Cuando un sistema tributario asfixia, buscar oxígeno en la evasión pura y simple o aprovechar al máximo cualquier ventaja fiscal no es criticable. El contrabandista y el asesor impositivo son héroes, no villanos, principalmente el primero que expone el pellejo a los horrores de recintos carcelarios.  No hacer caso a las regulaciones de la Madre Patria que impedían comprar y comercializar bienes de potencias enemigas, era la posición correcta en nuestro pasado colonial.  La tumba de Osorio es la que cualquiera debería profanar sin miedo a sanción.   Nelson Guerrero Krantz, el entrañable compadre y colega, en “Importar es Fácil, muy Fácil…” ofrece una descripción espeluznante sobre el trámite para comprar bienes extranjeros a finales de los años ochenta. La ilustración que sirvió de portada a uno de los compendios de “Sábado Económico” hace innecesario un rollo para demostrar que Quico era el malo de la vecindad.

sabadoeconomicoTom Cruise en “The Firm” o “El Bufete” en una escena magistral muestra la conducta natural a meterse por cualquier brecha para pagar menos que proporcione el sistema tributario.  Un cliente molesto considera exorbitante el cargo de sus abogados por propuesta que no reduce su pago de impuesto, ve que simplemente lo difiere en el tiempo.   Se le trata de explicar que está recibiendo un préstamo sin riesgo y a tasa cero, que reduce el valor presente de lo que tendrá que pagar a la mitad. No coge corte.  No se convence. Esperaba un plan para bajar el monto a pagar hoy, no uno donde lo peor que puede pasar es pagar todo unos años más adelante.  El impetuoso joven abogado, Mitchell McDeere, sorprende entonces a su mentor, interrumpe al cliente y lo corrige diciendo que ese no es su peor escenario. Al preguntar turbado cuál era, le responde: “No te debe importar un carajo cuándo tendrás que pagar los impuestos que ahora difieres.  Si no tomas este plan, lo peor vendrá cuando el próximo año el gobierno cierre esta brecha fiscal. Entonces cuando veas el cambio de reglas, vas a sentir que te clavan por el trasero una estaca tan grande que hasta a un elefante lo pone a sufrir.”

firm1Ni por asomo estamos en los trágicos años donde una tasa confiscatoria obligaba al empresario a maquillar números o invertir en negocios que no le interesaban ni  entendían.  Antes, para que no le robaran los beneficios del año y apoyados en un McDeere, tenían que demostrar al fisco que los invirtió en una finca agropecuaria en Monte Plata o en una forestal en Constanza.  El gobierno le dejaba quedarse con su plata si con ella construía nuevo hotel en Puerto Plata, creaba un nuevo banco hipotecario o de desarrollo o daba un sustancial aporte a fundaciones de servicio social, por donde como agradecimiento se tramitaban las remuneraciones libres de impuestos de sus ejecutivos.

Eran los años dorados de la idea de que el Gobierno puede con el sistema tributario dirigir mejor la inversión hacia sectores prioritarios que las señales de precios en mercados libres y competitivos. Bien dorados también para los asesores impositivos más inteligentes u osados en la presentación de propuestas reales o ficticias para evitar que sus clientes fueran esquilmados por el Estado. Fue así como hoteles de varillas y cemento dieron paso a proyectos turísticos fantasmas, que llenaron casi toda el área baldía que hoy vemos de Los Tres Ojos al Aeropuerto Las Américas.

tasamax2Aunque tengamos hoy tasas mucho menores, todavía están a niveles donde es natural que empresarios quieran aprovechar cada ventaja que reduzca la tasa efectiva. En realidad a cualquier nivel siempre habrá excusa para justificar entregar al  gobierno menos de lo que se está supuesto a pagar. Pero en vez de luchar por tasas menores de aplicación general que favorezcan a todos, de manera consistente no sólo en discursos-almuerzos para hacer teatro de temporada, los empresarios  encuentran más cómodo explotar brechas fiscales al máximo.  De ahí la presión a sus asesores para reducir su base imponible individual al tamaño de la próstata en años mozos.

He ahí la explicación a la desesperación que hoy tienen por aprovechar a la carrera los créditos fiscales del 25% sobre impuesto a la renta que ofrece la Ley de Cine.  Hay que dar sí a todo lo que le presente promotor o asociado de confianza, sin importar calidad u originalidad de guion o repetición ad nauseam de los mismos actores y los mismos chistes de televisión.  El cliché de “comedia para toda la familia” o “mensaje de valores a la juventud” es alfombra para tapar cualquier basura, que hasta sirven para promover aspiración alcalde de un mercader moderno sin escrúpulos.  Como eso está cansando, se intensifican ahora cabildeos para que el cine sea nuestra MARCA PAIS y entrar al mercado de superproducciones buscando alianzas con directores y actores famosos del extranjero,  con recomendaciones al gobierno para  hacer poco caso a los costos de producción.  Conviene que se olvide de cuestionar gastos de combustibles exorbitantes en película hecha en tres semanas y en cuatro cuadras  y acepte como normales las extravagancias en refrigerios que son propias del glamour de quienes crean arte cinematográfico.  ¡No es apoyando con raciones de los comedores económicos que de aquí saldrán obras maestras!

elephantPor este afán de dilatar más y más los esfínteres de la base imponible es que vengo proponiendo que el gobierno salga ya con esta estaca size trompa elefante: sacar a las empresas del rol protagónico que asumen en la promoción del cine y pasar a subsidiar directamente con transferencias del presupuesto.  El dinero es fungible y el crédito por el Coppola criollo debe corresponder prorrata a cada contribuyente. La empresa que se oponga a esa disposición administrativa porque viola la ley, probablemente con esto casi se autoincrimina o pone en bandeja sospecha razonable. ¿De dónde le salió esa pasión por el cine? ¿Resistirá una auditoría su mecenazgo hipócrita? ¿Por qué le gusta más el cine que poner industria en la frontera?

En todo caso, miedo no hay que tenerle a sus protestas por cerrar de forma administrativa esa brecha fiscal.  Será fugaz enfrentamiento empresas-gobierno al que sólo tal vez den primera plana medios de opinión vinculados a quienes sacan más provecho al esquema. Los demás lo ubicarán donde corresponde: a la prensa rosa, junto a los chismes de farándula y otros eventos del mundo del espectáculo.

balag2Es que los poderes fácticos en contubernio con la farándula del humor no van a revivir por este menudo aquellas épicas batallas contra Balaguer, al inicio de las reformas estructurales en los años 90.  El cine es una competencia de pulso dos minutos antes del timbre para el fin del recreo. Nada que ver con epopeya de enfrentar ese primer intento de desmontar la zona de confort mercantilista que los protegía con tarifas y trabas no arancelarias a la medida.   En el ocaso de su vida, ciego y con apenas soplos de vigor, Balaguer tuvo el coraje de arrancar con las  reformas imponiendo por decreto un nuevo arancel, desoyendo a los empresarios y al Fondo Monetario Internacional  que exigían la vía legislativa.

Hay muchas cosas que mejorar en nuestro sistema tributario para bienestar de todos, no de un grupo o casta, y  los empresarios pueden dar un aporte intelectual de extraordinario valor.  Pero para eso hay que terminar ya con esta distracción de la fiebre del cine, que los pone a respirar en la nuca a DGCINE y andar como pavos reales en alfombra roja con majaderías de un DominicanWood que le ha costado al gobierno unos 4,500 millones. ¡Manos a la obra!

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