar. Probablemente lo hayamos escuchado o leído de algún gurú de nobles aspiraciones. El caso es que nos viene muy bien para argumentar que utopías como las de los ejemplos anteriores son, en efecto, realizables.

Un matadero cerca del río con toda la descomposición que ello implicaba, o una fábrica siderúrgica, con toda la contaminación que venía asociada a sus procesos productivos, son hoy lugares sostenibles por la naturaleza de las nuevas actividades que se desarrollan en sus espacios. Espacios por lo demás urbanos, al servicio de las poblaciones que les son próximas.

Urbano y sostenible, para el caso que nos ocupa, es igual a futuro; el futuro que preferimos dejar en herencia, y si somos osados, y nos atrevemos a vivir mucho… A vivir.