En el primer artículo sobre el contenido de la encíclica vaticana Fratelli Tutti se presentó un resumen de los desafíos que nos presenta, a las personas y a los colectivos sociales, las prácticas, actitudes y hábitos cotidianos que nos encierran en nuestras propias individualidades, familias y colectivos. En el segundo artículo se hizo una relectura del texto bíblico de Lc 10,25-37, en el que se destaca la indiferencia de dos personajes, el sacerdote y el levita, que pasan de largo ante el hermano herido en el camino. Por eso se subrayó la práctica compasiva del buen samaritano, quien ejerció el amor solidario. En este tercer artículo avanzamos con la presentación de algunos principios, valores y prácticas que pueden ayudar a gestar unas relaciones humanas fundamentadas en el diálogo constructivo y en el amor solidario.

Veamos, ahora, algunas de las consideraciones más importantes:

1. Comunicación, comunión y fraternidad

El texto de la encíclica plantea la necesaria conexión entre comunicación, comunión, fraternidad y sororidad en las relaciones cotidianas, cuando señala: “Nadie puede experimentar el valor de vivir sin rostros concretos a quienes amar. Aquí hay un secreto de la verdadera existencia humana, porque la vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte». (No.87)

2. Solidaridad y servicio

La encíclica sugiere la articulación indispensable entre solidaridad y servicio fraterno. Plantea: “La solidaridad se expresa concretamente en el servicio, que puede asumir formas muy diversas de hacerse cargo de los demás. El servicio es en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. En esta tarea cada uno es capaz de dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles. […] El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su projimidad y hasta en algunos casos la “padece” y busca la promoción del hermano o la hermana (No. 115).

3.- El uso común de los bienes disponibles

Se enfatiza el destino común de los bienes y propiedades. Por eso se declara: “El principio del uso común de los bienes creados para todos es el primer principio de todo el ordenamiento ético-social, es un derecho natural, originario y prioritario. (…) El derecho a la propiedad privada sólo puede ser considerado como un derecho natural secundario y derivado del principio del destino universal de los bienes creados, y esto tiene consecuencias muy concretas que deben reflejarse en el funcionamiento de la sociedad. Pero sucede con frecuencia que los derechos secundarios se sobreponen a los prioritarios y originarios, dejándolos sin relevancia práctica” (120).

4.-Derechos que traspasen las fronteras

Ante un mundo en continuo movimiento y migración, es importante recordar que los derechos humanos siguen siendo una prerrogativa de los seres humanos, sin importar el lugar de procedencia: Por tanto: “Nadie puede quedar excluido, no importa dónde haya nacido, y menos a causa de los privilegios que otros poseen porque nacieron en lugares con mayores posibilidades. Los límites y las fronteras de los Estados no pueden impedir que esto se cumpla. Así como es inaceptable que alguien tenga menos derechos por ser mujer, es igualmente inaceptable que el lugar de nacimiento o de residencia ya de por sí determine menores posibilidades de vida digna y de desarrollo”. (No. 121)

5.- El equilibrio entre lo local y lo universal

Se invita a hacer un adecuado equilibrio entre la atención a lo local y a lo universal: “Cabe recordar que entre la globalización y la localización también se produce una tensión. Hace falta prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad cotidiana. Al mismo tiempo, no conviene perder de vista lo local, que nos hace caminar con los pies sobre la tierra. (…) Hay que mirar lo global, que nos rescata de la mezquindad casera. (…) Por lo tanto, la fraternidad universal y la amistad social dentro de cada sociedad son dos polos inseparables y coesenciales. Separarlos lleva a una deformación y a una polarización dañina”. (No. 142)

6.- Diálogo y amistad social

El texto vaticano analizado enfatiza la importancia del diálogo en las relaciones humanas que permite avanzar en la construcción de la amistad social. Por eso señala: “No hace falta decir para qué sirve el diálogo. Me basta pensar qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades. El diálogo persistente y corajudo no es noticia como los desencuentros y los conflictos, pero ayuda discretamente al mundo a vivir mejor, mucho más de lo que podamos darnos cuenta” (No.198). Puesto que, “un país crece cuando sus diversas riquezas culturales dialogan de manera constructiva: la cultura popular, la universitaria, la juvenil, la artística, la tecnológica, la cultura económica, la cultura de la familia y de los medios de comunicación». (No.199)

En definitiva, si en la cotidianidad asumimos los valores y principios propuestos en el texto de la encíclica vaticana Fratelli Tutti, podemos avanzar en la construcción de familias, comunidades y sociedades más fraternas y solidarias. E ir transformando la cerrazón de corazón, mente y actitudes, hacia posturas solidarias, abiertas, que ayuden a reconstruir las relaciones rotas y permitan fortalecer la amistad social, armónica y solidaria.