Anda por ahí un peligroso agente subversivo, jefe máximo de un movimiento originalmente de izquierda fundado hace mucho en el Cercano Oriente. Este agitador se dedica a preconizar la igualdad hombre-mujer en los cargos dirigenciales, pedir respeto a la diversidad sexual y condenar la complicidad de altos jerarcas enriquecidos por los corruptos que les dan dinero. Y, más aún, vive llamando a la rebelión de las conciencias contra la pasividad. Su nombre de guerra es Francisco, tercermundista con domicilio conocido. Los jerarcas no lo pasan, pero las bases lo aclaman como una esperanza de redención. Cuidado con él.