En los últimos días los ecos se han agitado por la recurrencia del tema impositivo. Dejando atrás el ambicioso termino de “pacto fiscal”, la circulación de un documento apócrifo sobre una supuesta “reforma fiscal” causó alarmas y hasta exabruptos de algunos. Cuando el urticante tema se conjuga con los nubarrones de la actual coyuntura mundial, la oportunidad no podría ser peor para consensuar y/o imponer una cosa o la otra. Los riesgos de empeorar la situación de la población pobre y hasta desatar violentas protestas son enormes.

El gobierno ha negado la paternidad del documento donde se plasma su propuesta de reforma fiscal. Por su lado, la Asociación de Industrias ha considerado inoportuna la reforma y aboga por que la negociación de esta sea un Pacto Fiscal consensuado en el seno del CES. Esa posición contradice la decisión del presidente Abinader de sacar el tema del Dialogo Nacional –actualmente a cargo del CES– para discutirlo separadamente con los sectores. Además de esas contradicciones nos acercamos a la época navideña y no habría tiempo para consensuar algo tan controversial y delicado.

La situación de la economía mundial aconseja posponer el asunto. Los organismos internacionales están vaticinando una escalada de precios debido a una creciente y prolongada demanda generada por la incipiente recuperación económica. El Banco Mundial advierte además que el crecimiento en América Latina será más débil de lo esperado y que nuevos impuestos deberán financiar el servicio de la deuda pública. El Fondo Monetario Internacional (FMI) predice un 9.3% de inflación para Latinoamérica, la más alta del mundo. “No volverá a los niveles previos a la pandemia hasta mediados de 2022 en la mayoría de las economías.”

En la RD la inflación fue de 10.5% de junio 2020 a junio 2021 y es probable que se registre un igual nivel para el último semestre de este ano. Esto así porque el BCRD ha anunciado un crecimiento de la economía de un 13.3% en el primer semestre y se espera, a juzgar por los pronósticos sobre el crecimiento de la economía para el ano completo, algo similar en el segundo. Según el BCRD la tasa de crecimiento estaría entre un 9 y un 10%, mientras el Banco Mundial la sitúa en un 9.1% y el FMI en un 9.5.%. Pero esos incrementos se refieren al 2020, cuando la economía decreció un -6.8%.

A nivel mundial, la inflación refleja básicamente los incrementos de precios en las materias primas y los atascos de la cadena de suministro. En el primer semestre del año el índice general de precios de los “commodities” de Bloomberg aumentó más de un 20%, “principalmente por los incrementos en los precios de la energía (44.5%), seguido de los productos agrícolas (20.5%) y los metales industriales (17.6%).” “El auge de la demanda de la recuperación económica se ha combinado con problemas de suministro, desde la represión de las emisiones de China que está reduciendo la producción de metales hasta las escasas reservas de gas europeas, para ajustar los mercados. Al mismo tiempo, el costo de envío de esos bienes está aumentando. Con una creciente escasez en los mercados físicos, Goldman Sachs Group Inc. ve que los precios subirán aún más en el próximo año.”

https://www.eia.gov/outlooks/steo/

“Los cuellos de botella en la cadena de suministro han llevado a la escasez de una variedad de bienes y aumentos astronómicos en los costos de envío, que están elevando los precios al consumidor. Aunque el FMI espera que la inflación regrese a su rango anterior a la pandemia en la mayoría de las economías el próximo año, dijo que un desequilibrio persistente entre la oferta y la demanda podría mantener los precios elevados por más tiempo, lo que llevó a los bancos centrales a subir las tasas de interés antes de lo esperado.”

Este marasmo económico mundial implica que, en el corto plazo, los precios de los insumos energéticos seguirán aumentando (incluyendo el gas, el carbón y el petróleo). (La Economista Jefe del FMI sostiene que los costos de la energía comenzaran a bajar a partir del próximo año.) Eso ya impacta los precios de los hidrocarburos a nivel local, contribuyendo a la oleada inflacionaria. Pero otro factor que añade incertidumbre al panorama económico es el del turismo. Aunque en los ultimos meses los flujos de visitantes extranjeros de vía aérea han mostrado una vigorosa recuperación –gracias al avance de la vacunación en EEUU–, todavía no se alcanzan los niveles pre-pandemicos en la ocupación hotelera y los precios sectoriales siguen deprimidos. Con un vaticinado rebrote del virus en octubre y que todavía la restricción de viajes de los canadienses perdura, no puede darse por descontado que la temporada de invierno será muy exitosa.

A lo anterior hay que añadir que el gobierno redujo drásticamente los subsidios sociales a partir de septiembre. Aunque los mas de un millón de hogares vulnerables que en el programa Supérate reciben ahora RD$1,650, la reducción desde los RD$5,000 anteriores supone un golpe fuerte a los presupuestos familiares de una proporción importante de la población. Podrá argüirse que el incremento dramático en el volumen de remesas podría compensar en algo, pero solo un 12% de los hogares reciben remesas. Frente a la escalada de precios que se esta gestando, la vulnerabilidad del 24% de la población que clasifica como pobre se profundiza y los peligros de que eso genera una gran convulsión social son realistas. En Colombia y en Chile las propuestas de reforma fiscal confrontaron un rotundo rechazo de la población.

Dadas estas circunstancias, lo más aconsejable es que el gobierno espere unos seis meses más para comenzar a implementar cualquier pacto o reforma fiscal que se acuerde en el CES. Inclusive la recomendación de reputados economistas es que la aplicación de esta sea gradual y tome varios años. Además, según DIGEPRES “al cierre del mes de septiembre el Gobierno ha recaudado un 35.8% más ingresos que en el mismo periodo de 2020, es decir, ha obtenido más de RD$163 mil millones sobre lo que había recaudado a septiembre de 2020.” El Listin Diario apunto recientemente que el gobierno disfrutaba de un “sobrante” de RD$112,000 millones que no había podido gastar este ano. Sorprende inclusive la avasalladora campana publicitaria del MOPC cuando no ha podido incrementar sustancialmente su gasto de inversión.

Es harto conocido que el país debe aumentar su presión fiscal desde el actual 14.2% del PIB a por lo menos un 19% que es el promedio latinoamericano y que eso requiere de un Pacto Fiscal, tal y como lo ordena la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo. Pero eso lo hemos sabido desde hace por lo menos dos décadas y no lo hemos logrado. Convendría tardar unos meses más para conservar la paz social. Y tomando en cuenta que el Jefe del Banco Mundial pide un “plan integral” para reducir deuda de los países pobres, convendría esperar la respuesta porque eso impactaría la configuración de la propuesta. “La situación es urgente ya que la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (DSSI), lanzada por el Grupo de los 20 industrializados (G20) a principios del año pasado y que permite a los países diferir los pagos de la deuda mientras se enfrentan a la pandemia, expira a fines de año.”